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Durante los 18 meses desde el inicio de la crisis, el sistema privado hospitalizó a unas 27.000 personas y se contrataron 100.000 funcionarios
A 18 meses del inicio de la pandemia, las instituciones prestadoras de salud privadas que forman parte de Clínicas de Chile, el mayor gremio de la industria con 46 asociados, realizaron su primer balance de la tarea realizada en el marco de la estrategia integrada con el sistema público para hacer frente a la fuerte demanda por atenciones a pacientes de covid-19.
En el peor momento de la segunda ola, las entidades privadas llegaron a aportar 1.710 camas con equipamiento de ventilación en sus unidades críticas que representaron casi el 40% de todas las camas de ese estándar en el país tras casi triplicar su capacidad.
La tarea realizada desde marzo de 2020 posibilitó la hospitalización de unas 27.000 personas - derivadas por la Unidad de Gestión Centralizada de Camas o que llegaron por sus propios medios- de las cuales alrededor de 14.000 (52%) correspondieron a pacientes Fonasa.
También la red privada realizó el 51% de los exámenes PCR -el principal método de identificación de nuevos casos de Covid-19- superando los 10,3 millones de procedimientos.
Junto a estos datos globales, el gremio consolidó los esfuerzos realizados en materia de recursos humanos estimando que debió contratar entre un 15% y un 25% de personal adicional para atender al gran flujo de pacientes, por lo cual el número de funcionarios de la salud destinados a realizar labores relacionadas a la atención del covid-19 superó los 100.000, a lo cual se sumaron las acciones de adecuación interna en cada clínica redestinando sus dotaciones a la atención de la emergencia sanitaria.
"Aportamos más o menos el 40% de las camas críticas del país y el sector privado llegó a tener 100.000 personas del mundo de la salud trabajando para estos efectos, ya que cuando pensábamos que el personal ya lo había dado todo la verdad es que el esfuerzo de la segunda ola de la pandemia fue aún peor. Esto implicó un gran estrés para todas las instituciones de salud, hubo que reemplazar equipos dado que era imposible parar, incorporando nuevo personal y organizando formas de trabajo distintas", indica Javier Fuenzalida, vicepresidente ejecutivo de Clínicas de Chile.
Destaca que la rápida reacción de los prestadores privados se tradujo en acciones como las readecuaciones de espacios, destinación y contratación de personal, adquisición de equipamiento de manejo de pacientes críticos y dispositivos e insumos de protección para la atención.
Todos estos esfuerzos implicaron gastos extraordinarios que se redoblaron durante el segundo trimestre de este año cuando los efectos de la pandemia alcanzaron su mayor magnitud.
"El esfuerzo ha sido mayúsculo. Objetivamente, hacer esta transformación requirió un gasto extraordinario no sólo en recursos humanos –por ejemplo antes niveles de 25% del personal con licencias médicas- sino además por los cambios que debieron realizar las clínicas con casos en que pasaron de tener ocho camas críticas a cincuenta unidades. Un gasto importantísimo que fue asumido totalmente", detalla.
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