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Bolivia fue el segundo país a nivel mundial y el primero en la región con los cierres de colegios más prolongados por la pandemia
El Fondo Monetario Internacional dio a conocer un informe en el que alerta que las consecuencias de la pandemia por el cierre de colegios alrededor del mundo pueden ser el doble de profundas para los estudiantes de los países en desarrollo.
Según el informe, respaldado en datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida abreviadamente como Unesco, la duración del tiempo interrumpido en el aula, para los niños de 5 a 19 años, fue mucho mayor en los países pobres.
Uganda fue el país donde se produjo el cierre de escuelas más prolongado durante la pandemia, con 60 semanas de cierre completo y 23 de cierre parcial, entre febrero de 2020 y octubre de 2021; es decir, un total de 83 semanas sin asistir a clases presencialmente.
Bolivia experimentó la segunda clausura más larga a nivel global y la primera de Suramérica, con 43 semanas de cierre completo y 39 de cierres parciales, para un total de 82.
Fue seguida por Argentina, con 79 semanas sin clases presenciales; Ecuador, con 79 semanas en total, y Brasil, con 78.
Chile y Colombia comparten el quinto puesto con 77 semanas de cierres de colegios en pandemia, aunque en Colombia los cierres totales fueron más prolongados. Mientras que en Chile hubo 14 semanas con los colegios completamente cerrados, en Colombia fueron 23.
En contraste, Chile tuvo mayor alternancia, con 63 semanas de cierres parciales, cuando en Colombia fueron 54.
Los países que experimentaron menos interrupciones de sus clases en presencialidad en Suramérica fueron Uruguay, con 40 semanas con los colegios cerrados; Venezuela, con 71 semanas; y Paraguay con 74.
Sin embargo, Venezuela fue a la vez el tercer país del mundo y el primero en la región con los cierres totales más prolongados, con 61 semanas.
Es decir que en Venezuela hubo menos cierres que en otros lugares, pero cuando los hubo, cerró completamente y por más tiempo (el estudio suma cierres totales y cierres parciales). El segundo país suramericano con más cierres totales, es decir, sin alternancia, fue Bolivia, aunque muy lejos de Venezuela, con 43 semanas de cierre total de colegios. Les siguen Ecuador (38), Brasil (38), Perú (34), Paraguay (32) y Colombia, con 23 semanas de cierre total de escuelas.
A nivel global, los cierres de escuelas en India y Nepal también se encontraron entre los más largos del mundo al 31 de octubre de 2021, con 82 semanas cada uno; sin embargo, los cierres totales fueron más cortos en estos países. El cierre total más prolongado a nivel mundial a esa fecha se presentó Bangladesh, con 63 semanas.
“En marzo se cumplirán dos años de trastornos relacionados con el covid-19 en la educación mundial. Sencillamente, estamos ante una escala casi insuperable de pérdidas en la escolarización de los niños”, dice Robert Jenkins, jefe de Educación de la Unicef. Jenkins explica que “aunque hay que poner fin a las interrupciones del aprendizaje, no basta con reabrir las escuelas. Los estudiantes necesitan un apoyo intensivo para recuperar la educación perdida. Las escuelas también deben ir más allá de los lugares de aprendizaje para reconstruir la salud mental y física, el desarrollo social y la nutrición de los niños”
Según el FMI, hoy en día, luego de más de dos años después de la crisis sanitaria que sacudió el mundo, las escuelas permanecen cerradas para millones de niños en todo el mundo, y muchas más cerraron nuevamente por la variante Ómicron, que es altamente transmisible. También analiza que las pérdidas de aprendizaje han sido muy desiguales en todo el mundo, ya que los cierres duraron aproximadamente el doble en los países más pobres en comparación con las economías avanzadas. Y agrega que el impacto adverso por la baja calidad de la educación remota se magnifica por la proporción de niños en edad escolar en los países en desarrollo, que es casi el doble que en las economías avanzadas.
Jaime Saavedra, director de Educación del Banco Mundial también alerta que hay millones de niños que aún no han podido regresar a las escuelas.
“Es posible que muchos no regresen nunca a los centros educativos. La pérdida de aprendizaje de la que son víctimas muchos niños es moralmente inaceptable. Y el aumento potencial de la pobreza de aprendizajes podría tener una repercusión devastadora en la productividad, los ingresos y el bienestar futuros de esta generación de niños y jóvenes, sus familias y las economías en todo el mundo”, afirma Saavedra. El FMI también señaló las consecuencias económicas que puede dejar durante décadas la falta de escolaridad presencial a través de pérdidas de aprendizaje, menor productividad e interrupciones del empleo.
La historia ha enseñado que los recién graduados que se unen a mercados laborales débiles por recientes crisis económicas o en medio de recesiones experimentan perspectivas laborales y salariales más débiles, como fue el caso de la Gran Recesión de 2007-2009, cuando explotó la burbuja inmobiliaria.
Se han perdido 2 billones de horas de clases
De acuerdo con un reciente informe de la Unesco, la Unicef y el Banco Mundial, los niños y niñas en edad escolar han perdido aproximadamente 2 billones de horas de instrucción personal desde el inicio de la pandemia de covid-19. Los organismos aseguran que incluso antes de la pandemia, más de la mitad de los niños de 10 años en países de bajos y medianos ingresos no podían leer o escribir una historia simple. Proyectan que la cifra podría alcanzar el 70%, debido a los prolongados cierres de escuelas y la falta de oportunidades efectivas de aprendizaje remoto.
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