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Los acreedores manifestaron que el país negoció la reestructuración de su deuda antes de elaborar un plan económico
Menos dos meses después del canje de deuda, miembros del Grupo Exchange y del Comité de Acreedores de la Argentina emitieron un duro comunicado en el que criticaron las últimas medidas económicas del Gobierno y expresaron su preocupación por el rumbo del país. A través de una declaración conjunta,
advirtieron que “las medidas políticas adoptadas inmediatamente después de la reestructuración de la deuda han empeorado drásticamente la crisis económica del país”.
Según expresaron los acreedores, hace un mes se unieron para proporcionar US$ 37.000 millones en alivio de flujo de efectivo y aceptaron una gran pérdida de valor para allanar el camino del país hacia la recuperación de una
profunda recesión y la pandemia de Covid-19. En ese sentido, argumentaron que ellos “ya han desempeñado su papel, brindando una oportunidad histórica a Argentina para comenzar de nuevo”, pero que ahora “le toca a la Argentina y al FMI” hacer su parte.
Los acreedores manifestaron que el país insistió en negociar la reestructuración de su deuda comercial antes de elaborar un plan económico. En ese sentido, recordaron que durante el proceso de negociaciones “expresaron su preocupación por lo que sucedería el día después del cierre”.
No obstante, revelaron que el ministro de Economía, Martín Guzmán, “se negó asiduamente a proporcionar parámetros específicos de una agenda económica”. Hoy, menos de dos meses después, consideran que “lamentablemente las preocupaciones de los acreedores han demostrado estar bien fundamentadas”.
“En lugar de permitir que los precios alcancen el equilibrio y estimulen la actividad económica deseada, el Banco Central ha reforzado una política cambiaria que promueve las importaciones, desalienta las exportaciones y ha
agotado las reservas a un nivel peligroso”, alertaron los bonistas en uno de los pasajes más importantes de la misiva. “La brecha resultante de más del 100% entre el tipo de cambio oficial y el paralelo garantiza virtualmente que las reservas no se puedan reconstruir, un caso clásico de dinero poco sólido que expulsa dinero sólido”, agregaron.
De acuerdo a la visión de los bonistas, la estabilidad macroeconómica parece ser un espejismo recurrente. “Las exigencias fiscales y monetarias de 2020 son quizás comprensibles, pero está claro que la intención de tener un déficit primario de 4.5% y un déficit total de 6% en 2021, financiado con la emisión de pesos, es tan dañino para la confianza interna y externa como contraproducente”.
En ese sentido, agregaron: “Sin anclas políticas aparentes y una aparente falta de voluntad para tomar decisiones difíciles, la formulación de políticas económicas de Argentina socava la recuperación post-Covid”.
En el comunicado, los bonistas señalaron que “ya no es plausible que el Gobierno de Argentina culpe de sus problemas al legado económico que heredó”, dado que “después de casi un año en el cargo, aún debe ofrecer una
visión económica coherente y sostenible a la sociedad argentina y a los mercados”.
Por último, los acreedores expresaron que “es necesario romper este círculo vicioso” y subrayaron que “las autoridades argentinas han alarmado a muchos acreedores, que se preguntan si sus sacrificios fueron insignificantes frente a un prestatario que puede no estar dispuesto a pagar”.
El último desembolso forma parte del acuerdo de cuatro años de US$4.000 millones que el Fondo Monetario Internacional aprobó en mayo
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