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El fabricante de ChatGPT sostiene que el gigante tecnológico no está presente en el capital a pesar de la inversión de US$13.000 millones, pero que tiene previsto obtener grandes beneficios
Después de que la semana pasada las autoridades británicas de Competencia anunciaran una investigación sobre la multimillonaria alianza de Microsoft con OpenAI, la start up con sede en San Francisco modificó discretamente su página web.
Tras describir al gigante tecnológico como "propietario minoritario" de OpenAI, el fin de semana la frase se modificó, explicando que Microsoft tenía una "participación económica minoritaria".
La distinción puede resultar crucial en un momento en que las autoridades antimonopolio intentan arrojar luz sobre el acuerdo de Silicon Valley que ha despertado más atención y sobre el que hay muchas sombras.
La inminente investigación llega después de que la start up de inteligencia artificial se viera inmersa en el caos el mes pasado. El consejo de administración de OpenAI despidió a su consejero delegado, Sam Altman, que fue readmitido días después tras las presiones de los empleados e inversores de la start up, entre ellos el CEO de Microsoft, Satya Nadella.
Aunque ni Microsoft ni los demás inversores de OpenAI -entre los que se encuentran Thrive Capital y Sequoia Capital- poseen acciones convencionales de la empresa, tienen derecho a recibir una parte de sus beneficios de una filial concreta de OpenAI, hasta un cierto límite.
Los inversores que opten por participar en una oferta pública de adquisición de acciones por valor de US$1.000 millones, que valoraría a OpenAI en 86.000 millones de dólares, obtendrán el mismo trato, según personas del entorno.
La peculiar estructura de estos acuerdos muestra cómo el origen altruista de la startup más destacada de Silicon Valley no encaja ahora con el enorme potencial comercial de la IA.
OpenAI se fundó en 2015 como una organización sin ánimo de lucro, que ahora es propietaria de las filiales con ánimo de lucro creadas en 2019 para facilitar la inversión de Microsoft. Pero, al menos hasta hace poco, casi nadie conoce a fondo su estructura interna.
Personas familiarizadas con el acuerdo afirman que Microsoft ha comprometido en total hasta US$13.000 millones en OpenAI, incluida una ampliación de US$10.000 millones anunciada en enero de este año. Pero hasta la semana pasada, no estaba claro qué tipo de rentabilidad podían esperar sus propios accionistas de la inversión.
El gráfico que detalla la compleja estructura de propiedad de OpenAI en su página web se modificó hace unos días, aunque no se actualizó la página web, que indica que la última modificación se introdujo en junio. OpenAI confirmó que se introdujeron algunos cambios en el lenguaje para aclarar la posición de Microsoft, aunque no se reflejó ningún cambio en su acuerdo subyacente.
Ante el cerco de los reguladores, Microsoft también ha intentado cambiar detalles de su acuerdo. "Aunque la información sobre nuestro acuerdo sigue siendo confidencial, es importante puntualizar que Microsoft no posee ninguna parte de OpenAI y solamente tiene derecho a participar en el reparto de beneficios", declaró Microsoft el viernes de la semana pasada.
Los informes previos, y durante meses posteriores al anuncio en enero de lo que las dos empresas describieron como una "inversión multimillonaria a varios años" habían sugerido que Microsoft podría acabar teniendo una participación de 49%.
De hecho, según personas familiarizadas con el acuerdo, los miles de millones de Microsoft -que incluyen enormes inversiones en infraestructura de centros de datos como "proveedor exclusivo de la nube" de OpenAI- le dan derecho a cobrar 49% de los beneficios generados por una filial de OpenAI.
La estructura de OpenAI tiene su origen en su misión fundacional de "garantizar que la inteligencia artificial segura se desarrolle y beneficie a toda la humanidad", y no sólo a un pequeño grupo de empleados e inversores. AGI hace referencia al software que es tan inteligente como los humanos.
Según el acuerdo, todos los inversores de OpenAI están sujetos a un límite máximo de rentabilidad, aunque sigue sin quedar claro cuándo se pagarían esos rendimientos. Para los primeros inversores de la filial, ese límite se situaba en 100 veces su inversión, según un post del blog de OpenAI de 2019, en el que se explicaba que el múltiplo sería inferior para futuras rondas de financiación.
Además de ser su proveedor exclusivo de la nube, según personas del entorno, el acuerdo de Microsoft también le otorgó una licencia exclusiva sobre la propiedad intelectual de OpenAI. El acuerdo excluye cualquier AGI que OpenAI pueda llegar a crear y sólo el consejo de OpenAI puede declarar cuándo se ha logrado ese avance.
Esos derechos de propiedad intelectual podrían haber sido significativos si Altman y otros empleados de OpenAI hubieran optado por trabajar en Microsoft, como propuso Nadella antes de la reincorporación de Altman. "Mucha tecnología relevante podría haberse ido con él. Aunque técnicamente Microsoft es un competidor, tiene toda la propiedad intelectual, lo que le coloca en una posición más fuerte", declaró el ejecutivo.
Microsoft no quiso hacer comentarios sobre los detalles de su acuerdo con OpenAI y aún no está claro cuánto pueden durar los acuerdos de exclusividad.
Las transacciones en las que participan organizaciones sin ánimo de lucro suelen estar exentas de los requisitos habituales de notificación previa a la fusión en virtud de la Ley estadounidense de mejoras antimonopolio Hart-Scott-Rodino, lo que puede haber contribuido a proteger la inversión de Microsoft del control de los reguladores.
Sin embargo, la Comisión Federal de Comercio de EEUU está estudiando la inversión de Microsoft en la empresa, según una persona familiarizada con el asunto, aunque no se ha iniciado ninguna investigación formal.
Tanto la investigación de EEUU como la de la Autoridad de Competencia y Mercados de Reino Unido, que se espera que comience formalmente el año que viene, dependerán probablemente de si la influencia de Microsoft sobre OpenAI ha crecido en los últimos meses, ya sea como resultado de la ampliación de su alianza en enero o de la desintegración del consejo de administración el mes pasado.
Desde el lanzamiento de ChatGPT en noviembre del año pasado, OpenAI ha tenido divisiones internas en relación a su estrategia comercial, incluidos los productos en los que invertir.
Según una persona cercana a las deliberaciones de la dirección, algunos ejecutivos de OpenAI se sintieron presionados por Microsoft para acelerar su estrategia comercial, ya que "quería desplegar productos de IA, ser líder en IA y ser rentable".
Durante la crisis de liderazgo de OpenAI del mes pasado, el consejo de administración no advirtió a Microsoft de los problemas que se avecinaban y optó por recuperar cuanto antes la estabilidad. "Querían más visibilidad, pero todo el mundo se dio cuenta de que tener un puesto en el consejo sería imposible", explica esta persona.
Al final se acordó que Microsoft participaría como observador sin derecho a voto en el nuevo consejo. Esto "sin duda le daría [a Microsoft] mayor influencia", añadió esta persona, que sugirió que sería un paso positivo para la gobernanza de la start-up. "Habría un mayor control para que las cosas en OpenAI se hicieran según las normas", concluyó.
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