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Pese a la complicada situación del banco, no necesitará una operación de rescate estatal, como su competidor local, UBS en 2008
Las ventas regresan a Credit Suisse un día después de que el Banco Nacional de Suiza acudiera a la llamada de socorro de la entidad. Las acciones del segundo banco suizo vuelven a situarse por debajo de los dos francos como consecuencia de una caída que llega a superar 10%.
Las dudas sobre la estabilidad del banco regresan entre los inversionistas y su cotización pierde buena parte del rebote de ayer del 18,8%.
Las acciones de Credit Suisse habían encadenado ocho sesiones consecutivas de descensos que se había llevado casi 40% de la capitalización de la entidad y la cotización a mínimos históricos. En la madrugada del jueves, Credit Suisse anunció que solicitaría hasta 50.000 millones de francos (US$54.000 millones o 50.600 millones de euros) al Banco de Suiza para "fortalecer de forma preventiva su liquidez". La petición de respaldo se produjo horas después de que el Banco de Suiza anunciara que proporcionaría a Credit Suisse la liquidez necesaria, tras el vendaval de ventas que sacudió ayer a la entidad helvética.
Tras el anuncio, las acciones de Credit Suisse rebotaron ayer con fuerza. Las compras continuaron en la apertura de la sesión de hoy, pero poco más de media hora después giraron a la baja y, a media sesión, pierden cerca de un 10%.
Los inversionistas siguen atentos a la cotización del banco, uno de los 20 mayores de Europa, después de que su principal accionista, el Banco Nacional Saudí, anunciara que no invertiría más en él (lo que influyó en la caída bursátil de hace dos días) y la banca nacional suiza le prestara ayuda tras ello.
El Gobierno suizo celebró la pasada jornada una reunión con autoridades del banco central y con la comisión reguladora de valores del país (Finma) para analizar la situación complicada del banco, aunque no hizo declaraciones públicas al respecto (podría hacerlo hoy, tras su reunión regular semanal).
Los partidos de centro y derecha del país se han mostrado optimistas por la situación del banco, alegando que tiene "una crisis de confianza más que de solvencia", mientras que la izquierda ha pedido "transparencia completa" sobre la operación de ayuda al banco, y que sus responsables rindan cuentas.
Los analistas en la prensa suiza subrayan que pese a la complicada situación del banco, no necesitará una operación de rescate estatal, como la que tuvo que realizarse en 2008 con su principal rival suizo, UBS, por su exposición a la crisis inmobiliaria estadounidense. Entonces, a raíz de las dificultades financieras, el Gobierno suizo estableció un sistema que le obligaría a ayudar a entidades "demasiado grandes para caer" ("too big to fall" en el argot bursátil).
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