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El nuevo mandato del líder del Psoe tendrá que encontrar la fórmula para corregir el déficit y evitar un rebote inflacionario
Doce de las diecinueve casas de análisis del consenso de Funcas recortan sus previsiones tras la contracción europea. Corregir el déficit y evitar un rebote de la inflación, las asignaturas pendientes.
Si las circunstancias que tuvo que afrontar el Gobierno de Pedro Sánchez a partir de 2020 no fueron nada favorables, con una pandemia y una espiral inflacionista a las que hacer frente, su próximo gabinete se enfrenta a una situación que, de partida, parece bastante peor que la de hace cuatro años. De acuerdo con el consenso de analistas de Funcas, el Gobierno que se constituya en los próximos días se encontrará con un frenazo del PIB el próximo año, un empleo que sigue creciendo, pero al ralentí, y dos grandes retos pendientes: corregir el déficit y evitar el rebote de la inflación.
Según los datos recogidos en el Panel de Analistas, publicado ayer por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), la economía española intensificará su ralentización en el cuarto trimestre del año, moderando su avance hasta 0,2% entre octubre y diciembre, y esta dinámica lastrará el crecimiento del PIB en el conjunto del próximo ejercicio, para cuando el consenso prevé un crecimiento de1,6%, ocho décimas menos que en el ejercicio actual. Y los grandes bancos son todavía más pesimistas, ya que Santander y CaixaBank lo recortan todavía más, a 1,4% mientras que la propia Funcas los rebaja hasta 1,5%.
Esta moderación de la economía se debe a dos factores: el agotamiento del efecto rebote de la actividad, una vez recuperadas las cifras previas a la pandemia, y la ralentización de la demanda europea, que sufrió una contracción entre julio y septiembre y obligó a los analistas a moderar sus expectativas para el próximo ejercicio. En concreto, doce de las diecinueve casas de previsión que componen el Consenso de Funcas han recortado en los últimos dos meses sus pronósticos de crecimiento para el próximo ejercicio, mientras que solo una los ha mejorado. Y ello redundará en una menor creación de empleo con menores subidas salariales.
Este deterioro se debe fundamentalmente a la moderación del gasto público después de los excesos de los últimos años, a la ralentización de la construcción por la subida de los tipos de interés y a la debilidad de las exportaciones por la atonía de la demanda europea y el hecho de que el turismo se ha empezado a ralentizar una vez recuperadas las cifras previas a la pandemia, en contraste con las importaciones. En concreto, y según los analistas, el gasto público reducirá su avance a la mitad, 1,3%, mientras que la construcción moderará su avance en 1,1 puntos, a 2,1%. Finalmente, las exportaciones se frenará tres décimas, a1,8%, mientras que las importaciones se aceleran casi dos puntos, a 2,2%, lo que agravará el déficit comercial.
En cambio, el consumo privado mantendrá el dinamismo gracias a la moderación de los precios de consumo y la mejora del poder adquisitivo de los salarios que ha empezado a producirse en los últimos meses y se intensificará más adelante, registrando un avance de 1,9%, igual al del año actual. Y la inversión en maquinaria y bienes de equipo por parte de las empresas recuperará el pulso impulsada por la ejecución de los fondos europeos, con un alza del 3% después de una contracción del 0,4% este año, provocada por la incertidumbre sobre la economía mundial y una caída de la demanda internacional que hacía innecesarias nuevas inversiones.
Todo ello resultará en que el empleo, que durante los últimos años había sido el gran dinamizador de la demanda interna, ahora quedará moderado, con un avance de 1,6% anual, si bien algunos analistas recortan estas cifras hasta 0,9%, con lo que el número de nuevos ocupados en 2024 podría moderarse hasta el entorno de los 200.000 trabajadores, menos de una tercera parte que en la actualidad. Algo que provocará que la tasa de desempleo, que se había reducido con fuerza en los últimos años, deje de caer y roce el estancamiento, en 11,7% de la población activa. Esto es, muy lejos de las cifras del pleno empleo (6%) a las que se ha comprometido en numerosas ocasiones Pedro Sánchez.
Con ello, mantener el ritmo en la reducción del paro será uno de los grandes desafíos de la legislatura, junto con la moderación de la inflación hasta los niveles fijados por el Banco Central Europeo y el ajuste del déficit. Según el consenso de analistas, los precios crecerán 3,7% este año, pero apenas se moderarán cuatro décimas más el próximo ejercicio, impulsados por el efecto rebote de los precios tras la supresión de algunas de las medidas contra la inflación y por la subida de los sueldos (4,5% en 2023 y 3,5% en 2024), lo que seguirá tensando los costes de producción. Eso hará que, aunque la inflación se haya reducido con fuerza este año por la pérdida de poder adquisitivo de los ciudadanos y las subidas de tipos de interés la normalización definitiva de los precios sea muy lenta y farragosa.
En segundo lugar, el ajuste del déficit también se antoja complicado, una vez agotado el descenso provocado por la mera recuperación del PIB. De hecho, con la economía plenamente recuperada ya en 2022 y tras numerosas subidas de impuestos, el déficit seguirá en 4,1% del PIB este año, 1,5 puntos por encima del dato de 2018, y apenas se corregirá 3,6% el próximo ejercicio. Y a esta cifra habría que sumar el desfase adicional que provoquen las promesas de Sánchez en el debate de investidura. Una cifra que pone a España bajo la lupa europea en un momento en el que la Comisión quiere volver a reforzar la aplicación de las reglas fiscales, sobre todo en los países más endeudados.
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