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Aunque los bancos cuentan con más capital y los controles han aumentado, la larga era de dinero barato ha contribuido a elevar los precios de los activos
Han pasado diez años desde que el sistema financiero internacional explotara en mil pedazos y la confianza aún no ha regresado al mercado.
A pesar de los duros controles impuestos a los bancos por los reguladores de todo el mundo, a pesar de los agresivos programas de aportación de capital aprobados por las instituciones y a pesar de que Wall Street acumula nueve años de crecimiento continuado, el ambiente sigue siendo plomizo.
Si Lehman Brothers, el centenario banco que había sobrevivido al crash del 29 y a la Gran Depresión, pudo desaparecer del mapa, cualquier nuevo desastre sigue siendo posible.
No faltan, sin embargo, los optimistas, para los que la recuperación continúa todavía su curso con un sistema financiero más saneado y mucho mejor recapitalizado. Entre ellos, destaca Jamie Dimon, consejero delegado de JPMorgan y el único gran banquero con peso en Wall Street que se mantiene diez años después del gran colapso. "He escuchado a la gente decir que la situación se parece a la de 2007. Completamente falso", ha asegurado Dimon. "Hay mucho menos apalancamiento en el sistema. Los bancos están mucho mejor capitalizados".
Pocos cuestionan que los bancos están más fuertes que nunca, pero los riesgos acechan por muchos lados. La larga era de bajos tipos de interés ha creado una gigantesca burbuja de deuda pública y ha inflado de manera extraordinaria los precios de los activos, incluidos los del sector inmobiliario, raíz de la crisis de hace diez años. El Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta de que los riesgos para la estabilidad financiera se están trasladando del sistema bancario hacia los sectores no bancarios del sistema financiero.
"Aunque las aguas parecen calmadas, se están creando vulnerabilidades bajo la superficie que, si no se atienden, pueden hacer descarrilar la recuperación global", ha afirmado Tobias Adrian, director del Departamento de Asuntos Monetarios del Fondo, que explica que hay que evitar la "complacencia" ante "las crecientes cargas de deuda en empresas y hogares y las exageradas valoraciones de activos".
Menos del 5%
El exceso de liquidez y la búsqueda de rentabilidad están contribuyendo a que se asuman más riesgos. Actualmente, menos del 5% (1,8 billones de dólares) del stock de activos de renta fija con grado de inversión en el mundo ofrece un rendimiento superior al 4%, frente a un 80% (15,8 billones de dólares) antes de la crisis.
Mientras tanto, el apalancamiento en el sector no financiero es hoy más alto que antes de la crisis, lo que hace que sea más vulnerable a la volatilidad que se avecina y al proceso de subidas de las tasas de interés que, de momento, ya ha iniciado la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos.
En el caso de la deuda pública, el crecimiento ha sido exponencial y equivale ya al 225% del PIB mundial, un nivel histórico que podría desencadenar un nuevo desastre. China y Estados Unidos actúan como motores de este pasivo.
Muchos bancos, por su parte, siguen siendo vulnerables. El FMI calcula que un tercio de los grandes bancos globales considerados de importancia sistémica, cuyos activos suman alrededor de 17 billones de dólares, continuará generando rentabilidades "insostenibles" en los próximos años.
Los analistas se muestran también escépticos. "Diez años después y el sistema financiero global todavía no ha abordado ninguna de las causas que llevaron a la crisis de 2008", explica Jesse Cohen, analista de Investing.com. "Las instituciones financieras de todo el mundo siguen siendo vulnerables a los impactos en todo el sistema. Los niveles de deuda han aumentado desde entonces y ahora son más altos que nunca. Al mirar alrededor del mundo, hay muchos candidatos potenciales para la próxima crisis, incluida la agitación de los mercados emergentes, Italia y, por supuesto, un empeoramiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China".
A las voces de alarma se suma la del reputado inversor George Soros, a quien le preocupa especialmente Europa. "Es posible que nos encaminemos a otra gran crisis financiera", ha dicho el financiero de origen húngaro, que considera que el enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Europa impactará negativamente en la economía europea y agravará la "crisis existencial" que, según Soros, padece la región.
Certeza
El fundador de Microsoft y segundo hombre más rico del mundo, Bill Gates, también tiene claro que se producirá una nueva crisis financiera similar a la de 2008. "Es difícil decir cuándo, pero es una certeza", ha asegurado, aunque el magnate se muestra convencido de que "lo superaremos razonablemente bien".
Para Iliya Zogovic, consejero delegado de ONEtoONE Corporate Finance USA, los riesgos seguirán latentes mientras no se fragmente el sistema de riesgo y se cambien los incentivos de crédito. "Los bancos, como todos los agentes financieros (fondos de capital, fondos de riesgo, hedge funds, etcétera), están tan enfocados en generar ganancias que muchas veces no ven la tormenta que tienen enfrente... o tal vez deciden no verla", resume.
No está claro, sin embargo, por dónde vendrá el próximo golpe. "Aunque los sistemas financieros han puesto controles para prevenir que sucedan otros casos como el de Lehman, por lo general vienen de lugares que no esperamos y no prevenimos. En su caso, fueron los créditos subprime los que reventaron y "nadie" creía que iba a venir por ahí. No sabemos qué va a ser el próximo y por eso es tan difícil prevenirlo. ¿Serán las tarjetas de crédito que hoy tienen deudas históricas? ¿Una nueva burbuja inmobiliaria o puntocom? ¿O las criptomonedas, tal vez?" .
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