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La inevitablemente la condena a Cristina Kirchner afectará el funcionamiento y la impronta de gestión de gobierno de Fernández
Inevitablemente la condena judicial a Cristina Kirchner afectará el funcionamiento y la impronta de gestión de gobierno que Alberto Fernández se dispone imprimir hasta el final de su mandato por una simple cuestión: tanto los actores internos como externos a la Casa Rosada que responden a la vicepresidenta condicionarán los movimientos del Presidente.
Desde el momento en que se emitió el veredicto del Tribunal Federal Oral N°2 que la condenó a seis años de prisión por la causa de Vialidad, la vicepresidenta se encargó de dejar mensajes encriptados hacia el Frente de Todos y en particular al Presidente que no harán más que complicar la gestión de Alberto Fernández en lo que hace no sólo a la espinosa definición de candidaturas.
También el eje de polémica que sembró Cristina Kirchner alcanza a la eventual constitución de una "mesa chica" de seguimiento de gestión, la aprobación de proyectos en el Congreso y hasta el control de la calle con los movimientos sociales afines al kirchnerismo duro.
En su mensaje posterior al veredicto la vicepresidenta se victimizó como parte de un engranaje judicial en su contra, habló de la trillada teoría del lawfare y mencionó que en el juicio "curiosamente los jefes de Gabinete solo declararon como testigos". Algunos interpretaron esas palabras como un mensaje encriptado hacia Alberto Fernández que fue su jefe de Gabinete en el 2007. "Deslices de la jefa", mencionó un encumbrado referente del kirchnerismo.
La oratoria de la vicepresidenta también alcanzó a un duro cuestionamiento por el escándalo de los chats de magistrados que desató el primer efecto rebote en el gobierno: el Presidente tuvo que pedir la renuncia de su jefe de asesores, Julián Leunda, que estaba mencionado en los presuntos chats de jueces y empresarios.
Reunión Reservada
La segunda reacción de Cristina Kirchner que adelanta un condicionamiento fuerte para la gestión de Alberto Fernández se dio en el asado que ofreció el intendente de Ensenada, Mario Secco y compartió la vicepresidenta antenoche con Máximo Kirchner, Axel Kicillof, el ministro del Interior Eduardo Wado de Pedro, el jefe de la AFIP, Carlos Castagneto y un puñado de dirigentes del kirchnerismo duro.
En ese contexto la vicepresidenta reiteró su decisión de no presentarse como candidata a nada en el 2023. Pero el plato fuerte resultó ser una frase suspicaz: "Lleven el bastón del mariscal en la mochila y úsenlo", dijo casi como una declaración de guerra.
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