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El más de un centenar de fichajes que ha hecho empiezan a dar frutos. El banco entra en el 'top 20' global de operaciones transfronterizas y de capital riesgo
La ola de fichajes lanzada por Santander para crecer en banca de inversión y competir de tú a tú con los gigantes de Wall Street está comenzando a dar frutos en el negocio más complejo y disputado del sector: las fusiones y adquisiciones (M&A) mundiales.
Santander ha disparado su posición en dos de las categorías más codiciadas por los banqueros. La primera son las operaciones transfronterizas, en las que una gran empresa de un país compra o vende una posición en otro distinto. La segunda, las transacciones protagonizadas por los fondos de capital riesgo, los inversores financieros más activos, especializados y recurrentes.
El impulso ha permitido al grupo español entrar en el ránking de los 20 bancos de inversión que más volumen de M&A han asesorado del globo en las dos modalidades en el primer semestre del año, según los datos de Bloomberg. En ambos casos, la subida es vertical y supone el estreno de Santander en lo alto de la clasificación mundial.
Su mejor puesto es en operaciones transfronterizas. Ha asesorado transacciones por US$16.778 millones (15.533 millones de euros) y eso le da el decimoséptimo puesto del ranking cuando hace un año era el 29.
Santander tiene a dos boutiques de Wall Street como compañeras. Justo por encima está Centerview y por debajo, PJT Partners. El banco está por delante de Deutsche Bank y no se aleja mucho de Rothschild y Jefferies, aunque los grandes del M&A siguen lejos.
Goldman Sachs es el líder del ránking, con un volumen asesorado de casi 157.000 millones de euros (US$174.619 millones). JPMorgan es el segundo, con 132.400 millones (US$147.258 millones).
Los dos gigantes estadounidenses están también en lo más alto de la clasificación de asesores de operaciones realizadas en todo el mundo por los fondos de capital riesgo.
El private equity ha movido algo menos que las transacciones transfronterizas (poco más de medio billón de dólares para el capital riesgo, frente a los casi US$600.000 millones de las internacionales) y también son más reducidos los volúmenes de Goldman Sachs y JPMorgan, que rondan los 140.000 millones de euros (US$ 155.711 millones).
Santander tiene el puesto decimoctavo del ránking de private equity, con US$15.533 millones (14.380 millones de euros) asesorados y se encuentra entre Lazard y Rothschild. La subida es meteórica. Ha entrado en la lista después de quedar el 63 en el primer semestre del año pasado.
Tanto en la clasificación del capital riesgo como en las operaciones transfronterizas, Santander es el banco que más posiciones ha avanzado entre los 20 de la lista. Ese era su objetivo cuando comenzó a fichar banqueros el ejercicio pasado.
Nadie ha captado más ejecutivos del colapsado Credit Suisse que Santander. La caída del grupo suizo y su absorción por un UBS que tiene una estrategia diferente y más comedida en banca de inversión cuadraron en un momento perfecto para la entidad española, que estaba decidida a elevar sus capacidades para dar la batalla en el negocio.
En los últimos meses ha contratado a más de un centenar de banqueros y no solo de Credit Suisse, sino también de Goldman Sachs, Bank of America, Nomura o JPMorgan. Con ellos se ha reforzado especialmente en Estados Unidos, además de en la Europa continental y en Londres, que sigue siendo el corazón de las grandes operaciones europeas.
El objetivo es sacar partido a la escala global con fuerte presencia local de Santander con la intención de hacerse con los mandatos de las empresas que necesiten también una cobertura internacional, y esas son las más grandes, según señalan fuentes financieras.
Lo mismo sucede con los fondos de capital riesgo, que desde sus centros neurálgicos de Nueva York o Londres otean todo el planeta para buscar las mejores transacciones.
La nueva apuesta de Santander está permitiendo al banco salir de su tradicional papel de prestamista o colocador de bonos y saltar al siguiente nivel: asesor de M&A.
Es un negocio que deja muchas comisiones en el bolsillo, que no obliga a comprometer el balance ni consume capital.
Pero lo más importante es que da acceso a una interlocución directa con los presidentes o consejeros delegados de las empresas, y no solo con los directores financieros, con las posibilidades de nuevos contratos y de tener información de primer nivel que eso implica, según aseguran varios banqueros.
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