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Varios miembros del consejo de gobierno dijeron en marzo que "se están fortaleciendo los argumentos a favor de considerar recortes de tipos"
Las actas de la reunión de marzo revelan que, pese a la decisión unánime de mantener los tipos de interés, la autoridad monetaria es consciente del impacto de las condiciones restrictivas.
La espera a la hora de bajar los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, BCE, no es gratis. En las actas de la última reunión de política monetaria, celebrada a comienzos de marzo, los miembros del Consejo de Gobierno de la autoridad monetaria reconocieron el daño que están causando a la economía las duras condiciones de financiación impuestas para combatir la inflación.
"La política monetaria se está transmitiendo de forma robusta a los mercados, las condiciones de financiación, el crédito y la demanda agregada. Esto ha ayudado a reducir la inflación, pero también ha pesado sobre el crecimiento potencialmente más de lo que habíamos esperado", apuntan los banqueros centrales.
Los miembros del BCE ponen el foco sobre todo en las empresas de pequeño tamaño y las más jóvenes, con menos capacidad para diversificar sus fuentes de financiación y, por lo tanto, más expuestas al endurecimiento monetario. Según indica el banco central, para este tipo de compañías "los efectos son ya palpables".
Pese a esa valoración, el BCE sigue totalmente focalizado en su mandato de devolver la estabilidad de precios a la zona euro y en la reunión de marzo mantuvo, por decisión unánime, los tipos de interés inalterados en 4,5%, niveles máximos de 2001. Y hará lo propio en la nueva cumbre que tendrá lugar el próximo jueves, pues el recorte no se espera hasta junio.
El BCE sigue a la espera de recabar datos suficientes sobre la evolución de la inflación -y específicamente sobre la evolución de los salarios- para iniciar el ciclo de recortes de los tipos de interés.
Sin embargo, aunque se mantiene por precaución en ese compás de espera, varios miembros del consejo de gobierno reconocieron en marzo que "se están fortaleciendo los argumentos a favor de considerar recortes de tipos". Al mismo tiempo, consideraron que la fecha para dar el pistoletazo de salida a la relajación monetaria estaba ya "a la vista".
Los banqueros centrales opinan que los riesgos entre quedarse cortos en la lucha contra la inflación y pasarse de frenada causando daños severos al crecimiento "están ya equilibrados".
El BCE no ha actuado hasta la fecha porque considera que todavía existen amenazas sobre la estabilidad de precios. De hecho, considera que la trayectoria de la inflación en verano será "accidentada" debido a los efectos base, por lo que quiere contar con la garantía suficiente de que el proceso desinflacionario sigue su curso antes de relajar su política monetaria, sabiendo que un error podría costarle caro en términos de credibilidad.
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