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La situación actual puede considerarse positiva en general, destaca en su último informe mensual, que dibuja un panorama de financiación muy soleado para las compañías europeas. No obstante, el banco central alemán incide en la necesidad de tomar medidas contra las amenazas a la estabilidad financiera. Y estas anidan en los balances de los bancos españoles e italianos, sostiene.
La cruzada del Bundesbank contra la compra de deuda pública por parte de la banca no es nueva. Lleva años advirtiendo de que entorpece la llegada del crédito a empresas y familias, y exigiendo que se reconozca el riesgo de impago de los Estados estableciendo un consumo de capital por el papel soberano en balance. Ahora da otro paso más por este camino.
"Hay que implementar regulaciones para prevenir que nuevas incertidumbres emerjan en el futuro, incluyendo exigir a los bancos (españoles e italianos) que retengan capital para respaldar su deuda soberana", dice sin medias tintas. Aunque para el Bundesbank la solución no tiene por qué venir exclusivamente de los reguladores.
Eliminar estos riesgos también compete a los supervisores -que pueden establecer recargos de capital a discreción en virtud de la potestad que en materia de solvencia confiere el conocido como 'Pilar II'- a los propios bancos, que pueden empezar ya a atesorar capital para encarar su riesgo soberano y anticiparse a las futuras exigencias, y a los legisladores, afirma.
Limpieza en profundidad de las pérdidas
El otro gran riesgo que urge a neutralizar en la banca española es «su elevada morosidad», que sigue estrangulando su rentabilidad e impactando en sus balances. «Las medidas para reducir esta vulnerabilidad incluyen una limpieza en profundidad tanto de las pérdidas existentes como de las que se anticipan», resalta la institución que encabeza Jens Wiedmann.
La morosidad de los créditos concedidos por los bancos, cajas y cooperativas a particulares y empresas se mantuvo en el 10,9% en el mes de agosto, con lo que encadena tres meses consecutivos en esta tasa, la menor desde abril de 2013, según los últimos datos provisionales hechos públicos por el Banco de España.
Este último tirón de orejas del Bundesbank a la banca española se produce poco después de que el miembro de su consejo ejecutivo Andreas Dombret defendiera en una reciente conferencia en Fráncfort que la revisión del trato que recibe la deuda soberana sigue siendo «un cambio fundamental que necesita el marco regulatorio financiero».
Consciente de la resistencia al cambio que ofrecerán diversos países, Dombret reconoció que el banco central alemán ha aumentado la intensidad de sus presiones para que los bonos estatales "estén respaldados con una cantidad de capital adecuada al riesgo" y para poner coto a la financiación que los Tesoros obtienen de los bancos.
Solo es cuestión de tiempo. Y puede que menos del previsto, porque el Mecanismo Único de Supervisión (MUS) del BCE también es partidario de penalizar la deuda pública en balance y de limitarla a un porcentaje equivalente al 25% del capital, al igual que sucede con las grandes exposiciones de crédito. Y quizá no espere a que se alcance un acuerdo a escala internacional como el que figura en la agenda del Comité de Basilea.
Los bancos españoles atesoran importes elevados de deuda pública en sus balances con el fin de que esta aporte ingresos a su cuenta de resultados por una doble vía: al margen de intereses, mediante la operativa de carry trade y al margen bruto mediante la obtención de ROF al vender los bonos, aunque la evolución de los mercados hace que su contribución sea cada vez menor.
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