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Jonathan Portes, economista del King’s College London, analizó los sectores y canales que más tardarán en cicatrizar durante la recuperación
Las proyecciones frente al impacto del covid-19 se muestran cada vez más positivas, e incluso, los estudios que contemplan una segunda oleada, prevén, en promedio, una recuperación en el PIB global de 2021 entre 2,8% y 5%.
Sin embargo, para los expertos, hay algunos sectores que tardarán más tiempo en “cicatrizar”, como el desempleo o la educación, que al final terminan afectando el resto del desarrollo económico.
El Centro de Investigación de Políticas Económicas (Cepr por sus siglas en inglés) realizó un análisis en su portal VoxEU, firmado por el catedrático de Economía y Políticas Públicas del King’s College London Jonathan Portes, sobre los canales que más tardarán en recuperarse.
En el informe explicó que un punto desde el cual se debe partir es el desempleo, que se ha incrementado notoriamente por el cierre de los diferentes sectores, causando que entre 20% y 30% de la fuerza laboral no tenga puesto.
Según el economista un factor clave será enfocar la política en ayudar a las empresas a sobrevivir y así, mantener los puestos de trabajo, o en su defecto, ayudar a los trabajadores a volver a ser contratados.
Con esta postura coincide Alejandro Reyes, economista de Bbva Research, quien señala que son necesarios planes para agilizar la recuperación de los sectores que tardarán más tiempo en regresar a la normalidad, principalmente, los de contacto físico como el turismo o el ocio, además de buscar alternativas productivas y de empleo.
“Lo importante es brindarle a las empresas los mecanismos para que puedan afrontar la crisis y mantener el tejido empresarial. Al final, son las empresas quienes crean empleo y las necesitamos fuertes para la recuperación”, añadió Reyes.
El análisis señala que varias empresas que son viables en el mercado mundial se han visto amenazadas económicamente como consecuencia del impacto del virus, con lo que el capital intangible, como los empleados, quedan desprotegidos.
Además, explica que existe otro riesgo cuando el capital humano se ha especializado en una tarea específica, pues al ser despedido su desempeño para realizar un trabajo diferente podría ser mucho menor, con lo que sus ingresos podrían verse afectados y también la productividad de la empresa.
A este punto puede vincularse otro canal en el que Portes hace hincapié y es el impacto en la inversión de las empresas, que según su análisis, caería drásticamente y se mantendría débil como consecuencia de la incertidumbre sobre las perspectivas económicas a corto y mediano plazo.
“Si el impacto de la pandemia es reducir a la mitad la inversión privada durante un año, eso reduciría la inversión entre 7% y 9% del PIB anual. Esto, a su vez, reducirá la producción potencial futura, si la relación capital-producción incremental es de aproximadamente 10, hasta en 1% del PIB”, expresa el artículo del economista en VoxEU.
Frente a esto, Reyes comenta que no se ha observado mucha actividad en ese frente, sin embargo, el contexto de una demanda débil habría llevado a un desempeño de la inversión, que para el experto es algo común en este tipo de ciclos.
“Las empresas se han resguardado un poco, atesorando la liquidez y evitando movidas agresivas que puedan costarles estabilidad a futuro. Ello de la mano de un contexto de demanda débil, ha llevado a un desempeño pobre de la inversión”, concluyó Reyes.
Finalmente, se habla de un impacto en la educación. Como consecuencia de las medidas para mitigar el virus la mayoría de las escuelas del mundo han tenido que cerrar su puertas y migrar hacia la educación digital, sin embargo, esto no solo creó brechas entre los estudiantes, sino también podría afectar sus ingresos a futuro.
Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) advirtió sobre el impacto que tendrá para los niños y jóvenes las pérdidas de aprendizaje.
La entidad manifestó que los futuros profesionales podrían estar peor capacitados como consecuencia de la educación virtual actual, con lo que sus ingresos podrían disminuir hasta 3% por el resto de sus vidas.
A esto se le suman las dificultades de conexión que tienen algunos estudiantes de la región, en especial los de menores ingresos, lo que dificulta aún más continuar con el proceso de aprendizaje y que según Portes podría causar una diferencia notoria en el desarrollo de las habilidades.
Mateo Ramírez, economista y docente de la Universidad de La Sabana, señala que otro factor que afecta la educación es la falta de confianza de los consumidores.
“Si bien las instituciones han bajado fuertemente sus precios, el tema es la recuperación de la confianza que las personas sienten a la hora de acercarse nuevamente a una institución educativa, va a ser un proceso bastante demorado, en el que, realmente, el driver principal para devolverle la confianza a las personas y a la economía en general es la vacuna”, añadió Ramírez.
El experto también expresó que hay otro tipo de impacto en cuanto a la interacción social que se ha frenado en medio de la virtualidad y que es un factor esencial en el trabajo, la educación y las actividades extra curriculares. Con esto coinciden entidades internacionales como la Ocde, que confirman que las afectaciones sociales y emocionales también influirán en la recuperación global.
Los contextos con fragilidad que tendrán un mayor impacto por el virus
La pandemia ha causado un incremento en la desigualdad, la pobreza y la inseguridad de los países. Y a pesar de que ha tenido un impacto global, las personas en los quintiles más bajos, con menores ingresos se han visto más afectadas.
Las cifras de la Ocde señalan que cerca de 23% de la población mundial viviría en sectores vulnerables o contextos de mayor fragilidad. Por ello, la entidad señala que ad portas de la recuperación será primordial que los gobiernos centren sus esfuerzos en el desarrollo de esas zonas.
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