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La caída del petróleo se origina ante factores como el anémico crecimiento en Europa y el temor de una posible recesión en EE.UU.
Los temores a una inminente recesión en EE.UU., las turbulencias bancarias, la debilidad de la economía europea y las dudas sobre China hacen temer una caída de la demanda de petróleo.
Si el petróleo es uno de los grandes termómetros del estado de salud de la demanda y la economía mundiales, sus síntomas empiezan a ser preocupantes. Aunque la demanda resiste de momento, espoleada por la reapertura de China tras poner fin a su férrea política de Covid cero, el mercado se mueve a golpe de expectativas y éstas se nublan a corto y medio plazo.
De un lado, porque crece el temor a una entrada en recesión de Estados Unidos, la primera economía del planeta, alimentado por las subidas de los tipos de interés para contener la inflación y las turbulencias bancarias que ha provocado el abrupto giro en la política monetaria de la Fed, cuyo último episodio es el rescate del First Republic Bank por JP Morgan Chase.
De otro, el anémico crecimiento en Europa, con la zona euro prácticamente estancada (el PIB apenas creció un 0,1% en el primer trimestre) y su mayor economía, Alemania, mostrando un encefalograma plano y siempre bajo la amenaza de contracción.
Y tercero, porque los índices PMI más recientes arrojan dudas sobre algunos aspectos de la economía china, entre ellos su sector manufacturero, que en abril retornó a territorio de contracción tras caer hasta los 49,2 puntos debido en parte a una insuficiente demanda para absorber la rápida reactivación productiva de su industria. En otras palabras, los mercados cotizan un posible enfriamiento global de la economía que golpearía la demanda de crudo.
Con este telón de fondo, el precio del Brent, petróleo de referencia en Europa, acumula una caída próxima al 17% en apenas dieciséis jornadas hábiles; esto es, desde el pico alcanzado el 12 de abril en los US$87,3 por barril después de que la OPEP diera un golpe en la mesa a principios de ese mes y anunciara un fuerte ajuste adicional en sus niveles de producción, precisamente para propulsar la cotización del oro negro.
Desde entonces, su precio se ha desinflado, retrocediendo ayer hasta el entorno de los US$72 por barril, que le devuelven a los niveles de mediados de marzo y le sitúan claramente por debajo de la cotización previa a la invasión de Ucrania por Rusia, cuando rondaba los US$90.
Todo ello tras hundirse cerca de un 9% solo en los tres primeros días de mayo, un severo correctivo que se ha producido a pesar de esos esfuerzos de la OPEP y de sus aliados, entre ellos Rusia, para impulsar el precio del crudo a golpe de tijeretazo en la producción.
A principios de abril, los principales socios del cartel petrolero, entre ellos Arabia Saudí, Irak, Emiratos Árabes o Kuwait, además de aliados como Rusia, anunciaron por sorpresa un recorte voluntario de bombeo de 1,6 millones de barriles diarios que se añadió a la reducción de 2 millones de barriles al día pactada en noviembre.
Ese inesperado anuncio, en un contexto en el que China resurgía del confinamiento del Covid y la oferta ya estaba constreñida por falta de capacidad técnica y de inversiones de algunos miembros de la OPEP, elevó puntualmente el precio del crudo, que sin embargo no fue más allá de los US$87. De hecho, ese golpe de efecto ha terminado siendo efímero. No solo no ha espoleado los precios, como pretendía la OPEP, sino que ni siquiera está contribuyendo a sostenerlos.
El miedo a una recesión en EE.UU. y el débil arranque del año en Europa y otras economías desarrolladas están pesando más en las expectativas de los inversores y en la cotización del petróleo, ya que un enfriamiento de la demanda global podría convertir en papel mojado el recorte acordado por los países productores ante un eventual desplome del consumo de petróleo.
"Las señales de advertencia indican que los inversores están muy preocupados por las perspectivas económicas mundiales", advirtió ayer Craig Erlam, analista sénior del bróker Oanda, quien añadió que si bien los focos apuntan a Estados Unidos, que estaría deslizándose hacia una recesión, "puede que no sean los únicos, lo que no augura nada bueno para la demanda de crudo". El precio del petróleo ha retornado a los mínimos de marzo, lo que, según este experto, provocará frustración en la OPEP+ "tan poco tiempo después de recortar la producción".
Otras firmas de análisis comparten este diagnóstico, entre ellas Bank of America, que incluso ha puesto fecha aproximada a la entrada entre este mes de mayo y agosto próximo, esgrimiendo la curva invertida de los tipos de interés en EE.UU., una suerte de oráculo de las recesiones al otro lado del Atlántico bajo la premisa de que si la rentabilidad que ofrecen los bonos a corto plazo es mayor que el rendimiento de la deuda a más largo plazo eso significa que vienen curvas en la economía.
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