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En concreto, el precio del Brent, de referencia en Europa, que alcanzaba los US$98 antes de que Rusia invadiera Ucrania, se disparó hasta los US$137 por barril
El mercado petrolero parece estar volviendo a una cierta normalidad debido a que la ralentización económica ha lastrado unos precios que, de otra forma, estarían muy tensionados por las sanciones a Rusia y la rebaja del suministro por parte de los grandes exportadores, pero esta situación no se está trasladando al mercado de derivados, especialmente al diésel. De hecho, el precio del gasóleo sigue todavía rozando los máximos históricos a pesar de que el crudo ya ha vuelto a niveles previos a la invasión de Ucrania en los mercados internacionales, y la gasolina también está bastante cerca de estos máximos, si bien los precios se han reducido ligeramente en las últimas semanas.
En concreto, el precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, que alcanzaba los US$98 antes de que Rusia invadiera Ucrania, se disparó hasta los US$137 por barril en marzo para posteriormente estabilizarse en torno a los US$110 por barril e ir retrocediendo de forma contundente a partir de junio, conforme los temores a una recesión global se hacían cada vez más justificados. Así, entre junio y septiembre el barril de crudo llegó a caer un 32%, y solo la respuesta de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios (OPEP+) pudieron revertir ligeramente esta tendencia. Sin embargo, el gasóleo se ha quedado anclado cerca de los dos euros por litro y la gasolina ha sufrido una rebaja menor.
Así, el diésel escaló desde 1,48 euros por litro antes del estallido de la guerra hasta los 2,1 euros por litro en junio, pero desde entonces apenas ha retrocedido un 7,2%, menos de una cuarta parte que el descenso del crudo en los mercados internacionales, hasta 1,95 euros por litro, de acuerdo con los datos que publicó ayer el Boletín Petrolero de la Comisión Europea, que no tiene en cuenta el descuento fiscal aplicado por el Gobierno en España al hacerse después del repostaje. Con ello, el gasóleo queda 47 céntimos por encima de los niveles de febrero y, si se incluyera la rebaja, todavía estaría un 18,2% por encima de las cifras de hace ocho meses. Por su parte, la gasolina ha sufrido un encarecimiento menor, pero también muy significativo, al pasar de 1,59 euros por litro la semana anterior a la guerra hasta los 2,14 euros en junio, si bien posteriormente ha remitido hasta los 1,76 euros actuales que siguen por encima de los niveles de febrero, excluyendo la bonificación de 20 céntimos por litro.
¿Por qué la vuelta a la normalidad del petróleo no se ha trasladado a los precios en el surtidor, que todavía siguen cerca de los máximos? Esto se debe a varios elementos, como es el caso de la subida del dólar, la absorción de la bonifcación fiscal del Gobierno por parte de las estaciones de servicios o los cuellos de botella en el refino, especialmente acuciantes en el caso del diésel. En primer lugar, la divisa estadounidense, a la que se referencia el petróleo en los mercados internacionales, se ha apreciado con fuerza respecto al euro debido a la menor vulnerabilidad de la economía estadounidense a la guerra en Ucrania y a la rápida subida de los tipos de interés, pasando de 1,12 euros por dólar en febrero a 0,98 en la actualidad, lo que supone un incremento del 14,3% en los productos importados en esta divisa. En segundo lugar, hay que tener en cuenta que la bonificación fiscal se absorbió rápidamente, como muestra la distinta evolución de los precios entre España y Europa (si bien hay que tener en cuenta que los descuentos en otros países europeos sí se aplican en el surtidor). Esto se debe, en buena medida, a que la mayor parte de la bonificación fiscal corresponde al Gobierno (15 céntimos por litro), pero el resto (5 céntimos) corresponde a las estaciones de servicio, y esta cantidad está por encima de sus márgenes comerciales, por lo que no es de extrañar que incrementaran los precios en cierta cantidad. Además, las gasolineras trasladan con mayor rapidez las subidas de precios del crudo a las productos refinados que las bajadas, algo que los distintos organismos de Competencia han bautizado como el efecto cohete y pluma.
Gasóleo
Sin embargo, quizá el factor más importante a la hora de que los precios del gasóleo se hayan quedado tan cerca de los máximos históricos son los cuellos de botella en torno al refino, dado que buena parte de la capacidad mundial está ubicada en Rusia y que el país se ha especializado en el suministro de este producto. De hecho, dos terceras partes de las importaciones de gasóleo de la Unión Europea llegaron a provenir de Rusia antes del estallido de la guerra, un proveedor que ha resultado muy difícil de sustituir por terceros países. Además a eso hay que sumar que, desde el estallido de la pandemia, se han reducido los desplazamientos personales e incrementado los profesionales (donde hay un mayor peso del coche diésel), elevando los precios de este último. De hecho, tradicionalmente el gasóleo siempre había sido entre 10 y 15 céntimos más barato que la gasolina, algo que ha cambiado este año por primera vez en la historia.
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