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Muchos comparan los paros que han afectado a esta economía de US$520.000 millones con la pandemia del virus Covid-19
Desde pequeños restaurantes hasta empresas de alta tecnología y un importante yacimiento de gas gestionado por Chevron Corp. las empresas israelíes se están viendo convulsionadas por la guerra contra Hamás.
Muchos comparan los paros que han afectado a esta economía de US$520.000 millones con la pandemia del virus Covid-19, con escuelas, oficinas y obras de construcción vacías o abiertas sólo unas horas al día. Israel movilizó la cifra récord de 350.000 reservistas antes de su ofensiva terrestre contra Gaza, agotando aproximadamente 8% de la mano de obra.
La llamada a filas y la congelación parcial de la economía han provocado un repentino desplome de la actividad y han afectado a todos los sectores, desde la banca hasta la agricultura. Según Mizrahi-Tefahot, uno de los principales prestamistas israelíes, están costando al Gobierno el equivalente a US$ 2.500 millones al mes. El banco central ha advertido de que el impacto empeorará cuanto más dure el conflicto.
Israel declaró la guerra a Hamás —que EE.UU. y la UE consideran organización terrorista— cuando arrasó las comunidades del sur el 7 de octubre, matando a unas 1.400 personas. Miles de palestinos han muerto en ataques aéreos de represalia contra Gaza, el enclave mediterráneo gobernado por Hamás.
Las consecuencias financieras ya son graves. Las acciones israelíes son las de peor rendimiento del mundo desde que estallaron los combates. El principal índice de Tel Aviv ha bajado 15% en dólares, lo que equivale a casi US$25.000 millones.
El shekel se ha desplomado a su nivel más débil desde 2012 —a pesar de que el banco central anunció un paquete sin precedentes de US$45.000 millones para defenderlo— y se encamina a su peor rendimiento anual en lo que va de siglo. El coste de la cobertura frente a nuevas pérdidas se ha disparado.
Para Naama Zedakihu, propietaria de dos restaurantes en Modi'in, ciudad situada entre Jerusalén y Tel Aviv, la crisis le ha hecho plantearse el despido temporal de sus 70 empleados.
"Intenté abrir los restaurantes por primera vez después de dos semanas y media, pero están vacíos, así que cerraré pronto", dijo el 24 de octubre. "Las entregas no son suficientes para mantener el negocio".
El alcance geográfico y la duración del conflicto determinarán la magnitud de su impacto económico a largo plazo. El Primer Ministro Benjamín Netanyahu advirtió el sábado de una campaña militar "larga y difícil" al iniciar Israel su esperada incursión en Gaza.
JPMorgan Chase & Co. predice que la economía israelí se contraerá 11% este trimestre sobre una base anualizada.
Los recientes conflictos de Israel —incluido uno en 2006 con Hezbolá, con sede en Líbano, y otro con Hamás en 2014 que duró alrededor de siete semanas e incluyó un asalto terrestre a Gaza— "apenas afectaron a la actividad", dijeron los analistas de JPMorgan el 27 de octubre. Pero "la guerra actual ha tenido un impacto mucho mayor en la seguridad interna y la confianza."
La interrupción inicial ha sido tan grave que sólo 12% de los fabricantes israelíes estaban a pleno rendimiento tras dos semanas de guerra, según una encuesta. La mayoría citó la escasez de personal como su mayor problema.
La guerra pondrá a prueba la resistencia de Israel. El gobierno ha declarado que su déficit fiscal podría más que duplicarse este año y el próximo con respecto a las previsiones anteriores. S&P Global Ratings, Moody's Investors Service y Fitch Ratings han emitido advertencias sobre las perspectivas de la deuda del país, acercándolo a la primera rebaja de su calificación.
Israel ha restringido el trabajo y limitado las reuniones en lugares cerrados a 50 personas en gran parte del país. Y cuando comenzaron las escaramuzas con Hezbolá, otro grupo militante respaldado por Irán, en la frontera norte de Israel, muchos pueblos y ciudades de la zona fueron evacuados. Entre allí y las comunidades que rodean Gaza por el sur, más de 120.000 israelíes se han visto obligados a abandonar sus hogares.
El gasto de los hogares se ha desplomado, lo que ha supuesto un duro golpe para el sector del consumo, que representa aproximadamente la mitad del producto interior bruto.
El consumo privado cayó casi un tercio en los días posteriores al estallido de la guerra, en relación con una semana media en 2023, según la cámara de compensación del sistema de pagos Shva. El gasto en artículos como ocio y entretenimiento se desplomó hasta 70%.
Según Bank Leumi, con sede en Tel Aviv, el descenso de las compras con tarjeta de crédito fue más grave que el que experimentó Israel en el punto álgido de la pandemia en 2020.
"Industrias enteras y sus ramificaciones no pueden funcionar", dijo Roee Cohen, jefe de una federación de pequeñas empresas. "La mayoría de los empresarios ya han decidido poner al personal en excedencia sin sueldo, lo que afecta a cientos de miles de trabajadores".
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