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El Gobierno acaba de sellar un acuerdo con el gigante del transporte marítimo Maersk que supondrá una inversión de US$9.875 millones
El Gobierno acaba de sellar un acuerdo con el gigante del transporte marítimo Maersk que supondrá una inversión de 10.000 millones de euros (US$9.875 millones) en el país y aspira a poner a España en el mapa internacional de la producción de combustibles verdes.
La firma tiene previsto construir en Andalucía y Galicia dos plantas de producción de metanol verde con las que aspira a cubrir el 10% de sus necesidades de combustibles limpios para 2030, utilizando hasta 80 parques de energías renovables del país y generando 85.000 empleos en un plan que el Ejecutivo nacional prevé participar con fondos europeos del programa Next Generation, detallan fuentes gubernamentales.
El proyecto engarza en el objetivo internacional de descarbonización de la economía para 2050, que obliga al transporte marítimo a reducir un 4,2% sus emisiones anuales hasta mediados de siglo, lo que ha llevado a Maersk a plantearse la consecución de este objetivo en 2040 sustituyendo su actual flota de 750 buques por nuevas naves alimentadas con combustibles verdes.
Maersk, responsable del 20% del mercado de transporte de contenedores por mar de todo el planeta, cuenta con 100.000 empleados en cinco continentes y opera en 120 países (incluyendo 1.7000 trabajadores en España, donde trabaja en 12 puertos y cuenta con 5 terminales).
Para acometer la transición medioambiental de semejante gigante, la cúpula de Maersk ha comenzado a encargar la construcción de 19 nuevos barcos de 17 toneladas alimentados con metanol verde, en sustitución del denso gasoil fuertemente contaminante que vienen utilizando, y que comenzarán a operar en 2024.
Ante la falta de suministradores que cubran sus necesidades de suministro, y dado que suponen el 30% de sus costes operativos, la compañía ha decidido entrar directamente en el mercado de la producción de combustibles verdes para autoabastecerse. La firma calcula que necesitará 20 millones de toneladas de metanol verde al año, duplicando el volumen de combustible tradicional que hoy consume, de los que requerirá producir unos 12 millones.
El metanol verde, o e-metanol, se produce mediante un proceso de electrólisis de hidrógeno verde y Co2 biogénico generado a partir de biomasa, lo que requiere una importante cantidad de energía renovable para que el proceso de producción sea medioambientalmente neutro de principio a fin. Y es ahí donde entra en juego España, por su potente capacidad de generación solar y eólica y su apuesta estratégica por el hidrógeno verde, defiende el Gobierno.
El objetivo de Maersk es establecer cinco o seis puntos de autoabstecimiento que encarten en sus tradicionales rutas marítimas internacionales y sirvan también de puertos de carga y descarga de mercancía. Tras cerrar un primer acuerdo en este sentido con Egipto para impulsar uno de los hub en El Cairo, el gigante del transporte marítimo ha puesto el foco ahora en Andalucía y Galicia.
El plan, explican fuentes del Gobierno español, pasa por crear una primera planta en uno de estos dos puntos para comenzar a producir 200.000 toneladas en 2025, alcanzar el millón en 2027 y, ya con la segunda planta operativa, rondar los 2 millones de producción anual en España para 2030. Durante este periodo la compañía prevé analizar la evolución del mercado de combustibles verdes para calibrar si la alternativa al metanol verde, el amoniaco (también producido a base de hidrógeno) gana terreno, en cuyo caso dedicaría la segunda planta a su producción.
Para alimentar estas plantas, en paralelo, Maersk estudia servirse de entre 20 y 80 plantas eólicas y solares de todo el país, algunas de las cuáles promoverá directamente, optando por comprar otras ya en desarrollo y por adquirir la energía de otras propiedad de terceros.
El Gobierno español estima que la inversión total ascenderá a unos 10.000 millones de euros, el grueso de los cuáles será aportado por Maersk, que busca verse apoyado con participación pública a través de fondos europeos y con aportaciones de inversores interesados.
Para España, explican fuentes gubernamentales, se trata de un proyecto estratégico, no solo por su magnitud, impacto económico y laboral, sino porque termina por situar a España en el mapa global de la producción de hidrógeno verde y otros combustibles limpios, en este caso especialmente de cara al mercado del transporte marítimo internacional. Aunque el proyecto será propiedad de Maersk y enfocado en su autoabastecimiento, fuentes oficiales asumen que a 10 o 15 años vista puede tratarse de un proyecto público-privado en el que el combustible se ofrezca a terceros.
Los cálculos preliminares del Ejecutivo indican que el proyecto podría generar 85.000 empleos, incluyendo 4.500 de carácter constante, de 30.000 a 40.000 durante su construcción, y 41.000 empleos indirectos.
El proyecto anunciado este jueves entra ahora en la fase de estudio técnico final, que se espera culminar de cara a junio de 2023, cuando se espera sellar definitivamente definiendo las condiciones financieras y la aportación pública entre otros detalles.
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