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El presidente Iván Duque se refirió al hecho y dijo que "es un acto cobarde y lleno de barbarie contra todo el pueblo haitiano"
El presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado después de que un grupo de personas que no han sido identificadas atacó su residencia privada, de acuerdo con las declaraciones del primer ministro interino del país en un comunicado.
Según el primer ministro interino Claude Joseph, la esposa de Moïse, la primera dama, Martine Moïse, estaba hospitalizada tras el ataque. Sin embargo, sobre las 7:30 a.m. medios locales informaron sobre su fallecimiento, aunque la información no ha sido confirmada oficialmente. Sin embargo, sobre el medio día Reuters informó que la primera dama está en estado crítico, y fue evacuada a Miami para recibir atención médica.
Este hecho generó el repudio de varios países del mundo, y el presidente de Colombia, Iván Duque, trinó al respecto y rechazó el hecho.
El primer ministro Joseph repudió la escena como un "acto odioso, inhumano y bárbaro", y agregó que la policía nacional de Haití y otras autoridades tenían bajo control la situación en el país caribeño.
Además, el comunicado oficial reveló que uno de los detalles del suceso es que los atacantes del primer ministro y su esposa hablaban español.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, condenó el atentado y dijo que "es una afrenta al conjunto de la comunidad de naciones democráticas representadas en la Organización de los Estados Americanos (OEA). Deploramos con la mayor vehemencia esta tentativa de socavar la estabilidad institucional del país".
Además, reiteró su solidaridad con el pueblo haitiano, y reiteró que "los asesinatos políticos no tienen lugar en una democracia. Llamamos a poner fin a una política irresponsable que amenaza con hacer fracasar los avances democráticos y el futuro del país".
De acuerdo con The Wall Street Journal, Haití, con más de 11 millones de personas, se había vuelto cada vez más inestable y descontento bajo el gobierno del Moïse. Esto, debido a que tenía problemas económicos, políticos y sociales, los cuales se han profundizado, "con la violencia de las pandillas aumentando fuertemente en la capital de Puerto Príncipe, la inflación en espiral y la comida y el combustible escaseando en ocasiones en un país donde 60% de la población gana menos de US$ 2 al día. . Estos problemas se producen cuando Haití todavía intenta recuperarse del devastador terremoto de 2010 y del huracán Matthew que azotó en 2016".
El diario apuntó que, Moïse, de 53 años, había gobernado por decreto durante más de dos años después de que el país no pudiera celebrar elecciones, lo que provocó la disolución del Parlamento. Esto generó que, los líderes de la oposición lo acusaran de buscar aumentar su poder, con la aprobación de un decreto que limitó los poderes de un tribunal que audita los contratos del gobierno y otro que creó una agencia de inteligencia que solo responde al presidente.
Esto llevó a que los opositores pidieran su renuncia, ya que argumentaban que su mandato había terminado en febrero de este año, aunque los seguidores del presidente asesinado legitimaban su gestión y dicen que Haití tenía programado celebrar elecciones generales a finales de este año.
De acuerdo con una entrevista concedida este año a La Razón, Jovenel Moïse, dijo que sentía el respaldo del país a pesar de escoger un camino difícil que era el de buscar cambios profundos, en lugar de irse por la vía del clientelismo y la corrupción.
"Un logro de estos cuatro años es haber podido abrir los ojos del pueblo. Hoy la gente empieza a entender y a identificar a sus enemigos. En Haití hay muchos lobos ocultos bajo piel de corderitos", dijo al medio.
Además, frente al cuestionamiento de que reprimía las protestas de forma violenta, que iniciaron desde que se juramentó en 2017, respondió que era un demócrata y que aplaudía la protesta pacífica, aunque hizo énfasis en que "no podemos permitir que pequeños grupos violentos secuestren el futuro de todo un pueblo".
Dicho por el presidente, en ese año una minoría violenta en el Parlamento se negó a votar el presupuesto y la ley electoral, y luego, la inestabilidad política se acrecentó cuando, según él, presentó reformas clave y acabó con contratos corruptos que costaban US$4.500 millones. "Recuperé maquinaria pesada del Estado que había sido robada, inicié reformas en la importación de productos petrolíferos, electricidad y obras públicas. También combatí la especulación de la moneda con el objetivo de aumentar los beneficios para el país. Además, hubo inversiones del Estado para aumentar la producción agrícola y disminuir las importaciones", declaró al medio.
El mandatario había dicho que no existía el riesgo de una guerra civil en su país, porque estaba en una negociación con los "hermanos" de la oposición para encontrar una salida a la crisis social y política del país. Además, respondió que, tras las elecciones después de un referendo constitucional, no volvería a participar en elecciones a la Presidencia.
Luego de que se conociera la noticia, República Dominicana ordenó el cierre de su frontera con Haití. El primer ministro declaró estado de emergencia a nivel nacional y, tras reiterar que quienes asesinaron al presidente hablaban inglés y español, llamó a la población a la calma y dijo que "la situación está bajo control".
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