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La transición mundial a energías limpias se retrasaría y haría subir los precios del cobre, del níquel, del cobalto y del litio a máximos
La transición energética global podría retrasarse por el incremento de los precios de los metales necesarios para generar energías renovables no convencionales, revela un informe del Fondo Monetario Internacional.
“Las necesidades de energía limpia pueden dar lugar a un período de muchos años de carestía del cobre, el níquel, el cobalto y el litio en un escenario de cero emisiones netas”, sostiene el FMI en su informe.
El organismo advirtió que el aumento de los precios de materiales como el cobalto y el níquel podría prolongarse hasta finales de esta década, y descarrilar, o retardar, la propia transición energética.
Se proyecta que el precio del litio, que se usa para las baterías de los vehículos eléctricos, experimentará alzas que irán desde los US$6.000 por tonelada métrica, que son los precios que se manejaban en 2020, hasta alrededor de US$15.000 a finales de esta década. Y permanecería en niveles elevados durante la mayor parte de la década de 2030, asegura el FMI.
Adicionalmente, indica que los precios del cobalto, el litio y el níquel aumentarían en cifras de tres dígitos en términos porcentuales comparados con los niveles de 2020, y alcanzarían máximos en alrededor de 2030. Sin embargo, no ocurrirá en las mismas proporciones con los cuellos de botella que presenta el cobre, ya que la demanda no aumenta tan bruscamente, según explica el FMI.
El organismo estima que los precios alcanzarían máximos como lo hicieron en 2011, aunque permanecerían elevados durante un tiempo más prologado.
“El golpe de la transición hacia energías limpias a los precios de estos metales va a depender de qué tan temporal es la actual situación. Los proyectos están sufriendo impactos grandes por este incremento de precios, además de aumentos de costos de fletes y otros temas logísticos”, afirma Alejandro Lucio, director de Consultoría y Mercado Mayorista de Óptima Consultores y experto en energías renovables.
Sobre el posible retraso en la transición a energías limpias por los precios altos de los metales, Lucio agrega que “se espera que sea resultado del elevado incremento de la demanda y la falta de inventarios y disponibilidad, todos asociados a la pandemia. Pero también se proyecta cierta normalización. Si esta no se da, podría tener impactos muy relevantes en la competitividad de estos proyectos. De mantenerse la escalada de precios, se tendría un impacto importante, en dado caso de que no se normalice la situación en los próximos meses”.
El informe del FMI también plantea una perspectiva de los precios de esos metales en un escenario de cero emisiones netas, teniendo en cuenta la meta mundial de limitar los aumentos de temperatura a 1,5 grados celsius, y dice que esto requeriría una transformación del sistema energético importante que podría consecuentemente disparar considerablemente la demanda de metales.
Asegura el FMI que en este escenario la oferta tendería a reaccionar de forma lenta a las señales de precios, debido a que el cobre, el níquel y el cobalto se extraen de minas y los procesos requieren fuertes inversiones, además de que tardan más de una década en pasar del descubrimiento a la producción. Por su parte, el litio suele provenir de manantiales minerales y salmueras, y se extrae bombeando agua salada subterránea, lo que reduce los tiempos de gestación a aproximadamente cinco años.
“De hecho, si la minería tuviera que satisfacer el consumo en el escenario de cero emisiones netas de la Agencia Internacional de Energía, el reciente análisis del personal técnico muestra que los precios podrían alcanzar máximos históricos durante un lapso sin precedentes, y esos aumentos de los costos podrían incluso retardar la propia transición energética”, concluye en su informe el Fondo Monetario.
Además, dice el FMI que el incremento de la demanda sería más intenso al comienzo del período ya que los componentes de la energía renovable, como turbinas eólicas o baterías, necesitan metales en su inicio.
Sin embargo, en cuanto a la oferta, la producción reacciona de forma lenta debido al largo tiempo que tarda la explotación de minas, y en este escenario la estrechez en el mercado solo empieza a aliviarse a partir de 2030. Sobre el futuro inmediato de los precios de los metales, Edward Moya, analista senior de mercados en Oanda, señala que los efectos que dejó la pandemia en los commodities podrían verse el próximo año.
“A la par con la lucha que libran muchas economías por tratar de recuperarse del impacto que dejó el covid, el mundo sigue fielmente comprometido con la adopción de energías limpias y eso proporcionará una demanda significativa en el futuro para metales como el cobre, níquel, cobalto y litio. Tal vez al iniciar 2022 se verán movimientos fuertes en este sentido. El gasto en infraestructura global no es tan claro dada la debilidad en economías poderosas como la de China, y eso hace que muchos hablen y confirmen que este ha sido un año volátil para los metales industriales”, dice Moya.
Añade que “sería completamente comprensible que surjan contingencias que puedan retrasar algunos esfuerzos por implementar energías limpias, dada la fragilidad y lentitud en algunos procesos de recuperación económica, en especial en los mercados emergentes”.
Valor de producción de los metales se sextuplicaría a US$12,9 billones
El repunte de la demanda de los cuatro metales necesarios para la transición energética aumentaría el valor de su producción, a US$12,9 billones a lo largo de dos décadas, según proyecciones del FMI en un escenario de cero emisiones. El aumento de los precios de estos metales podría jalonar la inflación, el comercio y el producto a nivel global, pero también generarían importantes ingresos para los productores. Los principales beneficiados serían El Congo, Australia, Chile, Perú, Rusia, Indonesia y Suráfrica.
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