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Los precios de referencia alcanzaron el martes su nivel más alto en más de un año, ya que los datos preliminares del 1 de enero mostraron que no se habían registrado reservas
Los flujos de gas ruso a Europa a través de Ucrania parecen a punto de interrumpirse, ya que se agota el tiempo para encontrar una solución de última hora antes de que expire un acuerdo clave de tránsito, lo que eleva los riesgos para la seguridad energética del continente, que depende en gran medida de sus reservas.
Los precios de referencia alcanzaron el martes su nivel más alto en más de un año, ya que los datos preliminares del 1 de enero mostraron que no se habían registrado reservas para el tránsito por la ruta, que durante cinco décadas ha sido una vía clave para la entrada de gas en Europa, incluso durante los casi tres años transcurridos desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia.
Si se confirma, la interrupción obligará a un puñado de países centroeuropeos que han dependido de estos flujos a abastecerse de gas más caro en otros lugares, lo que aumentará la presión sobre el suministro en un momento en que la región ya está agotando sus reservas de invierno al ritmo más rápido de los últimos años.
De momento, no hay alternativa al acuerdo de tránsito, que dura ya cinco años, a pesar de meses de disputas políticas. Aunque los envíos a través de Ucrania solo representan alrededor del 5% de las necesidades de gas de Europa, la región sigue sintiendo las réplicas de una crisis energética desencadenada por la invasión a gran escala de su vecino por parte del Kremlin.
La inminente finalización del acuerdo de tránsito ha puesto de relieve la continua dependencia europea del gas ruso a través de gasoductos y envíos de combustible licuado, así como las grietas en el planteamiento del bloque para desprenderse de los suministros rusos.
Tras la invasión, la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se ha fijado el objetivo político de eliminar progresivamente los combustibles fósiles rusos para 2027, y ha afirmado que el fin del tránsito tendrá escasa repercusión en los mercados energéticos regionales. Aun así, países como Hungría y, sobre todo, Eslovaquia han emprendido una campaña cada vez más encarnizada para que el combustible siga fluyendo.
Europa también se enfrenta a un mercado mundial del gas cada vez más tenso. El contrato del primer mes terminó el año con una subida anual de 51%, la mayor desde 2021.
Los datos iniciales del miércoles indican que no hay pedidos de gas en la estación de toma de Sudzha, en la frontera entre Rusia y Ucrania. Las llamadas nominaciones, que aún podrían cambiar en las próximas horas, representan solicitudes de la rusa Gazprom PJSC para mover el gas pedido por sus clientes.
Los datos del operador de la red eslovaca, Eustream, muestran que no hay ninguna solicitud de tránsito de gas por el punto de Velke Kapusany, una interconexión clave en la frontera entre Eslovaquia y Ucrania que ha sido históricamente una de las principales rutas de suministro de gas ruso a Europa.
Aunque los operadores permanecen alerta ante cualquier indicio de que los flujos puedan continuar de algún modo, la escalada de la disputa pública entre Ucrania y Eslovaquia ha mermado el optimismo en las últimas semanas.
El Presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, rechazó a principios de mes cualquier acuerdo que acabara enviando dinero a las arcas rusas mientras continuara la guerra. Mientras tanto, el Primer Ministro eslovaco, Robert Fico, ha amenazado a Ucrania con un posible corte del suministro eléctrico, lo que plantea interrogantes sobre la seguridad energética en la región.
En un último esfuerzo el fin de semana, Fico instó a la UE a abordar la inminente interrupción del suministro a través de Ucrania, afirmando que el efecto económico en el bloque superaría el impacto en Rusia. Estimó que los consumidores europeos podrían tener que hacer frente a un aumento de hasta 50.000 millones de euros (US$ 52.000 millones) en el precio del gas al año y a otros 70.000 millones (US$72 millones) en el coste de la electricidad.
Eslovaquia y algunos otros países centroeuropeos se han mostrado partidarios de un descuento en el gas procedente del este y, en los últimos meses, las principales empresas de la región se han apresurado a conseguir apoyos para una alternativa al acuerdo entre Rusia y Ucrania.
Eslovaquia ha dicho que puede soportar la pérdida de gas ruso, pero que sería muy costoso traer otros suministros a este país sin salida al mar. El gas ruso también solía fluir desde Eslovaquia a Austria y la República Checa, aunque estos dos últimos países ya no compran el combustible directamente a Gazprom.
El cese del flujo a través de Ucrania el 1 de enero es la situación prevista y la UE está preparada para ello", declaró a Bloomberg News un portavoz de la Comisión Europea. La comisión, el ejecutivo de la UE, ha estado trabajando con los estados miembros durante más de un año para prepararse para tal escenario, agregó.
El bloque ha diversificado sus suministros desde 2022, recurriendo cada vez más a las importaciones de gas natural licuado, sobre todo de Estados Unidos. Existen "varias opciones" para regular el tránsito de gas hacia Europa central y oriental, entre ellas otra ruta de gasoductos y terminales de GNL, dijo el martes el Ministerio de Economía alemán.
Funcionarios de Polonia, que asume la presidencia rotatoria de la UE el miércoles, dijeron que el país está en estrecho contacto con la Comisión y "dispuesto a coordinar nuevas medidas con los Estados miembros, si es necesario a partir del 1 de enero".
Las disputas entre Moscú y Kiev ya han interrumpido anteriormente los envíos de gas a los clientes europeos a principios de enero.
En 2009, los flujos de gas ruso a Europa a través de Ucrania se interrumpieron durante casi dos semanas, con más de 20 países afectados por las bajas temperaturas, hasta que las dos naciones firmaron un acuerdo sobre el gas que ponía fin a su disputa. En 2006 se produjo una interrupción más breve. El acuerdo, que expira en 2019 también fue fruto de negociaciones de última hora.
Sin embargo, la guerra hace improbable por ahora una resolución rápida. El Presidente ruso, Vladímir Putin, indicó la semana pasada que no quedaba tiempo para concluir un acuerdo antes de finales de año. Por otra parte, señaló que una demanda de la ucraniana Naftogaz -que alega que Gazprom no ha pagado íntegramente los servicios de tránsito- es otro obstáculo.
Algunas naciones europeas también han advertido contra las ideas que tacharían el combustible de Gazprom de no ruso. Las empresas energéticas de la región han barajado anteriormente opciones como hacerse con la propiedad del combustible cuando entre en Ucrania o recurrir a un complejo intercambio en el que participe la empresa energética azerbaiyana Socar como mediadora.
Rusia sigue suministrando gas a países como Serbia y Hungría a través de otro gasoducto, TurkStream, que evita Ucrania. Pero ese enlace no basta para compensar totalmente la pérdida de la ruta ucraniana. Otra vía, a través de Polonia, está ahora cerrada. El gasoducto Nord Stream, que une Alemania con Rusia, resultó dañado en las explosiones de 2022, y el nuevo enlace Nord Stream 2 nunca ha sido autorizado por Berlín.
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