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La próxima junta de la Reserva Federal para fijar tasas se hará en medio de huelga de trabajadores de la industria automovilística
Las autoridades de la Reserva Federal, que han aceptado con timidez la posibilidad de aplastar la inflación sin una recesión, se reúnen esta semana en medio de una huelga de trabajadores de la industria automovilística, un posible cierre del gobierno federal y pagos de préstamos estudiantiles que plantean nuevos riesgos para los consumidores.
El sindicato United Auto Workers inició el viernes una huelga contra los tres principales fabricantes de automóviles, con un paro inicial de unos 13.000 empleados en tres plantas, pero esas cifras podrían aumentar.
Los funcionarios federales electos sólo tienen de plazo hasta el 30 de septiembre, fecha en que expiran las autorizaciones de gasto actuales, para llegar a un acuerdo o las agencias tendrán que cerrar.
Los reembolsos de los préstamos estudiantiles se reanudan en octubre tras una suspensión de tres años durante la pandemia de COVID-19.
De forma aislada, es probable que ninguna de estas medidas modifique la percepción de los riesgos a corto plazo por parte de los responsables de política, ni les haga centrarse en sofocar la inflación, que sigue siendo elevada.
No obstante, como ya se espera que la economía se desacelere en los últimos meses del año, las interrupciones prolongadas en la industria automovilística y en las agencias federales podrían tener resultados impredecibles, como disminuir el gasto de los consumidores o hacer subir los precios de los autos.
Esto supondría un revés en la lucha de la Fed contra la inflación y podría producir el tipo de golpe a la confianza de las empresas y los consumidores que podría significar la diferencia entre un "aterrizaje suave" y una recesión.
En octubre, millones de consumidores tendrán que hacer frente a la renovación de los pagos de los préstamos estudiantiles, lo que les desviará de otros gastos. Esto hizo que los economistas de Goldman Sachs moderaran sus perspectivas, por lo general optimistas, advirtiendo de un "bache" en el cuarto trimestre que podría restar más de un punto porcentual al crecimiento del Producto Interno Bruto.
Vincent Reinhart, economista jefe de Dreyfus y Mellon y antiguo jefe de la división de política monetaria de la Fed, afirmó que, con las agresivas alzas de tasas aún en marcha, los bancos restringiendo el crédito y los consumidores llegando al final de la era pandémica del ahorro, puede que no haga falta mucho para desviar la economía de su curso.
Como riesgo añadido, señaló que la reducción del balance de la FED está alcanzando niveles que podrían endurecer de manera inesperada las condiciones financieras.
"La recesión se produce por impactos relativos a la vulnerabilidad de la economía. Si se llega tarde a un ciclo de endurecimiento, la tasa de los fondos es restrictiva, los colchones se han reducido, entonces se es más vulnerable", dijo. "Este tipo de acontecimientos se habrían descartado hace un año".
Dado que ya se espera que la FED mantenga la tasa oficial entre 5,25% y 5,5% en su reunión de los días 19 y 20 de septiembre, cualquier riesgo que surja puede hacer poco más que cambiar la atmósfera y el lenguaje en torno a la reunión.
De todos modos, los banqueros centrales han ofrecido poca orientación sobre las próximas decisiones. Es probable que se acerquen al final de las alzas de tasas que iniciaron en marzo de 2022 para defenderse de la elevada inflación, pero no están preparados para afirmar con certeza que han tocado techo ni para indicar cuándo podrían recortarse, en parte porque están divididos sobre los próximos pasos.
En los últimos meses, los datos económicos han jugado en general a favor de la FED, con una inflación a la baja incluso pese a que la economía sigue creciendo por encima de la tendencia y sumando un buen número de empleos cada mes.
No obstante, la paralización de dos importantes sectores, con 146.000 trabajadores del sector automovilístico en huelga y 800.000 empleados federales sin sueldo, mermaría el crecimiento y la confianza cada semana que pase.
Según Michael Pearce, de Oxford Economics, "las circunstancias únicas de esta vez significan que cualquier impacto de la huelga podría ser particularmente perjudicial", ya que las cadenas de suministro siguen enredadas por la pandemia y se espera que la negociación sea intensa, porque los trabajadores intentan recuperar el terreno perdido frente a la inflación en medio de unos beneficios récord de la industria.
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