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Los programas de Emmanuel Macron y Marine Le Pen difieren en cuestiones tan críticas como la postura frente a la Unión Europea
Menos fuerte tras el abandono británico y bajo la amenaza de dividirse más por la guerra en Ucrania. La Unión Europea mirará este domingo hacia Francia preguntándose que será de ella. En el segundo país más rico del club, su mayor fuerza militar y el principal fundador de la UE junto con Alemania, se producirá el choque de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales entre el actual presidente de la república, Emmanuel Macron, y su principal contendiente, Marine Le Pen. En juego están, entre otras cosas, la posición de Francia en la esfera internacional.
Macron apuesta por un continuismo en la política internacional francesa. Proseguir en la OTAN en su forma actual, cuidar las relaciones entre París y Berlín para reforzar a la Unión Europea y mantener las sanciones que pesan sobre Rusia.
Por su parte, Le Pen apuesta por abandonar la “comandancia integrada” de la OTAN, lo que supone que Francia no participaría en misiones sobre el terreno ni tendría que seguir las estrategias marcadas por la organización. Sobre la UE, Le Pen ha rebajado mucho el tono rupturista de años atrás y asegura que no quiere salir del club comunitario, pero propone cambiarlo por una “Europa de las naciones”. Esto es, hacer que la ley nacional francesa esté por encima de la comunitaria, algo que atenta directamente contra los cimientos de la Unión.
Respecto a Rusia y su invasión de Ucrania, Le Pen se muestra favorable a buscar una solución diplomática a través de la ONU, critica que las sanciones están dañando al poder adquisitivo de los franceses y piensa que para desescalar el conflicto es necesario garantizar que Ucrania no se unirá a la OTAN. Macron sería, de esta forma, un candidato más cercano a una Francia global y Le Pen optaría por un giro nacionalista.
‘Déjà vu’
A simple vista, podría parecer que esta cita electoral es una repetición de la segunda vuelta de las presidenciales de 2017, cuando Macron obtuvo 66,1% frente 33,9% de Le Pen, pero la situación no es la misma y abre nuevas incógnitas. Francis Ghilès, investigador sénior asociado del Barcelona Centre for International Affairs (Cidob), razona el porqué. “Es diferente, porque Macron hace cinco años era nuevo y esta vez debe defender su gestión en la presidencia, y no es tan fácil”, sostiene.
En estos cinco años, al igual que en el resto del mundo, la pandemia ha dejado una profunda huella en Francia. “Durante el covid-19, Macron trató de ayudar a la población y a las empresas, pero también hubo un efecto que dañó a las cadenas de suministro del mundo, a la globalización. Y esto hace que mucha gente hoy en día esté a favor de que la producción se quede en Francia, que no haya tantos vínculos con el extranjero. El presidente no quiere ir abiertamente en contra de algunos planteamientos de extrema derecha porque es consciente de que el país ha cambiado. Francia es más de derechas ahora que hace cinco años”, afirma Ghilès.
Sobre qué ha cambiado en Le Pen, el experto piensa que lo han hecho las formas, pero no el fondo. “Ha puesto una cara muy simpática, pero su programa es tan radical como hace cinco años. La principal diferencia es que hace cinco años quería salir del euro, pero hoy ha cambiado esa idea por la de reformular Europa, romper la alianza con Alemania y hacer una ‘Europa de las naciones’. El tono es más suave, pero el fondo no ha variado apenas”, valora.
Popularidad de Le Pen
Le Pen ha atraído a casi uno de cada cuatro de los votantes, con una hábil campaña electoral que ha aprovechado el descontento hacia Macron de muchos ciudadanos. Sin poner el énfasis en sus posturas más controvertidas, centrada en la pérdida de poder adquisitivo de los franceses y visitando las zonas más deprimidas como el campo o las pequeñas y medianas ciudades. En contraste, Macron apenas hizo campaña antes de la primera vuelta, argumentando como razón oficial la guerra en Ucrania. “La gente piensa de él que está muy lejos de los problemas del pueblo”, desarrolla Ghilès.
Cruzando los resultados de las votaciones en la primera vuelta con el PIB per cápita de las regiones y la evolución del mismo desde el año 2000, se observa que la riqueza media de los habitantes o la capacidad de crecimiento de una región no está estrechamente relacionado con el sentido del voto (ver gráfico).
“A la mayoría de la gente que vota a Mélenchon o a Le Pen no les interesa demasiado Ucrania, están más preocupados por su nivel de vida, sus propias dificultades. Tienen miedo hacia el mundo globalizado. A Le Pen la votan aquellos que sienten que están perdiendo con el rumbo actual del mundo”, concluye el investigador del Cidob.
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