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Trudeau lo planteó en la COP26. Hoy, cerca del 20% de las emisiones contaminantes a nivel mundial pagan alguna compensación
En su intervención en la cumbre climática del COP26 celebrada en Glasgow, Escocia, el primer ministro Justin Trudeau les pidió a los demás líderes acompañar a Canadá en su política de fijar un precio por tonelada de emisión de carbono.
Actualmente cerca del 20% de las emisiones contaminantes a nivel mundial pagan una especie de compensación por la polución causada sobre el planeta.
La propuesta del mandatario canadiense comprende triplicar este indicador y conseguir que por lo menos el 60% de las emisiones de gases efecto invernadero estén cubiertas por un precio a la contaminación de aquí al 2030.
“Lo que hace un precio fuerte del carbono, cuando está diseñado adecuadamente, es en realidad llevar esas señales de precios al sector privado, transformar la economía y alentar a los ciudadanos a tomar mejores decisiones”, argumentó Justin Trudeau ante la asamblea en Glasgow.
El precio del carbono existe en Canadá desde hace tres años. Inició en 2019 con una tarifa de US$20 por cada tonelada; actualmente está en US$40, y la meta es que en 2030 ese valor ascienda a los US$170. Dicho cobro es asumido por los consumidores finales, quienes hoy pagan $8.8 centavos adicionales por cada litro de gasolina, lo que se traduce en US$$3.5 más para quien tanquea su carro con 40 litros de combustible.
El mandatario Trudeau comparó la idea con el compromiso alcanzado por más de 130 países para que las grandes corporaciones paguen un impuesto mínimo del 15% a nivel global. Sin embargo, esta discusión podría ser aún más complicada, ya que incluso en Canadá las fuerzas políticas han estado claramente divididas en torno a la aplicación de dicha medida.
Los conservadores, quienes desde el 2015 representan la oposición, han expresado reiteradamente su rechazo al precio mínimo del carbono, e incluso, han prometido derogarlo en caso de llegar nuevamente al poder. Argumentan que, lejos de constituir un desincentivo para la emisión de gases, afecta el costo de vida y la competitividad de las empresas.
Los incrementos en los precios de los combustibles, por cuenta de la reactivación económica tras la disrupción de la pandemia, son otro factor que complica aún más la discusión en torno al impacto del precio mínimo al carbono. Tan solo en Canadá, el alza en el valor de la gasolina supera el 30% en el último año, elevando consigo los precios de otros rubros clave, como lo son alimentos y transporte.
Estos incrementos, explicados por el retorno de los altos precios del petróleo, se convierten además en un incentivo para la mayor extracción de crudo. Hoy la producción en la provincia de Alberta registra niveles récords de producción, lo cual termina por demostrar que el mercado está en la situación de asumir costos extras como los que se generan a partir de medidas como la planteada por Justin Trudeau, sin que esto se traduzca necesariamente en una reducción de emisiones.
Tanto Canadá como Estados Unidos se han fijado metas importantes para disminuir significativamente el nivel de los gases efecto invernadero.
Mientras el objetivo del primero es reducirlas en 40% de aquí al 2030, desde Washington la idea es hacerlo en un 50%. En medio de este contexto hay una aparente dualidad en los mensajes desde la Casa Blanca, pues al tiempo que se reitera el compromiso con dicho objetivo, el alza en los precios de los combustibles ha hecho que desde la oficina oval se haya estado presionando a los miembros de la Opep, y a otros países, para que abran los grifos con urgencia y bombeen mucho más crudo.
Por su parte en Canadá, durante las pasadas elecciones de septiembre, Trudeau se comprometió a que la contaminación por parte de la industria de hidrocarburos no aumentaría. “Usaremos la legislación y regulación para garantizar que las emisiones de petróleo y gas estén limitadas a los niveles actuales y disminuyan con el tiempo", aseguró el recién posesionado ministro para el Medio Ambiente y el Cambio Climático, Steven Guilbeault.
Sin embargo, dado que el gobierno federal no tiene en Canadá la autoridad para fijar el nivel de la producción, es el mercado quien finalmente definirá su techo.
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