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La activista sueca Greta Thunberg pidió a sus millones de seguidores que firmen una carta abierta acusando a los líderes de traición
Los líderes mundiales comenzaron a llegar el lunes a una conferencia de la ONU vital para evitar los efectos más desastrosos del cambio climático, en un desafío que se hizo aún más abrumador por la incapacidad de las principales naciones industriales para acordar nuevos compromisos ambiciosos.
La COP26 comienza en la ciudad escocesa de Glasgow un día después de que los países del G-20 no lograron comprometerse con el objetivo de 2050 para detener las emisiones netas de carbono, una fecha límite ampliamente citada como necesaria para prevenir el calentamiento global más extremo.
En su lugar, sus conversaciones en Roma solo reconocieron "la relevancia clave" de detener las emisiones netas "para mediados de siglo o alrededor de esa fecha", fijaron un calendario para eliminar el carbón a nivel local y suavizaron las promesas de reducir las emisiones de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono.
La activista sueca Greta Thunberg pidió a sus millones de seguidores que firmen una carta abierta acusando a los líderes de traición.
"Ciudadanos de todo el planeta, los instamos a enfrentar la emergencia climática", tuiteó. "No el año que viene. No el mes que viene. Ahora".
Muchos de esos líderes subirán al escenario en Glasgow el lunes para defender su historial y, en algunos casos, para hacer nuevas promesas al comienzo de dos semanas de negociaciones que el anfitrión de la conferencia, Reino Unido, califica como fundamentales.
"La humanidad ha agotado hace tiempo el reloj del cambio climático. Falta un minuto para la medianoche y debemos actuar ahora", dirá el primer ministro británico, Boris Johnson, en la ceremonia de apertura, según extractos previos de su discurso. "Si no nos tomamos en serio el cambio climático hoy, será demasiado tarde para que nuestros hijos lo hagan mañana".
Discordia
Las diferencias entre algunos de los mayores emisores sobre cómo reducir el consumo de carbón, petróleo y gas, y ayudar a los países más pobres a adaptarse al calentamiento global no facilitará la tarea.
En el G-20, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, señaló a China y Rusia -ninguno de los cuales enviará a su líder a Glasgow- por no llevar propuestas a la mesa.
El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, a bordo del Air Force One con Biden, dijo que Glasgow podría presionar a quienes no han dado un paso al frente aún, pero eso no pondría fin al esfuerzo global.
"También es fundamental para nosotros reconocer que el trabajo tendrá que continuar después de que todos se vayan a casa", dijo a los periodistas.
El presidente chino, Xi Jinping, cuyo país es por mucho el mayor emisor de gases de efecto invernadero, por delante de Estados Unidos, se dirigirá a la conferencia el lunes en una declaración escrita, según un cronograma oficial.
El ruso Vladimir Putin, uno de los tres mayores productores de petróleo del mundo junto con Estados Unidos y Arabia Saudita, abandonó sus planes de participar en conversaciones en vivo por enlace de video, dijo el Kremlin.
Promesas, promesas
Con un retraso de un año por la pandemia del covid-19, la COP26 tiene como objetivo mantener vivo el objetivo del calentamiento global máximo a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales, algo que, según los científicos, evitaría sus consecuencias más destructivas.
Para lograrlo hay que asegurar compromisos más ambiciosos para reducir las emisiones, asegurar miles de millones en financiamiento relacionado con el clima para los países en desarrollo y finalizar las reglas para implementar el Acuerdo de París de 2015, firmado por casi 200 países.
Las promesas existentes para reducir las emisiones permitirían que la temperatura superficial promedio del planeta aumente en 2,7°C en el siglo, lo que según la ONU sobrecargaría la destrucción que el cambio climático ya está causando al intensificar las tormentas, exponer a más personas a un calor mortal y a inundaciones, elevar el nivel del mar y destruir hábitat naturales.
Los países desarrollados confirmaron la semana pasada que cumplirían tres años más tarde la promesa hecha en 2009 de proporcionar US$100.000 millones al año en financiación climática a los países en desarrollo para 2020.
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