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Las cifras han aumentado ligeramente desde 2017 en términos de valor aunque los volúmenes de consumo están disminuyendo
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 1 300 millones de consumidores de tabaco en el mundo y se espera que sean 1 250 millones en 2025.
Este pequeño descenso puede resultar sorprendente si se tienen en cuenta las nocivas consecuencias que tiene el consumo de tabaco para la salud (más de 8 millones de muertes al año en todo el mundo), las políticas de salud pública para frenar su consumo (prohibición de la publicidad, tipos impositivos muy elevados) o los costes inducidos por su consumo en términos de gasto sanitario, superiores a los impuestos recaudados.
Un mercado sorprendentemente estable
Aunque a nivel mundial se están desarrollando y reforzando las políticas antitabaco, y a pesar de sus efectos negativos para la salud pública y el medioambiente, el mercado del tabaco sigue siendo sorprendentemente estable.
Según la firma francesa de análisis Xerfi, el mercado mundial del tabaco representaba en 2020 aproximadamente US$1 billón (impuestos incluidos), de los cuales 744 corresponden solo a los cigarrillos. Las cifras han aumentado ligeramente desde 2017 en términos de valor aunque los volúmenes de consumo están disminuyendo. Sin embargo, esta tendencia sigue estando sujeta a fuertes disparidades geográficas.
El mercado mundial del tabaco está dominado por cinco grandes empresas: China National Tobacco (43.6 % de cuota de mercado en volumen, principalmente en China, donde la empresa tiene una cuota de mercado monopólica del 97 %), Philip Morris International (Estados Unidos, 13.9 %), British American Tobacco (Reino Unido, 12.2 %), Japan Tobacco (Japón, 8.5 %) e Imperial Brands (Reino Unido, 3.5 %).
Recientemente estas empresas se han diversificado hacia los llamados productos de riesgo reducido, como los dispositivos para calentar tabaco o los vapeadores, e incluso han integrado nuevos sectores de actividad, como el farmacéutico o el del cannabis.
En 2020 los productos de riesgo reducido de Philip Morris representaron el 24 % de su facturación (frente al 14 % de 2018) y su director general, Jacek Olczak, pidió la prohibición de los cigarrillos en un plazo de 10 años como parte de la estrategia de la compañía: “un mundo sin humo”.
En 2021, Philip Morris anunció la adquisición, por 1 300 millones de euros, de Vectura, un fabricante británico de inhaladores médicos cuyos productos se utilizan, entre otros, para tratar las consecuencias tóxicas del consumo de cigarrillos. Ahora, una de las principales batallas de las compañías de tabaco es el reconocimiento del estatus específico de sus productos de riesgo reducido para obtener una fiscalidad menor, a pesar de que la OMS impugna enérgicamente el carácter reducido de estos riesgos.
Vistos los efectos negativos del consumo de tabaco cabría preguntar si la situación financiera de las empresas tabacaleras no se ha visto afectada. La respuesta es no; de hecho, sus márgenes de explotación (la relación entre los beneficios antes de intereses e impuestos y la facturación) siguen siendo muy amplios. En 2020 fue del 17.7 % para Imperial Brands y del 43.5 % para British American Tobacco. Estos márgenes son, de media, un 12 % más altos que los obtenidos por las 500 grandes empresas estadounidenses de todos los sectores económicos que conforman el índice bursátil S&P 500. Incluso han ido mejorando con el tiempo y la pandemia no ha tenido un impacto negativo en el consumo.
Esto ha permitido a las empresas pagar unos dividendos muy generosos en 2020: 7 400 millones de dólares Philip Morris, 6 500 millones British American Tobacco, 2 600 millones Japan Tobacco y 2 300 millones Imperial Brands.
Inversores incautos
En un momento en que la inversión socialmente responsable (ISR) y los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG) parecen haberse convertido en una obligación para los gestores de activos, cabría imaginar que la industria del tabaco quedaría progresivamente excluida de las estrategias de inversión de los inversores institucionales. Sin embargo, también en este caso la realidad es otra.
Los inversores institucionales representan el grueso de los accionistas de las tabacaleras, con la excepción de Japan Tobacco, en la que el Estado japonés posee el 37,6 %. Si nos fijamos en las cinco mayores gestoras de activos del mundo, vemos que las estadounidenses BlackRock y Vanguard, y en menor medida State Street, tienen una fuerte presencia en el capital de este sector, mientras que Fidelity, y sobre todo la alemana Allianz, se mantienen al margen.
Con esto, podemos medir, más allá de los discursos voluntaristas, el camino que queda por recorrer hacia la generalización de los criterios ISR y ASG en la industria de la gestión de activos.
Una inversión poco rentable
Resulta aún más curioso que invertir en tabaco no parezca, en retrospectiva, un muy buen negocio en comparación con el S&P 500 (aunque la evolución al integrar el reparto de dividendos siga siendo menos mala).
Será que las promesas de las empresas tabacaleras de un “mundo sin humo” y las características adictivas de sus productos siguen siendo más convincentes que las evaluaciones de la OMS sobre los peligros de los productos de riesgo reducido.
Jérôme Caby, Professeur des Universités, IAE Paris – Sorbonne Business School y Pierre-Yves Lagroue, Maitre de conférences en sciences de gestion, IAE Paris – Sorbonne Business School
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