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El exmandatario también habló sobre Chile refiriéndose a la importancia de aprobar una nueva constitución y dejar a Pinochet en el pasado
“Una elevada inflación, el exceso de deuda y la alta conflictividad social, principalmente motivada por la posverdad y por el populismo”, son los principales cisnes negros que el expresidente de Colombia, Iván Duque, vislumbra en América Latina en medio de un contexto político de incertidumbre y a la luz de nuevas definiciones para 2024.
“Hay dos caras de América Latina: una donde el populismo, la demagogia y la improvisación están afectando el desarrollo institucional, y otra Latinoamérica de crecimiento, de inversión extranjera directa, de fortalecimiento de la democracia y de convicción en el mercado”, dijo en conversación con DFSUD antes de su intervención en el seminario El Enigma del dólar 2023″, organizado por Capitaria. “Creo que los ciudadanos están rápidamente intentando sacudirse de aquellos sistemas donde la demagogia gobernaba”, agregó.
Consultado sobre su visión de cómo está configurada la región, en especial tras el triunfo de Javier Milei en Argentina, comentó:
“Lo de Argentina es un fenómeno muy interesante. Obviamente Milei va a tener que tomar decisiones muy impopulares desde el comienzo que son necesarias. El llamado es a que la sociedad argentina pueda acompañarlo en ese proceso, porque si no se hace una terapia de choque para reducir esa inmensa dependencia en el gasto público, si no se enfrenta la inflación con medidas drásticas y si no se empieza a dar mayor realce al sector privado para que el Estado no sea el que intervenga en todos los sectores de la economía, Argentina va a tener serios problemas”, detalló.
¿Cree que será posible su plan de gobierno sin el apoyo político?
Me parece que si Milei es consecuente con lo que ha dicho, de no caer en el gradualismo, está en lo correcto. Quienes se opongan a eso van a estar sentenciando a la Argentina a una debacle económica.
Lo que a mí me parece importante es que Milei no está ejerciendo la política con criterio transaccional. Si él logra mantener eso, ese principio de confianza en la ciudadanía, por más impopulares que sean sus reformas, el pueblo argentino se lo va a agradecer.
Pero, preocupa el tema de la gobernabilidad.
Gobernabilidad no puede ser transaccionalidad, no puede ser un intercambio de puestos ni contratos por votos. Creo que lo que todos estamos esperando es que Milei haga valer esos principios y valores que tanto predicó desde el momento en que asuma la presidencia.
¿Y cómo ve el proceso constitucional en Chile?
Me parece que lo que está en juego realmente no es solamente si se vota sí o si se vota no. Chile merece tener una nueva Constitución, que pase la página de Augusto Pinochet, que sea un texto de la seguridad, pero también que permita mirar hacia el futuro. Qué importante sería que la gente entendiera que votar en contra de esta propuesta es mantener viva la Constitución de Pinochet. Por lo tanto, hay que votar a favor.
Hablando de elecciones, en 2024, hay procesos en Venezuela, El Salvador y Uruguay. ¿Qué podemos esperar?
En Venezuela no creo que tengamos hoy garantías de elecciones libres. Entonces no podemos creernos ese cuento, si la dictadura ni siquiera ha permitido que María Corina Machado participe, cuando ya fue habilitada por el pueblo. Claramente, lo que el dictador está buscando es llevar la presión hasta el extremo para después dar concesiones, que él mismo se pueda presentar a las elecciones y mantenerse en el poder. Eso es lo que eso es lo que está en juego. Entonces, en Venezuela yo haría esa diferenciación.
En El Salvador tenemos un presidente como Nayib Bukele, que ha traído excelentes resultados en seguridad, en inversión, en obras públicas, pero en este momento la Constitución no permite la reelección. Entonces, si no se garantiza que el proceso electoral y la posibilidad de aspirar nuevamente esté revestida de legalidad, va a terminar pareciéndose a todos los que él tanto critica. Para que el proyecto político de Bukele se mantenga firme, con credibilidad y con confianza, es muy importante que el aval para su reelección esté soportado en la legalidad y en la constitucionalidad.
Y en el caso de Uruguay, que ha tenido un gran presidente como Luis Lacalle Pou, también tiene retos. Uruguay tiene que mantener una línea férrea contra el narcotráfico que está creciendo, tiene que seguir abriendo su economía, tiene que seguir insertándose a los mercados internacionales. Me parece que la continuidad en las políticas de Lacalle va a ser fundamental para Uruguay.
¿Qué opinión le reviste el eventual acuerdo entre Ecopetrol y la venezolana, PDVSA?
Eso es un desastre. Ecopetrol es una empresa sana, con estándares de gobernanza, listada en los mercados internacionales, que ha aumentado su capacidad de producción, que está migrando hacia nuevas fuentes de energía, que tiene procedimientos muy rigurosos, y lo que quieren es generar una dependencia con una empresa que está tomada y capturada por el Cartel de los Soles, que no tiene principios de gobernanza corporativa serios, una empresa que se ha convertido en el cajero automático de Nicolás Maduro y que ha perdido su capacidad operacional, productiva e inclusive que está señalada en muchas listas globales de corrupción o de lavado de activos. No estoy de acuerdo que Colombia ceda su soberanía energética y mucho menos que pongamos el patrimonio de los colombianos tratando de complacer a un dictador.
¿Cuál es el mayor desafío actual de América Latina?
Vencer el populismo y la demagogia. Hoy el debate no es entre izquierda y derecha, es entre demagogos y pedagogos. Entre quienes prometen pan para hoy y están sembrando hambre para mañana y los que verdaderamente consideran que el ejercicio del poder debe estar también ligado a cuatro virtudes cardinales: coraje, para tomar medidas audaces, muchas veces impopulares, pero que son necesarias; templanza, autocontrol y disciplina en el ejercicio del poder; justicia, que es obrar siempre frente a lo que es justo y, sobre todo, sabiduría, que es saber estar preparado e informado para tomar decisiones. Ese es el dilema que tiene hoy América Latina.
Consultado sobre Colombia, la gestión del Presidente Gustavo Petro, y uno de los puntos claves de cuando él mismo estuvo al frente de la Casa de Nariño -la inseguridad-, Duque aprovechó la oportunidad para desvincunlar los señalamientos de nacionalidades puntuales con el aumento de los hechos de violencia.
"Migración sin oportunidades se traduce en delincuencia, en hambre, en tratar de sobrevivir. Por eso es muy importante que los fenómenos migratorios se puedan enfrentar con oportunidades, que fue lo que nosotros hicimos en Colombia; recibir al migrante, darle un estatuto de protección temporal, donde dimos todos los derechos con la excepción de los derechos políticos, para que puedan conseguir un empleo, abrir una cuenta, entrar al sistema de seguridad social y eso además viene acompañado de un proceso de identificación que es necesario para la seguridad".
"Por eso yo le tengo mucho recelo cuando la gente trata de simplemente hablar de delincuencia venezolana, porque eso puede terminar siendo xenofobia", agregó.
También se vive el tema de la seguridad desde los cuerpos policiales y Fuerzas Armadas.
La seguridad es un valor democrático y es un bien público, y la seguridad necesita una alta coordinación entre las Fuerzas Militares y la policía. Obviamente en América Latina hay muchos que creen que hay que mantener separadas las fuerzas. La experiencia colombiana es que ese trabajo coordinado de las fuerzas en un solo ministerio, reconociendo las diferencias, pero generando sinergias, es muy efectivo para luchar contra fenómenos como el narcotráfico y el crimen organizado. Y yo creo que si queremos evitar que muchos países se empiecen a presentar fenómenos de crecimiento del secuestro, de la extorsión, de la inseguridad en general, ese trabajo mancomunado de las fuerzas es absolutamente prioritario.
Recientemente se apuntaba en medios, precisamente, al alza de la violencia relacionada con grupos armados en Colombia. ¿Cómo está viendo usted esta situación?
Es que la seguridad, como yo lo decía cuando era presidente, es como la maleza que se tiene que cortar todos los días. Uno no puede dejar crecer la maleza porque si no te embisten las circunstancias. Entonces, de alguna manera lo que ha pasado es que se ha debilitado primero la capacidad de supervisión, el dar órdenes concretas a la Fuerza pública, y tenemos un presidente y un Ministerio de Defensa que pareciera no le da importancia al seguimiento diario. Eso lleva a la desorientación cuando los delincuentes se vuelven gestores de paz, cuando se alcahuetea a que muchos de estos delincuentes puedan seguir cometiendo fechorías mientras hablan de paz.
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