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El empresario lleva mucho tiempo desaparecido de la vida pública desde que criticó a los reguladores chinos y a los bancos estatales
Jack Ma, fundador de Alibaba y antes el hombre más rico de China, ha vivido durante casi seis meses en el centro de Tokio, alejado de las severas medidas de Pekín sobre el sector tecnológico del país y su empresario más poderoso. La larga estancia de Ma en Japón con su familia ha incluido viajes a estaciones de ski y a Estados Unidos e Israel, según personas cercanas al multimillonario.
Ma lleva mucho tiempo desaparecido de la vida pública desde que criticó a los reguladores chinos hace dos años, acusando a los bancos estatales de tener una "mentalidad de casa de empeños" y pidiendo nuevos participantes que puedan ampliar los créditos a los más pobres.
Desde entonces, las dos compañías que fundó, Ant y el grupo de comercio electrónicos Alibaba, se han enfrentado a varios obstáculos.
Los reguladores chinos suspendieron la Oferta Pública Inicial (OPI) de Ant por US$37.000 millones y multaron a Alibaba con US$2.800 millones por abusos en la ley antimonopolio.
Su ausencia de China coincide con la escalada de los controles en la política del covid cero del presidente Xi Jinping, y con el confinamiento de Shanghai y los alrededores del río Yangtze en abril y mayo, que ha desembocado en las protestas de los últimos días.
Ma tiene casa en Hangzhou, cerca de Shanghai, donde Alibaba tiene su sede.
Desde su caída en desgracia con las autoridades chinas, Ma ha sido visto en varios países, como España y Holanda. Pasar menos tiempo en China significa que el multimillonario ha evitado las duras cuarentenas impuestas por el Covid-19 de entrar en el país, así como asuntos políticos espinosos derivados de su intento de influir en los círculos del poder.
Ma ha mantenido un perfil bajo durante su estancia en Tokio, donde ha acudido con su chef personal y equipo de seguridad, manteniendo sus actividades públicas bajo mínimos, según fuentes cercanas. Sus actividades sociales se concentran en torno a unos pequeños clubs de miembros privados, uno de ellos en el corazón del distrito Ginza de Tokio y otro en el distrito financiero de Marunouchi.
En el exclusivo club de Ginza se reúnen algunos de los chinos multimillonarios que se han establecido en Tokio o se instalan durante largos periodos.
Los expertos en arte moderno en Japón aseguran que Ma se ha convertido en un entusiasta coleccionista. Sus amigos más cercanos afirman que ahora pinta acuarelas para pasar el tiempo tras verse obligado a retirarse de su frenética vida pública repleta de reuniones con altos funcionarios chinos y viajes por todo el mundo. Otros dicen que Ma ha utilizado su tiempo en Japón para ampliar sus intereses empresariales más allá de las tecnologías ecommerce de Alibaba y Ant, sobre todo en los campos de la sostenibilidad.
En ambas compañías, ha cedido gran parte de las riendas a una nueva generación de líderes.
El paradero de Ma ha sido objeto de intensas especulaciones. Al fundador de Alibaba se le pudo ver en Mallorca el año pasado. En julio, visitó una universidad de Holanda para aprender sobre la producción de alimentos sostenibles.
Las actividades del programa de formación ejecutiva de la Universidad de Hupan que él fundó hace siete años también se han reducido, después de que algunos funcionarios lo vieran como un medio para ampliar las redes de Ma. La Fundación Jack Ma, a la que pretende dedicar su vida después de Alibaba, también ha reducido su publicidad, tras años de donaciones, como la distribución de mascarillas a comienzos de la pandemia, lo que ayudó a Ma a hacer crecer su marca global.
Su último tweet fue en noviembre de 2020, cuando los reguladores de Pekín arremetieron contra las compañías tecnológicas y los emprendedores.
Los seis meses de Ma en Japón coinciden con una venta histórica por parte de SoftBank de su participación en Alibaba, después de que el grupo japonés de tecnología sufriera un duro golpe debido a la desbandada del sector tecnológico global este año.
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