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El equipo económico del mandatario electo de Brasil delinea la dirección del gobierno con una reforma previsional
A sólo dos semanas de las elecciones presidenciales en Brasil, el mandatario electo Jair Bolsonaro ha empezado a delinear la dirección económica de su gobierno mientras se perfila como uno de los principales contrapesos de la izquierda dura latinoamericana que hoy sólo queda representada por Bolivia y Venezuela.
Para Evo Morales la llegada del populista de extrema derecha a la primera economía de la región podría terminar siendo un verdadero dolor de cabeza, especialmente en momentos en que se avecina la negociación sobre el gas natural.
Y es que, antes de fines de 2019, Morales y Bolsonaro podrían sentarse a renovar el contrato de dos décadas y ambas partes quieren términos más favorables. Este es el acuerdo de exportación más importante para Bolivia, pues contempla el envío de más de la mitad de su producción al gigante amazónico.
Podría ser un encuentro tan complejo que el diario Financial Times llegó a calificarlo como la versión latinoamericana de la famosa reunión de junio entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-Un.
Para Morales, el único sobreviviente de la “marea rosada”, el panorama se complica con la región girando a la derecha, con la llegada a Planalto de una figura de ultraderecha como Bolsonaro, y con el fin del superciclo de las materias primas que en otrora significó un ingreso de US$ 60 mil millones al país, entre 2005 y 2015, gracias a las ventas de petróleo y gas.
“Evonomics” en riesgo
El gas ha sido fuente de tensiones entre los dos países en anteriores oportunidades. En 2006, Brasilia amenazó a La Paz con acudir a los tribunales por el aumento planificado de los precios.
Morales logró entonces un acuerdo con su aliado y amigo, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, pero ahora, con el excapitán del Ejército en el poder, podría no ser tan sencillo.
Según explica a FT Gonzalo Chávez, economista de la Universidad Católica de la Paz, Brasil ya no es tan dependiente del gas boliviano y, por ello, “puede jugar rudo”. “Va a ser muy complejo”, consideró.
A ello se suma que la popularidad del primer mandatario indígena de Bolivia ha venido cayendo en los últimos meses, ad portas de una nueva elección presidencial en 2019 a la que éste aspira por una inédita tercera vez.
La última encuesta de Ipsos, del 5 de octubre, ubica la aprobación de la gestión en un 47%, 4 puntos porcentuales menos que en agosto. Mucho se atribuye a la derrota frente a Chile en la demanda marítima en La Haya y a que su modelo económico se ve, cada vez más, insostenible.
Aunque bajo el liderazgo de Morales la economía ha crecido un promedio de 4,9% -muy por encima de la media de la región-, la caída del precio de los commodities, de los ingresos por exportaciones y el aumento de las importaciones, ponen en riesgo el plan “Evonomics”, como único ejemplo del socialismo exitoso en Latinoamérica.
Reforma gradual
Y mientras en Bolivia la economía empieza a pasar factura a Morales, en Brasil Bolsonaro estudia cómo darle un impulso a la actividad con “la Constitución como único norte”.
En las últimas horas ha dado señales claras de que evalúa una reforma gradual del sistema de pensiones, con el objetivo de controlar el déficit presupuestario sin generar pánico o rechazo en la sociedad. Y es que existe el temor de que las medidas, altamente impopulares, socaven el apoyo que logró en los comicios. Por ello, Bolsonaro ha dicho que “se deben honrar los contratos” y que “no se pueden modificar las normas sin considerar el impacto en el ser humano”.
Entre las primeras medidas que se han dado a conocer, el mandatario electo defiende la propuesta de edad mínima de jubilación en 61 años para los hombres y en 56 para las mujeres, pero asegura que no se debe generalizar en cuanto al tope para todas las profesiones y que éste deberá ser evaluado según las peculiaridades de cada empleo.
Aún así, el líder de extrema derecha espera que parte de la reforma sea aprobada antes de fin de año por el gobierno de Michel Temer, para tener algo del camino avanzado antes de llegar al poder. Hoy, ambos líderes se reunirán en el Palacio de Planalto para tratar el tema, aunque reconocen que la aprobación de la reforma depende del Poder Legislativo que, hasta ahora, se resiste.
De hecho, el equipo económico de Bolsonaro, liderado por Paulo Guedes, asegura que si el actual Congreso no da luz verde a la propuesta actual en lo que resta de sesiones este año, presentarán un programa propio en 2019 que implementaría el régimen de capitalización (en el que la jubilación es el resultado del ahorro del trabajador), además de separar la previsión de retiro del de la asistencia social.
Banco central ve menor incertidumbre
El escenario económico de Brasil ha empezado a mostrar avances, según revelaron ayer las minutas de la última reunión del banco central del país. Para la entidad, aunque los riesgos negativos para la trayectoria de la inflación siguen siendo superiores a los positivos, la diferencia disminuyó desde septiembre, cuando se decidió mantener las tasas en 6,5%. Según el ente emisor, las incertidumbres en el ámbito doméstico han bajado debido a las expectativas de continuidad de las reformas bajo el gobierno de Bolsonaro y frente a los ajustes económicos que propone, principalmente de orden fiscal, para el mantenimiento de la inflación a niveles bajos a largo plazo y para la recuperación sostenible de la actividad.
Tiene como acreedores a bonistas por dos emisiones en el mercado internacional, entre 2017 y 2021, por US$3.000 millones
Otro de los motores de crecimiento que podría estar incorporado en la expectativa del PIB es un aumento en las exportaciones
Claudia Sheinbaum, presidenta del país azteca, afirmó que van a demostrar por qué no tienen que deportarse