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Amado por unos y odiado por otros, el CEO de JPMorgan es uno de los grandes ganadores tras la crisis financiera global de 2008
Jamie Dimon ataca directo cuando algo no le gusta en el mundo de las finanzas. Lleva años siendo muy crítico con la regulación que se adoptó tras la crisis financiera global de 2008 y con razón. Diez años después, es prácticamente el único ejecutivo sobreviviente, que además se ha mantenido al frente de JPMorgan Chase luego de conducirlo a través de la debacle.
El banquero más poderoso de Estados Unidos volvió esta semana al centro de la polémica al desafiar al presidente Donald Trump de cara a las elecciones presidenciales de 2020. "Creo que podría vencer a Trump (...) soy tan duro como él, pero soy más inteligente", dijo en una entrevista televisiva.
Y aunque luego se desdijo, sus palabras detonaron ayer la respuesta del republicano, quien enfiló sus comentarios para desestimarlo como contrincante: "no tiene la aptitud o 'inteligencia', es un mal orador público y un manojo de nervios; por lo demás, sería maravilloso", dijo el jefe de Estado en Twitter, para luego atribuirse el éxito de muchos empresarios. "¡He hecho que muchos banqueros, y otros, se vean mucho más inteligentes de lo que son con mi gran política económica!", escribió.
Sin embargo, la intención de Dimon no era realmente postular a la Casa Blanca, sino dejar sobre la mesa su éxito empresarial. "Este neoyorquino adinerado realmente se ganó su dinero (...) No fue un regalo de papá", explicó y dijo reconocer que ser un buen líder corporativo no se traduce en ser bueno en la arena política.
"No debí decirlo. No me estoy postulando. Eso demuestra que no sería un buen político. Me frustro porque quiero que todas las partes trabajen juntas en resolver los grandes problemas", apuntó.
Parte del ejército
El hijo de inmigrantes griegos nacido en Nueva York ha liderado por casi quince años la entidad financiera más grande entre los cuatro mayores bancos estadounidenses.
Se especializó en psicología y economía en la Universidad de Tufts en Massachusetts, y posteriormente obtuvo en 1982 un Magíster en Administración de Empresas (MBA) en la Harvard Business School.
Pasó por el directorio del Banco de la Reserva Federal de Nueva York y fue incluido por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo en cuatro oportunidades. También estuvo entre los mejores ejecutivos de la lista del Institutional Investor desde 2008 hasta 2011.
En sus propias palabras, es "(sólo) parte del ejército que apoya" a los banqueros de inversión a los que describe como los "Navy Seals" de la entidad. Pero muchos en la industria –incluyendo sus rivales- aseguran que ese compromiso personal en todos los sentidos hacia el negocio, que va desde el refinanciamiento de Pfizer en 2008 hasta las teleconferencias nocturnas en las que hace sentir bien a los clientes respecto de cuán valorada es su empresa, ayuda a explicar por qué JPMorgan sobrevivió a la crisis financiera mejor que cualquier otro banco del país.
"Si él no hubiese sido CEO, JPMorgan sería bastante bueno, pero no tan bueno como lo es hoy (...) No quisiera ser su sucesor", aseguró a Financial Times el jefe de uno de los bancos rivales.
Despidiéndose de a poco
En los últimos meses Dimon ha venido preparando su salida. De a poco ha delegado responsabilidades diarias en dos de los ejecutivos más senior del banco, en una clara señal de sus intenciones de retirarse cuando su contrato caduque en cinco años más.
JPMorgan designó a dos copresidentes en enero –Daniel Pinto y Gordon Smith- que han venido trabajando de la mano con Dimon. Al ser cuestionado sobre si dejaría más compromisos a cargo de Pinto y Smith, el empresario de 62 años dijo a FT: "Hay algo de cierto en eso".
Haciendo una analogía con un juego de fútbol americano, el empresario se definió como el entrenador. Y es que según Pinto, "Dimon, además de CEO, también es ser humano y las responsabilidades que tiene fuera de su cargo han derivado en que las tareas se dividan entre los tres".
El reconocimiento a su servicio es amplio dentro y fuera del mundo empresarial. Pero no necesariamente es del gusto de todos. De hecho algunos, incluida la senadora demócrata de Massachusetts, Elizabeth Warren, han criticado su arrogancia, otros su incapacidad de abrir el camino a eventuales sucesores, y su abultado salario que rondó los US$ 30 millones en 2017.
Último sobreviviente
Este mes, cuando el CEO de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, se retire de su cargo, Dimon se convertirá en el último director ejecutivo que aún permanece en la industria desde tiempos previos a la crisis en Wall Street.
Amado por unos y odiado por otros, se llevará consigo el hecho de convertir a JPMorgan en lo que es hoy en día: uno de los principales bancos del mundo, con una capitalización de mercado de US$ 382 mil millones, y una amplia influencia que surge de ser el mayor prestamista de EEUU y de dominar las clasificaciones de los bancos de inversión globales.
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