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La entidad financiaba a grandes promotores y propietarios de edificios entre los que se encontraba Donald Trump. Pero, los motivos fueron sus devaluadas inversiones de los últimos años en criptomonedas
El colapso de Signature Bank ha puesto fin a veinte años de reinado del banco como uno de los principales prestamistas del sector inmobiliario de Nueva York. La entidad financiaba a grandes promotores y propietarios de edificios entre los que se encontraba Donald Trump.
Los neoyorquinos se despertaron el lunes con la noticia de que los reguladores habían cerrado un banco del que la mayoría nunca había oído hablar. Pero cuyo negocio afecta a su economía diaria. La entidad apenas tenía clientes de banca comercial porque su estrategia era ofrecer liquidez al mercado de la vivienda de la ciudad.
Su principal negocio no fue la razón que le llevó al colapso. Los motivos fueron sus devaluadas inversiones de los últimos años en criptomonedas y el arrastre sufrido por la quiebra dos días antes de Silicon Valley Bank, entidad especializada en financiar a la industria tecnológica.
"Esta historia tiene más que ver con las criptomonedas. Es un gran error de juicio de banqueros veteranos", explica Christopher Whalen, experto en análisis financiero de Whalen Global Advisors. "El resultado fue el mismo que en una ejecución de depósito", añade.
Su desaparición supone la tercera mayor quiebra de un banco en la historia de EE.UU. y el cierre de un importante grifo de liquidez para el sector inmobiliario de la ciudad de los rascacielos. Pero, por otro lado, también supone un descanso para los activistas contra los abusos en el sector de la vivienda.
Signature Bank llevaba años prestando dinero a firmas inmobiliarias para la compra de edificios de viviendas de alquiler controlado, destinadas a inquilinos de bajos ingresos, a los que luego presionaban para que abandonaran sus casas y poder subir los alquileres en contra de la regulación.
Por este motivo, la Asociación de Desarrollo de Viviendas y Vecindarios (Anhd por sus siglas en inglés), denunciante insistente de las prácticas crediticias de la entidad, emitió un comunicado agradeciendo al Departamento de Servicios Financieros de Nueva York (DFS, por sus siglas en inglés) por la intervención.
"Su modelo comercial defectuoso estaba basado en actividades depredadoras y especulativas", dice el comunicado. "El banco allanó el camino para que miles de inquilinos vivieran en condiciones inseguras, víctimas de acoso o desplazados de sus hogares y comunidades", añade.
La exposición inmobiliaria
La quiebra se hizo efectiva el domingo por la noche cuando la DFS y la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (Fdic, por sus siglas en inglés) se hizo cargo del total de sus activos por valor de más de US$110.000 millones y más de US$88.000 millones en depósitos. Sus directivos fueron despedidos y los depósitos garantizados en su integridad para evitar el contagio a otras entidades.
Se calcula que del total de US$35.200 millones de préstamos a negocios inmobiliarios que tenía la entidad, alrededor de US$25.500 millones fueron destinados a acuerdos cerrados en el área metropolitana de Nueva York. Esto supone una participación de 12% en este mercado, según cálculos de la consultora financiera TreppBank Navigator.
Del total de sus créditos a la vivienda, unos US$16.000 millones fueron destinados a edificios de renta controlada, según una evaluación realizada por la Fdic en 2022.
El dinero de estos préstamos formaba parte de un programa federal que otorga beneficios fiscales a los bancos y a los desarrolladores privados que los adquieren. "Es el mayor prestamista en la ciudad de Nueva York bajo el crédito fiscal para viviendas de bajos ingresos", reconoció a Bloomberg, el exsenador demócrata Barney Frank, antiguo miembro de la junta directiva de Signature.
Para evitar el pánico entre las firmas inmobiliarias, la gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, declaró que a pesar de la "inusual circunstancia" el dinero de los clientes "estaba asegurado".
No mencionó, sin embargo, que son estas empresas las que presionan a las autoridades para eliminar la regulación de los edificios de renta estabilizada. En 2019, por ejemplo, la entidad prestó junto Capital One, US$468 millones a varios propietarios considerados los "peores desalojadores de la ciudad", según denunció la organización Communities For Change.
Con estas cifras de negocio, en 2021, Signature Bank ocupó el décimo lugar entre los mayores prestamistas de bienes raíces en EE.UU. después de extender el negocio por todo el país. En cuanto a los depósitos, 80% de ellos procedían de bufetes de abogados, firmas de contabilidad, compañías de salud y negocios de administración de bienes raíces, que no se verán afectados debido a las garantías ofrecidas por los reguladores.
Los nuevos gestores han establecido una nueva entidad bajo el nombre de Signature Bridge Bank para lidiar con los clientes. El sector inmobiliario de la ciudad teme ahora que los sustitutos de la antigua dirección cambien de estrategia y, en el caso de que un edificio tenga problemas financieros, el nuevo banco no esté dispuesto a brindarles alivio financiero. En el peor de los casos, la situación podría desembocar en un incumplimiento del préstamo.
La historia del banco
Signature Bank siempre fue un banco que buscó su negocio entre los círculos de poder de Manhattan. Uno de sus primeros negocios fue financiar la compra de licencias de taxi en la ciudad de los rascacielos.
Fue fundado en 1999 por su presidente y director ejecutivo hasta el domingo Joseph DePaolo junto a sus socios Scott Shay y John Tamberlane con el respaldo del mayor banco de Israel, Bank Hapoalim.
Las primeras sucursales abrieron sus puertas en mayo de 2001, después de que sus fundadores lanzaran un video promocional al estilo musical de Broadway que esta semana volvió a recorrer las redes sociales.
Sus fundadores decidieron desde el principio ignorar a la banca de consumo para enfocarse en ofrecer sus servicios a empresas inmobiliarias, bufetes de abogados y a las familias adineradas de la ciudad. Así se hizo con parte de la clientela de otras grandes entidades como
Entre sus clientes se encontraba la Organización Trump, la empresa del expresidente Donald Trump, a quien ayudó a financiar su campo de golf en Florida y que fue cliente hasta 2021. También prestó dinero a su yerno Jared Kushner, marido de Ivanka Trump, y al padre de éste, Charles Kushner, un influyente promotor inmobiliario condenado a dos años de cárcel por fraude fiscal, indultado en 2020 por el entonces presidente.
La estrategia fue exitosa y la entidad comenzó a cotizar en 2004. Durante la última década, Signature Bank había comenzado a expandir con éxito su negocio a nivel nacional, en particular, en la costa oeste de EEUU.
Inversiones en criptomonedas
Con el auge de las criptomonedas, Signature aprovechó la oportunidad y se convirtió en el lugar donde las comercializadoras de moneda digital depositaban su efectivo. Los depósitos del banco se dispararon de US$40.000 millones en 2019 a US106.000 millones en 2021.
El movimiento parecía otro gran éxito cuando el precio del Bitcoin, se disparó a US$60.000 a fines de 2021. Pero su desplome posterior a US$16.000 y el colapso de la plataforma FTX por fraude provocó una gran pérdida de depósitos para la entidad que se vio obligada a reducir los préstamos.
A esto se sumó, a principios de año, la contracción del sector tecnológico. Las empresas comenzaron a retirar su dinero para financiar sus negocios, mientras la Reserva Federal comenzó a subir las tasas de interés para combatir la inflación, lo que obligó puso a la entidad ante el precipicio.
El banco tenía activos digitales por valor de US$16.520 millones cuando fue intervenida. Todo lo sucedido acabará ahora ante el escrutinio de los tribunales. Un grupo de accionistas han demandado a tres altos ex ejecutivos de la entidad por presunto fraude cometido al asegurar que solo tres días antes del colapso el banco les aseguró que era sólido.
La demanda colectiva presentada ante el tribunal federal de Brooklyn va contra DePaolo, el exdirector financiero Stephen Wyremski y el ex director de operaciones Eric Howell. Los accionistas reclaman ser indemnizados por las pérdidas económicas registradas entre el 2 y el 12 de marzo, es decir, desde que comenzaron los rumores hasta que se produjo la debacle.
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