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Durante la campaña, Wagenknecht y sus aliados de partido criticaron el apoyo militar de la coalición gobernante al gobierno de Kiev
Sahra Wagenknecht y su nueva alianza de extrema izquierda BSW están llamadas a desempeñar un papel clave para mantener a Alternativa para Alemania fuera del poder en Turingia, a pesar de la victoria del partido de extrema derecha en las elecciones estatales del domingo.
El BSW, que quiere frenar la inmigración y dejar de armar a Ucrania, se fundó en enero tras escindirse del partido La Izquierda. Quedó en tercer lugar en la región del este de Alemania, con 15,8% de los votos, según los resultados preliminares, por detrás de la AfD, en primer lugar, con 32,8%, y de los democristianos conservadores, en segundo lugar, con 23,6%.
Con sus políticas antiinmigración y prorrusas, el BSW aprovechó la frustración de los votantes con la coalición nacional del canciller Olaf Scholz de forma similar a la AfD, lo que pone de relieve cómo los partidos mayoritarios parecen haber perdido el contacto con algunos votantes en partes del antiguo este comunista.
En Sajonia, donde también se celebraron elecciones el domingo, la AfD fue derrotada por poco por la CDU, mientras que el BSW subió al tercer puesto con 12% y también podría formar parte de un gobierno de coalición.
Los dirigentes de la AfD en Turingia dicen que están dispuestos a gobernar un estado federal por primera vez, pero todos los demás partidos lo han rechazado. Eso hace que una coalición liderada por la CDU con el BSW y el partido de izquierda sea la única vía para lograr una mayoría, aunque la AfD todavía podría bloquear leyes que requieren una mayoría de dos tercios para su aprobación, como algunos nombramientos judiciales.
“Nos hemos convertido en un factor de poder en Alemania”, dijo Wagenknecht el lunes en una conferencia de prensa en Berlín, y agregó que el BSW tiene el mandato en ambas regiones de ayudar a formar gobiernos que “realmente representen al pueblo nuevamente”.
“Estos resultados electorales y nuestro gran éxito reflejan también el estado de ánimo en Alemania”, afirmó. “Son un motivo de reflexión para todos los partidos, especialmente para aquellos que han gobernado a nivel federal y regional”.
Durante la campaña, Wagenknecht y sus aliados de partido criticaron el apoyo militar de la coalición gobernante al gobierno de Kiev, que asciende a casi US$33.000 millones en total, incluidos los compromisos futuros.
Muchos votantes del este de Alemania se sienten incómodos al tomar partido en la guerra y temen que el país se vea arrastrado a un conflicto más amplio, según muestran las encuestas de opinión.
La BSW también condenó una reciente decisión de permitir a Estados Unidos instalar armas convencionales de largo alcance, incluidos misiles de crucero Tomahawk y “armas hipersónicas en desarrollo” en Alemania a partir de 2026.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha dicho que Rusia podríadesplegar armas de ataque de mediano y corto alcance y aumentar sus capacidades navales si Estados Unidos ejecuta los planes.
"La gente espera que en este punto los gobiernos regionales reflejen su opinión mayoritaria", dijo Wagenknecht a los periodistas. "No pueden tomar estas decisiones, pero tienen que ejercer su influencia a nivel federal para lograr cambios".
Wagenknecht, que está casada con el ex presidente del SPD y ministro de Finanzas Oskar Lafontaine, también reiteró sus críticas a las políticas energéticas del gobierno federal, que según ella han alimentado la inflación y erosionado el poder adquisitivo de los salarios y las pensiones.
“No es de extrañar que quienes están en el poder sean castigados y merecen ser castigados”, dijo.
Aunque las políticas de AfD y BSW se superponen en algunas áreas, como una postura comprensiva hacia Rusia, el partido de extrema derecha adopta una línea significativamente más dura sobre la inmigración.
El BSW considera que los flujos migratorios pueden ser un factor positivo para la economía, pero al mismo tiempo insiste en que deben ser controlados. La AfD, que ha acariciado la idea de que Alemania abandone la Unión Europea y de que se lleven a cabo deportaciones masivas de ciudadanos no alemanes, se opone a la expansión del islam y quiere limitar la construcción de mezquitas.
Los dos partidos también difieren en la política climática. La AfD cuestiona que el cambio climático sea causado por el hombre y ha pedido que se ponga fin al Pacto Verde de la UE y que Alemania abandone el Acuerdo de París sobre el clima. Wagenknecht considera el cambio climático como un grave desafío y reconoce la necesidad de sanear la industria alemana.
Los funcionarios de los tres partidos de la alianza gobernante de Scholz se reunieron por separado el lunes para digerir los resultados de las votaciones del domingo.
A poco más de un año de las próximas elecciones nacionales, los dos partidos obtuvieron menos de 15% en cada uno de los dos estados. El FDP no estuvo ni cerca del umbral de 5% para entrar en el parlamento y los Verdes se quedaron cortos en Turingia.
Con la economía alemana estancada y la migración como una preocupación clave, el apoyo a nivel nacional a los tres partidos gobernantes ha caído a mínimos históricos.
El respaldo nacional a la alianza conservadora CDU/CSU ronda 32% (aproximadamente el mismo que el del SPD, los Verdes y el FDP juntos) y la AfD está en segundo lugar con alrededor de 18%.
Scholz dijo el lunes que los éxitos de la AfD en Sajonia y Turingia son "preocupantes" y que Alemania "no puede ni debe acostumbrarse a esto". "Está debilitando la economía, dividiendo la sociedad y arruinando la reputación de nuestro país", dijo el líder alemán en una declaración a la agencia de noticias Reuters.
El optimismo de que Alemania se recuperaría en 2024 tras dos años de crecimiento casi nulo se ha desvanecido. El aumento previsto del gasto de consumo no se ha materializado y el sector industrial del país sigue sumido en la crisis.
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