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La principal apuesta de la Casa Blanca es que el beneficio que ello supone para las empresas se traduzca en un aumento del empleo y dé un nuevo impulso a la inversión en su paí
En las primeras cinco semanas en que ha estado vigente, la reforma tributaria que impulsó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, bajo la consigna de “hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, ha generado una serie de anuncios que, de concretarse, se traducirán en multimillonarias inversiones en el país.
El cambio al sistema de impuestos, el más profundo que haya visto el país desde el que impulsó Ronald Reagan en 1986, reduce los impuestos de las empresas dentro de Estados Unidos desde 35%, uno de los mayores de la Ocde, a un 21%, por debajo del promedio de ese mismo grupo. La ley también incluye una baja al impuesto individual para mayores ingresos de 39,6% a 37%.
La principal apuesta de la Casa Blanca es que el beneficio que ello supone para las empresas se traduzca en un aumento del empleo y dé un nuevo impulso a la inversión en su país. Por el momento, y a pesar de la incertidumbre que aún ronda a su gobierno, el plan parece empezar a dar frutos. Al menos en el papel.
Bonos e inversión
Hasta ahora, la industria de los combustibles fósiles (que también ha gozado de una creciente desregulación en la era Trump) trajo las promesas más millonarias. La gigante petrolera Exxon Mobil anunció que, “en parte gracias” a la reforma tributaria, destinará US$35.000 millones adicionales a nuevas inversiones en Estados Unidos durante los próximos cinco años.
Esta inversión extra se suma a los US$ 15.000 millones ya previstos, lo que genera un total de US$50.000 millones de inversión total hasta 2022 por parte de la mayor petrolera del mundo, según informó su gerente general, Darren Woods.
En las telecomunicaciones, Comcast anunció que otorgará bonos de US$ .000 a 100.000 empleados. El gerente general, Brian Roberts, también dijo que la compañía espera gastar “mucho más de US$50.000 millones en inversión en infraestructura durante los próximos cinco años”.
Por su parte, AT&T dijo que otorgaría bonos de US$ 1.000 a más de 200.000 empleados en EE.UU. Además, prometió invertir US$1.000 millones adicionales en el país en 2018. El presidente ejecutivo de la empresa, Randall Stephenson, elogió la reforma fiscal como “un paso monumental para llevar los impuestos pagados por las empresas estadounidenses en línea con el resto del mundo industrializado”.
Mientras implementa esos cambios, AT&T está esperando la aprobación del Departamento de Justicia de Trump para hacer efectiva su adquisición pendiente de Time Warner, una operación de US$85.000 millones. El sector aeroespacial también ha generado noticias: Boeing anunció que gastaría US$300 millones en “inversiones relacionadas con empleados y acciones caritativas” debido al nuevo sistema de impuestos. En un comunicado, el gerente general de la compañía, Dennis Muilenburg, manifestó que el paquete de reformas “nos permite competir mejor en el escenario mundial y nos da una base más sólida para la inversión en innovación, instalaciones y habilidades que respaldarán nuestro crecimiento a largo plazo”.
Por su parte, la automotora Ford anunció que abrirá más plantas de producción que se sumen a la instalada recientemente en Michigan, en un proyecto que trasladaron desde México poco después que Trump ganara la elección. En ella, la fabricante de vehículos invirtió más de US$700 millones.
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