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En medio de las reuniones de primavera, los organismos internacionales publicaron una guía para que los gobiernos ayuden, a través de la política fiscal, a controlar la inflación
Uno de los fenómenos que está afectando la economía global a gran escala es la alta inflación que están presentando una centena de naciones.
Para darse una idea, de 187 países que mide el termómetro mensual de Trading Economics 98 tienen disparado el costo de vida (medido por subida constante los últimos tres meses), pero 73 de ellos están con la inflación por encima de doble dígito y otros por arriba de tres dígitos, como son Venezuela, Siria, Argentina, Zimbabue y Líbano en este último rango.
Como consecuencia, desde el año pasado,85% de los bancos centrales del mundo decidieron utilizar la subida de tasas como principal herramienta para controlar la inflación. Por lo que en el momento, ese está siendo el mecanismo para bajar los precios.
Pero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) decidieron lanzar una propuesta para incluir otro actor macro en la lucha contra la inflación, y no dejarle solo el problema a la banca central, serían los gobiernos. Así los estipularon en una nueva guía sobre estabilidad económica para los mercados y gobiernos, lanzada en medio de las Reuniones de Primavera que adelantan esta semana en Washington.
La estrategia es apuntarle más a una política fiscal restrictiva que monetaria, es decir, menos subida de tasas y mejor manejo de los recursos públicos. Para eso, lanzaron cinco puntos.
"Las perspectivas a corto plazo son complejas. En un entorno de alta inflación, condiciones financieras más restrictivas y deuda elevada, las autoridades deben dar prioridad a mantener una política fiscal coherente con las políticas de los bancos centrales con el fin de fomentar la estabilidad financiera y de precios", dicen ambos organismos en su informe.
La primera acción que recomiendan los organismos a los diferentes gobiernos del mundo con problemas de inflación, es comenzar a aplicar una política fiscal restrictiva, que tiene como primera medida la austeridad y el control del gasto.
"Se insta a mantener políticas coherentes para reducir la inflación hasta el nivel fijado como meta, abordar los riesgos para las finanzas públicas, además de proteger a los más vulnerables y salvaguardar la estabilidad financiera", explica el Banco Mundial y el FMI.
Para el FMI, por ejemplo, los gobiernos "deben contener el crecimiento del gasto general, frente a las presiones sociales que posiblemente afronten los gobiernos para compensar los incrementos pasados del costo de vida".
Por eso, una segunda medida, ligada a una petición de austeridad, es la de aumentar los ingresos.
"Los países de ingreso bajo afrontan desafíos especialmente graves. Realizar esfuerzos renovados para incrementar el ingreso es fundamental para restablecer la sostenibilidad fiscal, hacer frente a la crisis del costo de vida y alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Pese a las múltiples olas de reformas tributarias, los ingresos no dejan de ser insuficientes, y se sitúan por debajo de los niveles que permiten al Estado cumplir su cometido de lograr un desarrollo sostenible e inclusivo", explican.
Un tercer punto tiene que ver con la instauración de marcos fiscales más fuertes que sean más resistentes a los "shocks" económicos actuales, es decir, estar preparados y respaldados para futuras crisis. "Los países deben redoblar esfuerzos para desarrollar marcos fiscales creíbles basados en riesgos que, con el tiempo, reduzcan las vulnerabilidades fiscales y generen el margen necesario para afrontar futuros shocks".
Una cuarta acción es un llamado a darle un mayor manejo a la deuda, a pesar de que esta ha dado indicios de mejoría en economías avanzas y emergentes. "En los tres años transcurridos desde el inicio de la pandemia, la política fiscal ha avanzado mucho hacia su normalización. Los gobiernos han retirado el apoyo fiscal excepcional, y la deuda pública y los déficits se están reduciendo desde niveles sin precedentes".
"Como resultado, la deuda pública ha registrado en los dos últimos años la disminución más pronunciada en 70 años y se situó en 92% del PIB a finales del pasado año, todavía en torno a ocho puntos porcentuales por encima de las proyecciones previas a la pandemia. Los déficits primarios también se están reduciendo con rapidez y acercándose a los niveles anteriores a la pandemia", dice el organismo.
Para lograrlo, señalan que el año pasado prácticamente tres cuartas partes de los países endurecieron tanto la política fiscal como la monetaria.
"Reducir las vulnerabilidades de la deuda y recomponer los amortiguadores fiscales con el tiempo es una prioridad principal. Pese al ajuste gradual de la política fiscal que se prevé en los próximos años, proyectamos que la deuda pública mundial aumentará, impulsada por algunas de las principales economías avanzadas y de mercados emergente", dicen.
Como quinta medida está apuntarle a la cooperación internacional para "ayudar a estos países a resolver las cargas insostenibles de la deuda de manera oportuna y ordenada".
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