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El oficialista Lenín Moreno, un administrador de 64 años que padece de paraplejia y se mueve en silla de ruedas, obtuvo un 52 por ciento de los votos frente al 48 por ciento del ex banquero conservador Guillermo Lasso, según las proyecciones de Perfiles de Opinión.
Pero otro estudio similar de Cedatos ubicaba a Lasso, ex presidente del Banco de Guayaquil, al frente con un 53 por ciento y a Moreno en segundo lugar con 47 por ciento de los votos.
"Tenemos una ventaja muy considerable", dijo el candidato oficialista a sus seguidores con cautela. "Esperaremos hasta que el Consejo Nacional Electoral dé el informe definitivo".
Moreno promete mejorar los planes sociales de Correa y reconciliar al dividido país alejándose del estilo confrontacional del saliente mandatario, que dominó casi hegemónicamente la política desde que llegó al poder en el 2006.
Lasso, por su parte, ha advertido a sus compatriotas que si Ecuador sigue por la senda izquierdista, podría vivir una crisis política y económica similar a la que enfrenta Venezuela.
"Hoy ha nacido el nuevo Ecuador, el Ecuador de la democracia, el Ecuador de la libertad", sostuvo el opositor ante sus seguidores con un tono triunfalista después de los resultados a boca de urna. "Ahora tenemos un presidente que nos va a respetar a todos".
Los seguidores de los dos candidatos salieron a las calles a festejar, según medios locales.
Los primeros resultados oficiales se esperan para las 20.00 hora local (0100 GMT del lunes).
Moreno y Lasso llegaron a las elecciones con una brecha tan estrecha entre ellos que el consejo electoral advirtió que el resultado final podría demorar un par de días en ser divulgado, en medio de un caldeado ambiente electoral donde ambos bandos habían externado temores de fraude.
Aunque en la primera vuelta de febrero quedó a una decena de puntos porcentuales de Moreno, Lasso acortó la brecha con su promesa de superar el modelo socialista y con el apoyo de casi todo el arco opositor.
Y Moreno, un ex funcionario de las Naciones Unidas, ha intentado tomar distancia del saliente presidente Rafael Correa, criticando algunas de las medidas adoptadas durante su década en el poder.
Gane quien gane, el próximo presidente tendrá que moverse rápido para reducir el desempleo y el abultado endeudamiento público, sostener los millonarios programas sociales y combatir la corrupción que salpica al aparato estatal.
Voto castigo
Desde los Andes hasta las costas del Pacífico, millones de ecuatorianos concurrieron a votar en los comicios más cerrados en una década. Pese a todo, la votación se desarrollaba con normalidad en todo el país, según la autoridad electoral y observadores internacionales.
Correa, que aún goza de altos niveles de popularidad, llamó a los ecuatorianos a manifestar su voluntad en las urnas y aceptar los resultados.
"Ojalá seamos humildes en la victoria y seamos dignos también en la derrota", dijo tras sufragar en una escuela en Quito. "A votar masivamente y repletos de amor por la Patria".
Los analistas creen que Lasso ha logrado congregar el voto rechazo al modelo de Correa, afectado por denuncias de corrupción, y se ha convertido en una amenaza para el oficialismo.
"No quise darle mi voto a un Gobierno corrupto como el de Correa. Si gana Lasso se investigará y sancionará a los corruptos, por eso voté por él", dijo Hugo Jiménez, un albañil de 36 años, en la ciudad de Guayaquil.
El ex banquero de 61 años propone una consulta popular para reformar la Constitución y prohibir la reelección indefinida y los mecanismos para designar autoridades de control. Además promete mayores fuentes de empleo, reducir impuestos y atraer inversión extranjera para dinamizar la dolarizada economía.
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