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Israel, que lleva casi un año combatiendo con Hamás en Gaza, ha enviado sus tropas al sur del Líbano tras dos semanas de intensos ataques aéreos
Las crecientes tensiones en Oriente Medio añaden nuevas incertidumbres a la economía mundial, incluso cuando los responsables monetarios empiezan a felicitarse por haberla sacado de una racha de alta inflación sin desencadenar una recesión.
Israel, que lleva casi un año combatiendo con Hamás en Gaza, ha enviado sus tropas al sur del Líbano tras dos semanas de intensos ataques aéreos, lo que ha escalado el conflicto en Oriente Medio. A continuación esbozamos lo que sabemos sobre cómo podría afectar todo esto a la economía mundial en las próximas semanas.
Un poco más allá de la región inmediata, con los principales efectos limitados a los mercados financieros mientras que los inversores cubren sus carteras con activos refugio, el dólar se ha visto beneficiado desde el ataque con misiles balísticos de Irán contra Israel: el índice dólar, que mide la divisa estadounidense frente al euro, el yen y otras cuatro divisas principales, cotiza en torno a máximos de tres semanas.
Los precios del petróleo subieron alrededor de un 2% el jueves ante la preocupación de que un conflicto más amplio pudiera interrumpir los flujos de crudo de la región, por ejemplo, si Israel decidiera atacar la infraestructura petrolera iraní, lo que a su vez podría desencadenar represalias por parte de Irán.
Pero no está claro que esto se traduzca en el tipo de subidas sostenidas y más definidas que los automovilistas empiezan a notar en el surtidor de combustible.
Los analistas señalan que Estados Unidos tiene grandes reservas de crudo, mientras que los países productores de la OPEP disponen de suficiente capacidad excedentaria para suavizar el impacto de las perturbaciones, al menos a corto plazo.
Como siempre, los banqueros centrales insisten en que su trabajo consiste en mirar más allá de las perturbaciones imprevisibles y puntuales de la economía y centrarse en las tendencias subyacentes más profundas. Pero tampoco pueden permitirse ignorar totalmente los acontecimientos geopolíticos.
El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, declaró al periódico The Guardian que el banco podría actuar de forma más agresiva para recortar las tasas de interés si las presiones inflacionarias siguen debilitándose, lo que sugiere que los banqueros centrales por ahora no ven el conflicto de Oriente Medio como una amenaza importante para sus intentos de moderar la inflación.
Bailey dijo que parecía haber un compromiso de mantener estables los mercados del petróleo, pero también afirmó que el conflicto podría aún hacer subir los precios del crudo si las cosas siguen escalando.
El subgobernador del Riksbank sueco, Per Jansson, transmitió un mensaje similar, afirmando que los efectos del conflicto de Oriente Medio no eran aún suficientes para justificar una revisión de las previsiones económicas.
Las repercusiones económicas de una guerra total que provocara ataques más amplios contra las infraestructuras energéticas de Oriente Medio y las regiones del Golfo, además de nuevas interrupciones de las rutas comerciales a través del mar Rojo, serían más tangibles.
Oxford Economics calcula que un escenario así dispararía el precio del petróleo hasta US$130 y restaría 0,4 puntos porcentuales al crecimiento de la producción mundial el año próximo, que el Fondo Monetario Internacional considera actualmente en torno al 3,3%.
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