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Los lobbistas de Washington recurren al Doge de Elon Musk para influir en Trump
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No se conoce el alcance exacto de la actividad de lobby. Hasta ahora, la estructura más pública de Doge es su cuenta de redes sociales en X
Las legiones de cabilderos que durante mucho tiempo han trabajado en los pasillos del Congreso y las agencias federales para asegurar sus prioridades políticas tienen un nuevo objetivo: un departamento federal en la sombra dirigido por el hombre más rico del mundo, Elon Musk.
Se supone que la iniciativa dirigida por Musk, bautizada como Departamento de Eficiencia Gubernamental, asesorará al presidente electo Donald Trump sobre recortes de gastos y reformas regulatorias. Todavía no tiene —y tal vez nunca— responsabilidades o autoridad formalizadas. Hasta ahora, sus reclutas se han estado organizando en reuniones clandestinas a pocas cuadras de la Casa Blanca.
Pero las empresas y los grupos industriales ya han comenzado a mirar al Doge, por encima de los comités más tradicionales del Congreso y las agencias federales, para avanzar en sus agendas y proteger sus intereses.
La urgencia de abrirse paso en el grupo de Musk pone de relieve cómo los intereses especiales ven al multimillonario como un atajo hacia Trump, una forma de poner sus problemas en primer plano. También muestra cómo una entidad aparentemente creada para alterar la política habitual se está convirtiendo rápidamente en un objetivo para el experimentado aparato de defensa de intereses de Washington.
No se conoce el alcance exacto de la actividad de lobby. Hasta ahora, la estructura más pública de Doge es su cuenta de redes sociales en X y, a pesar de su nombre, no será un departamento. Es posible que ni siquiera sea parte del gobierno federal. Eso significa que los lobbystas no tienen que decir si están en contacto con la organización, lo que constituye una forma de evadir las normas de divulgación estándar.
Sin embargo, un puñado de empresas han presentado informes federales afirmando que están presionando directamente al grupo o hablando con miembros del Congreso sobre el esfuerzo y los problemas que la entidad probablemente abordará.
Algunos están haciendo ese trabajo a plena vista. Esta semana, el contratista de defensa L3Harris Technologies Inc. envió una carta a Musk y a su socio, el ex candidato presidencial Vivek Ramaswamy, y la publicó en el sitio web de la empresa. L3Harris los instó a respaldar cuatro cambios técnicos al proceso de contratación federal “para dar rienda suelta a la industria estadounidense y hacer más eficiente la adquisición de defensa”.
Kenneth Bedingfield, director financiero de la empresa, dijo en una conferencia de inversores en diciembre que la empresa estaba observando de cerca a Doge y "tratando de entender cuál será el enfoque".
“Estamos reuniendo tanta información como sea posible, tratando de mantenernos ágiles y luego estar listos para apoyar mientras la administración determina su camino a seguir, el presupuesto, los niveles y las capacidades de misión que se necesitan”, dijo.
Otros que presionan al Doge o a miembros del Congreso con estrechos vínculos con el esfuerzo incluyen intereses tan variados como Internet de banda ancha, atención médica y trabajadores sindicalizados jubilados.
La Asociación de Diagnóstico y Medicina de Laboratorio está presionando a los miembros del Congreso que se han unido al “Doge Caucus”, tratando de deshacerse de una nueva regulación de la Administración de Alimentos y Medicamentos sobre las pruebas médicas de laboratorio.
RSM , la consultora antes conocida como McGladrey LLP, está presionando a esos miembros del grupo parlamentario sobre sus “roles y responsabilidades” en relación con la Doge. El mismo lobista también está presionando sobre las regulaciones de banda ancha.
Y la Alianza de Estadounidenses Jubilados está jugando a la defensiva, tratando de convencer a Musk de que mantenga sus manos alejadas de programas de seguridad social como el Seguro Social, Medicare y Medicaid.
Richard Fiesta, director del grupo de lobby respaldado por los sindicatos, dijo que sería una tontería centrarse únicamente en los comités tradicionales de presupuesto y asignaciones del Congreso, incluso si aún no está claro qué será el Doge.
“No sabemos cómo será esto, pero lo está llevando a cabo alguien que tiene la confianza del presidente electo”, dijo. “Estamos en territorio desconocido. ¿A qué objeto brillante le van a prestar atención esta semana? Para nosotros, es necesario que todos nos pongamos manos a la obra para estar alerta y vigilantes”.
Incluso los miembros del Congreso, que suelen ser los destinatarios de las súplicas de los grupos de presión, están pidiendo a Musk que convierta sus propuestas políticas en realidad.
Poco después de las elecciones, la senadora Joni Ernst envió a Musk y Ramaswamy una lista de siete páginas con ideas para darles una “ventaja” en sus deliberaciones. Entre las sugerencias del republicano de Iowa: vender edificios de oficinas federales, auditar el Servicio de Impuestos Internos, cancelar proyectos de transporte público en California y poner fin a la producción de centavos (todo lo cual ya está dentro de la autoridad del propio Congreso).
Para quienes no son miembros del Congreso, hacer lobby directamente ante el Doge puede ser difícil. No tiene una oficina permanente ni una dirección de correo electrónico pública. En cambio, Musk ha alentado a la gente a enviar ideas para recortar costos (y solicitudes de empleo) en su aplicación de redes sociales X.
Para intentar llamar la atención sobre el Doge, Sam Geduldig, un lobista republicano, dijo que recientemente publicó una historia en nombre de un cliente en el medio de comunicación conservador Breitbart News. La historia se publicó con el titular “¡Simplemente Doge IT!” y el editor en jefe de Breitbart publicó la historia en X y etiquetó a Musk. “Actualmente hago lobby en X”, dijo Geduldig. “La razón por la que le dimos esta historia a Breitbart es porque pensé que Elon podría verla”.
En definitiva, Musk, sus intereses comerciales y su visión del mundo parecen estar en el centro de la iniciativa Doge. Hasta que encuentre un espacio de oficina más permanente, Doge se gestionará desde las oficinas de lobby de SpaceX, la empresa de exploración espacial propiedad del propio Musk.
Además de las opiniones y puntos de vista políticos de Musk, SpaceX, Tesla Inc. y otras empresas de Musk se han beneficiado de contratos gubernamentales, préstamos, créditos fiscales y otros programas que plantean cuestiones éticas sobre la capacidad del multimillonario para recomendar qué programas de gasto federal recortar y preservar.
Las leyes éticas que rigen a Doge son confusas, porque no está claro si será un grupo privado o una agencia federal. Pero Noah Bookbinder , del grupo de izquierdas Citizens for Responsibility and Ethics en Washington, dijo que DOGE está actuando como un comité asesor federal y debería cumplir con las leyes sobre conflictos de intereses.
“Si se realizan funciones esencialmente gubernamentales, aparentemente sin los requisitos y la supervisión que normalmente se tienen para el gobierno, eso crea algunos riesgos de influencia indebida u otros problemas éticos”, dijo. “Crea una falta de transparencia”.
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