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Asamblea de la Gran Logia en España
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Los masones se organizan en logias, que son básicamente los puntos de encuentro donde establecen sus reuniones y llevan a cabo sus ritos
A lo largo de la historia, la masonería ha estado envuelta en un velo de misterio alimentado por mitos que han exacerbado la imaginación popular.Desde acusaciones de conspiraciones secretas hasta rituales ocultos, los masones han sido objeto de innumerables teorías. Pero, ¿Qué hay de cierto en estos relatos?
Hace 15 años, Xavier Molina se encontraba en un momento crucial de su vida. Una puerta lo separaba de lo que se convertiría en un viaje espiritual e intelectual que transformaría su vida para siempre. Esta puerta pertenecía a la Logia R.L. Descartes nº 35 de Barcelona.
Diez años después, este farmacéutico se encuentra hoy en la cúspide de la masonería como Serenísimo Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española, el rango más alto entre sus hermanos masones, superando los grados de aprendiz, compañero y hermano.
Los cerca de 5.000 masones que hay en España se organizan entre dos grandes instituciones. Por un lado, la Gran Logia de España reúne en torno a 3.000 personas en las 170 logias que la componen. Por otro lado, existen otras 67 logias bajo el paraguas de la Gran Logia Simbólica Española, que reúne a unos 1.000 hermanos. Además, existe la Gran Logia Femenina de España, que cuenta con alrededor de 300 miembros.
Los masones se organizan en logias, que son básicamente los puntos de encuentro donde establecen sus reuniones y llevan a cabo sus ritos. En cada ciudad, existe un número determinado de logias que constituyen subgrupos que conforman las grandes logias de España.
"Mi interés por la masonería comenzó hace 15 años. Como cualquier masón, solicité la entrada y llamé a las puertas de la logia. Buscaba un lugar donde poder crecer profesional, personal e intelectualmente", señala Molina, quien rápidamente enfatiza que la masonería no es un club de lectura ni un sitio para hacer amigos o dinero, sino un compromiso profundo con el crecimiento personal y la reflexión.
En 1999, el contexto de cualquier político en el País Vasco se veía condicionado por la presencia y amenaza constante de la banda terrorista ETA. Entonces, Txema Oleaga acababa de ser nombrado concejal en el Ayuntamiento de Bilbao por el Psoe de Euskadi. Sus pasos, como todos los integrantes políticos de la comunidad, eran calcados por los de un escolta personal que velaba por su seguridad.
Las puertas de la primera logia en la que tuvo su nacimiento como masón estaban muy cerca del Ayuntamiento en el que comenzaba su carrera política. Después de ser nombrado aprendiz masónico, Oleaga tuvo que cambiar su destino a San Sebastián, donde, según él, ''llamaba mucho menos la atención''.
El compromiso de Oleaga con la masonería fue creciendo y hoy, más de dos décadas después, ostenta el cargo de Gran Maestre de la Gran Logia Española. ''Explicar los ritos que celebramos en los inicios no tiene mucho sentido si no lo vives desde dentro'', afirma Oleaga, que recordó su iniciación como un evento espectacular y transformador. "Es algo que no olvidas. Pasas de un plano vital a otro, es como un nacimiento".
Tradicionalmente, los masones se han visto envueltos en un halo de misterio y han sido frecuentemente asociados con conspiraciones y secretos oscuros que desde las logias se está intentando desterrar. "Quizás por ser una sociedad que ha preferido mantenerse en el secreto y la discreción hemos alimentado la leyenda, pero hoy en día cualquiera puede saber quiénes somos y de dónde venimos", afirma Molina.
Aunque tanto Molina como Oleaga pertenecen a diferentes Logias, los valores entre ellas son los mismos. La única diferencia está en la forma de avance dentro de la estructura interna y en la manera de comunicar sus valores. De ahí que, incluso entre los estandartes de las grandes logias del país, puedan surgir formas diferentes de definir la masonería.
"Una escuela de librepensadores", así es como califica Molina a la sociedad masónica, apuntando que no es casualidad que haya habido importantes políticos reconocidos masones tanto en España como fuera. ''Al final, se puede considerar una escuela de políticos debido a la educación en valores del ciudadano''.
Oleaga considera, sin embargo, que ''la masonería es una escuela de ciudadanía y tolerancia. Según los tres grados en el que se desarrolla el masón, se le va instruyendo en cuestiones como oratoria, lógica e incluso matemáticas, que tiene como culmen el ser un buen ciudadano''.
Molina también describe los ritos iniciáticos como un "nacimiento" en el que algo despierta en el interior del iniciado. Este renacimiento espiritual tiene un objetivo: la creación de una estructura ética interior, moral y personal que eleva al individuo a un plano donde la racionalidad, el sentido crítico y el crecimiento intelectual han de ser sus señas de identidad.
Más allá de los principios morales que todo masón debe cumplir, están obligados a la asistencia de las reuniones de la logia, que se celebran dos veces al mes. "Hay un compromiso de trabajo personal en cada encuentro. Allí se va a participar activamente. Nuestro objetivo es crear un compromiso personal de evolución basado en la reflexión. Los hermanos deben formar parte de la reunión; nadie se queda callado. En el aspecto económico, las cuotas suelen rondar los 30-40 euros (US$30 - US$40) al mes'', señala Molina, que subraya que es la única fuente de ingresos y financiación.
Ambos líderes recalcan el carácter filantrópico de la masonería. Desde dentro se promueven actos de caridad, aunque siempre de manera discreta. " Actualmente, estamos poniendo en marcha una fundación que teníamos para recuperar estas actividades. Cada logia hace lo que estima conveniente, como ayudas a bancos de alimentos, por ejemplo'', confirma Oleaga.
A pesar de los desafíos históricos, la masonería se adapta a los tiempos modernos y, según Oleaga, "se encuentra en un momento de efervescencia por el interés que despiertan nuestras charlas''. Este masón señala tres aspectos clave para el resurgir de esta sociedad con tanta tradición histórica: ''El reconocimiento de los masones que sufrieron represalias, la recuperación de la honorabilidad de estas personas por parte de sus familiares, y la firme creencia en la defensa de valores como la tolerancia y la empatía, que son imprescindibles''.
De ahí que el político vasco esté convencido de una tendencia continuista. "La masonería hoy en día está abierta a nuevas generaciones que buscan un espacio de reflexión y crecimiento personal". En este contexto, la participación de los jóvenes se ha vuelto crucial. "Cada vez más jóvenes se interesan por la masonería aportando una nueva perspectiva y energía, lo cual es vital para mantener viva la esencia de nuestra institución".
Según el historiador Fernando Gil González, profesor de historia de la Universidad Rey Juan Carlos y autor de libros como Origen de la Masonería en España y Masonería y la Sociedad de Naciones, la palabra "masón" proviene del francés "maçon" y del latín "machio" o "matio", que significa albañil o cantero. Los francmasones, aquellos canteros de habilidad superior, gozaban de ciertos privilegios dentro de sus gremios, y es de sus tradiciones y simbolismos de donde provienen los emblemas masónicos actuales.
Estos emblemas, al tener sus raíces en los gremios de canteros medievales, han terminado usando los mismos símbolos que los caracterizaban: los delantales protectores que se ven en los ritos masónicos actuales, junto con la escuadra y el compás, se han transformado en metáforas de la masonería, representando las enseñanzas y valores que guían a los masones en su búsqueda de conocimiento, ética y liderazgo. "Son herramientas que simbolizan nuestra constante reflexión sobre la construcción interior, el verdadero fin de la masonería", explica Xavier Molina.
Mientras que la escuadra es un emblema de moralidad, el compás simboliza la relación entre el individuo y la sociedad. La letra G, a menudo encontrada en el centro de estos símbolos, representa la geometría, fundamento de la albañilería y, simbólicamente, de la masonería moderna.
Más allá de ellos, la masonería carga con la sombra de mitos y leyendas debido a la tradición ocultista que ha caracterizado a este colectivo a lo largo de su historia.
El inicio de la masonería moderna se remonta al siglo XVIII, aunque sus raíces brotan de gremios medievales de canteros que construían majestuosas catedrales un siglo antes. Fue formalmente establecida con la creación de la Gran Logia de Inglaterra en 1717. En España, sus primeros pasos datan de 1728, cuando el Duque de Wharton, entonces Gran Maestre en Inglaterra, fundó la Logia Matritense en Madrid.
Sin embargo, estas primeras logias no tuvieron una larga existencia debido a la persecución de la Inquisición. En 1751, el rey Fernando VI prohibió la masonería bajo duras penas, iniciando una era de restricciones políticas y religiosas que frenaron su desarrollo en el país.
''La Iglesia fue uno de los mayores detractores de la masonería. El franciscano José Torrubia, en su obra Centinela contra francmasones de 1752, recopiló textos antimasones extranjeros que anatematizaban a los masones, asociándolos con términos como hereje, judío, ateo, insidioso, jansenista y maniqueo. Este estigma duró hasta bien entrado el siglo XIX", explica el historiador.
Este testigo persecutorio se recogió durante la dictadura franquista, que dejó una marca indeleble en la masonería española. "En 1940, se promulgó una ley que permitía matar a masones y prohibía que cualquier persona perteneciente a la masonería pudiera ejercer un cargo público. Se ejecutaron a cerca de mil personas y surgieron muchos prejuicios", recuerda Oleaga. Esta persecución histórica no solo afectó a los masones directamente implicados, sino que también generó un estigma que perduró durante décadas.
Oleaga subraya, sin embargo, el papel histórico fundamental de los masones en la sociabilidad europea y su contribución a movimientos progresistas. "Han tenido mucha importancia en el pasado, como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que incluye terminología masónica. Además, muchos tuvieron un papel importante en la liberación de Filipinas y las Américas''. Esta influencia histórica subraya el papel de los masones en la promoción de ideales de libertad y justicia en diversos contextos globales.
Históricamente, ha habido relevantes políticos masones. Desde George Washington en Estados Unidos, quizá el masón más célebre, hasta el General Prim, que fue asesinado de camino a su logia. Muchos de los presidentes de la República Española, como Manuel Azaña, también fueron masones.
Según Molina, esto no tiene nada que ver con intentos de influencia en la política mundial, sino con que el masón ha tenido tradicionalmente una formación que ayuda a ser buen político, ya que es un espacio donde se ha formado a gente con criterio propio y gran capacidad argumentativa.
No obstante, señala que no todos los masones han sido buenos ejecutando estos principios, destacando a Pinochet como uno de ellos. Entre otros célebres españoles, se encuentran Ramón y Cajal, Lorca y Blasco Ibáñez.
Las relaciones entre el poder y los masones ilustres han alimentado mitos y leyendas que los asocian con decisiones cruciales en la historia. Teóricos de la conspiración han sostenido que los masones mueven los hilos del poder y las finanzas internacionales. Es el caso de El club Bilderberg, un foro anual que surge en 1954 y al que asisten las 130 personas más influyentes del mundo, y al que se ha señalado como una de las sociedades secretas pertenecientes a la masonería.
Otros mitos, como que los liberales que redactaron los documentos de las Cortes de Cádiz eran masones o que no hay masones católicos (la masonería no prohíbe la pertenencia a ninguna religión), han seguido alimentando una leyenda construida en torno a la exclusividad, el secretismo y el misterio. Los masones actuales, no obstante, tratan de desterrar estos mitos y destacar los valores que han dado sentido a una organización que se ha mantenido durante siglos.
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