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China, Estados Unidos y Taiwán son algunos países que figuran entre las 10 economías que más recurren a estos mecanismos
En el complejo panorama de la economía global, los paraísos fiscales han ganado relevancia como un refugio atractivo para las grandes fortunas y empresas multinacionales que buscan minimizar sus obligaciones fiscales. Este fenómeno, que involucra miles de millones de dólares, ha convertido a ciertos territorios en epicentros de las finanzas offshore, donde se concentra una parte significativa de la riqueza mundial.
Un reciente informe del Atlas del Mundo Offshore reveló cuáles son los países que poseen mayores activos financieros en el extranjero, destacando a China como el líder. En 2022, las empresas y particulares del gigante asiático registraron más de US$2,1 billones en el extranjero, una cifra equiparable al Producto Interno Bruto, PIB, de México. Este enorme volumen de capital se canaliza principalmente a través de Hong Kong, que ha emergido como un nodo clave para las operaciones financieras chinas.
El estudio también destacó que, además de China, otras grandes economías tienen una parte significativa de su riqueza en paraísos fiscales. Estados Unidos ocupa el segundo lugar con US$1,6 billones invertidos en jurisdicciones offshore, seguido del Reino Unido con US$1,2 billones. Estos tres países combinan activos offshore que superan los US$4,9 billones, ilustrando el alcance de la práctica en las principales potencias mundiales.
Otros países que destacan en la lista son Taiwán, con US$700.000 millones; los Emiratos Árabes Unidos, con US$570.000 millones; y Francia, que suma US$545.000 millones. Arabia Saudita, Alemania, Japón y Canadá también figuran entre las diez economías que más recurren a estos mecanismos, acumulando cientos de miles de millones en el extranjero.
Es crucial aclarar que los paraísos fiscales, en su concepción formal, no son ilegales. Estos territorios ofrecen a individuos y empresas extranjeras una carga tributaria mínima o nula, acompañada de estabilidad política y económica. Sin embargo, el uso de estas jurisdicciones puede tornarse ilegal cuando las entidades o personas no declaran adecuadamente los activos o ingresos que mantienen en el extranjero, lo que constituye una violación a las leyes fiscales de sus países de origen.
Entre los destinos favoritos para las operaciones offshore de las grandes economías se encuentran las Islas Caimán, Suiza y Singapur. Estos territorios no solo garantizan una baja carga tributaria, sino que también proporcionan altos niveles de confidencialidad, dificultando el acceso de las autoridades fiscales de otros países a información financiera.
En el caso particular de Estados Unidos, sus ciudadanos y empresas canalizan la mayoría de sus activos offshore hacia estos países, manteniendo alrededor de US$1,6 billones en el exterior. Mientras tanto, en Europa, el Reino Unido, Francia y Alemania juntos poseen US$2,1 billones en activos en paraísos fiscales.
El uso de paraísos fiscales ha generado un debate en torno a la equidad y la transparencia fiscal a nivel global. Los gobiernos han intensificado los esfuerzos para regular estas prácticas a través de acuerdos internacionales que buscan intercambiar información financiera y prevenir la evasión de impuestos, pero los desafíos persisten. La opacidad que ofrecen estos territorios y las complejidades legales dificultan la tarea de monitorear las fortunas que circulan fuera de las fronteras nacionales.
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