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La calidad del agua en México es un problema significativo, con más de 70 % de los ríos y lagos del país con contaminación
El cambio climático es una preocupación global que afecta gravemente a México. Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), las temperaturas en México han aumentado en promedio 0,85 °C durante los últimos 50 años. Un hecho que ha intensificado eventos meteorológicos extremos, como huracanes, sequías e inundaciones.
Se prevé que, para el 2030, más de 30 % del territorio nacional sufrirá estrés hídrico severo. La disminución de lluvias y el aumento de temperaturas están afectando a la disponibilidad de agua y a la agricultura, repercutiendo en la seguridad alimentaria y económica del país. Además, la salud de las personas está en riesgo debido a la mayor incidencia de eventos cardiovasculares, golpes de calor y enfermedades transmitidas por vectores.
Para combatir estas amenazas, es esencial reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante la atención a la contaminación del aire, mejora de la gestión de residuos, implementación de acciones de reforestación y protección de áreas de conservación. Estas medidas de adaptación y mitigación ayudarán a enfrentar las consecuencias del cambio climático y protegerán tanto el medio ambiente como la salud humana.
La calidad del agua en México es un problema significativo, con más de 70 % de los ríos y lagos contaminados. Según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), 48 % de las aguas subterráneas y 27 % de las aguas superficiales presentan niveles preocupantes de contaminantes, como metales pesados y pesticidas. La falta de infraestructura adecuada para el tratamiento de aguas residuales y la sobreexplotación de acuíferos agravan esta situación.
Es crucial realizar un diagnóstico completo de la calidad y cantidad del agua en México y exigir el saneamiento por parte de industrias y municipios. La regulación del uso del suelo, la optimización en el uso del agua en los modelos de producción de alimentos, industriales y de servicios y la protección de las zonas de recarga de acuíferos son acciones necesarias para mejorar la calidad del agua y asegurar su disponibilidad.
La contaminación del aire es especialmente severa en áreas urbanas como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indica que la concentración de partículas PM2,5 y PM10 regularmente excede los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto contribuye a generar más de 30.000 muertes prematuras anuales en el país. Las principales fuentes de contaminación son el transporte vehicular, la industria y la quema de combustibles fósiles.
Para mejorar la calidad del aire, se deben adoptar prácticas que incluyan el uso de combustibles más limpios, el fomento de fuentes de energía alternativas, la optimización de estrategias de movilidad y la reforestación. También se necesitan acciones para reducir las emisiones en procesos productivos y artesanales.
La degradación del suelo es una problemática crítica en México. El Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) estima que 45 % de los suelos están afectados por procesos de erosión debido a la deforestación, la agricultura intensiva y las prácticas de pastoreo insostenibles. La pérdida de suelo fértil afecta la productividad agrícola y contribuye a la desertificación y pérdida de biodiversidad.
México genera más de 44 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos cada año, de los cuales solo10 % se recicla. La gestión inadecuada de residuos sólidos es un problema persistente que requiere una mayor infraestructura de reciclaje y políticas eficaces de reducción de residuos.
Para abordar estos problemas, es necesario implementar estrategias que incluyan la reforestación, la recuperación de suelos degradados y el diseño de cultivos sostenibles. Además, se deben promover modelos de consumo sostenibles y políticas públicas para reducir el uso de plásticos y sustancias químicas peligrosas.
México es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo, pero está experimentando una rápida pérdida de especies debido a la deforestación y el cambio de uso del suelo. Entre 2001 y 2020, el país perdió alrededor de 2,8 millones de hectáreas de bosque. Esta pérdida afecta a especies icónicas como el jaguar y la mariposa monarca, así como a innumerables plantas y microorganismos esenciales para los ecosistemas.
La conservación de la biodiversidad es crucial no solo por razones ecológicas, sino también por los servicios ecosistémicos que provee, como la polinización y la regulación del clima. Para proteger la biodiversidad, es necesario conservar los hábitats naturales y promover la reforestación y la recuperación de ecosistemas degradados.
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