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Chile y Perú son los únicos países en los que las tres calificadoras coinciden en sus perspectivas, siendo negativa y estable respectivamente
A lo largo de los últimos meses, Fitch Ratings, Moody’s y Standard and Poor’s han dado a conocer sus calificaciones de los países de la Alianza del Pacífico, los análisis varían entre perspectivas estables y negativas, aunque no descartan eventuales mejorías que dependen enteramente de sus contextos económicos y políticos.
El caso más preocupante es el de Chile, pues las tres compañías coinciden en otorgarle una perspectiva negativa para finales de 2020, aunque prevén un repunte de la economía entre 4,5% y 5,5% para 2021.
La cuestión principal en sus dudas radica en el tipo de políticas económicas que tendrá la nación, así como en el desarrollo del crecimiento económico. “Si es rápido, el daño al perfil financiero por la pandemia puede recuperarse, pero si es lento, como ha sido en el pasado, puede ser permanente”, aseguró el director gerente de calificación soberana para América Latina de S&P, Joydeep Mukherji.
No obstante, a pesar de que los números pueden mejorar después de la pandemia, las preocupaciones sobre el crecimiento a largo plazo tienen que ver principalmente por las políticas gubernamentales. Frente a dicho punto, la incertidumbre se debe a dos razones: la protesta social que tuvo lugar a finales de 2019 y el proceso que llevó a plantear la posibilidad de una nueva Constitución.
“Nadie espera un cambio radical en la Constitución, pero simplemente discutirla por uno o dos años tendrá impacto en la inversión local dentro del sector privado, generando atrasos y dudas que son un riesgo al crecimiento económico a largo plazo”, añadió Mukherji.
La situación en Chile es distinta a la de Perú, pues en este caso, la posibilidad de subir o bajar de calificación es la misma por su perspectiva estable en los tres casos. El vicepresidente senior Credit Officer de Moody’s Investor Service, Jaime Reusche, destacó que tanto la contracción como el rebote serán mayores, con una caída de 12,3% en 2020 y un avance de 9,2% en 2021.
“Si bien la tasa de crecimiento parece elevada, buena parte de ese crecimiento viene por un efecto estadístico favorable. Esto se debe a la incertidumbre política en Perú a raíz del proceso electoral de 2021, y más recientemente a la vacancia presidencial”, agregó.
A pesar de los cambios de gobierno que ha sufrido Perú la política macroeconómica del país se ha mantenido estable. Sin embargo, las calificadoras también están elaborando sus análisis con perspectivas a futuro debido a las elecciones.
“Aquí se debe tener en cuenta qué tantas expectativas habrá en la siguiente administración peruana en cuanto a hacer las cosas: quienquiera que gane tendrá que trabajar con el Congreso, que podría estar dividido por la gran cantidad de partidos que tiene”, agregó.
Un caso en la Alianza del Pacífico que si es similar al de Chile es Colombia, donde la perspectiva negativa que le otorgan Fitch Ratings y Standard and Poor’s se debe a preocupaciones sobre la evolución de las políticas económicas a largo plazo. Las preocupaciones apuntan a que los problemas de la nación ya existían desde antes de la pandemia y se vieron intensificados por la caída de los precios del petróleo en marzo.
Para que haya una recuperación tanto en 2021 como en 2022, el Gobierno requiere algunos cambios en sus políticas para sostener el crecimiento interno y reducir su déficit de presupuesto de un modo en que pueda mejorar su perfil de deuda.
Para Mukherji, este podría ser un desafío complejo para el Gobierno por la dificultad que supone trabajar en una reforma fiscal, sobre todo un año antes de las elecciones, ya que en ocasiones puede significar un alza en los impuestos. “El plan es introducirla en 2021, entonces será un desafío políticamente”, señaló.
La única calificadora que registra una perspectiva estable para Colombia es Moody’s, que mantiene su expectativa de una contracción económica entre 7% y 7,5% mientras que en el caso del PIB prevé una expansión entre 4,5% y 5% en 2021.
Por el lado gubernamental, la nación que ha desatado controversia ha sido México, pues sus problemas de crecimiento en los últimos 20 años generaron que el país entrara en recesión en 2019 y llegara debilitado a la coyuntura derivada de la pandemia, mientras que EE.UU. y el resto de economías regionales estaban creciendo.
Si México empezara a crecer más rápido, eso impactaría a la tasa de crédito, pero esta coyuntura tampoco puede ignorar la deuda del Gobierno junto con las cargas contingentes impuestas principalmente por la estatal Pemex. Se resaltan los cambios en las políticas del sector energético para abrir el sector a inversión privada.
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