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El alza de los precios alrededor del mundo es un fenómeno que deja la crisis por la pandemia, y que afecta a países ricos y pobres
Uno de los mayores coletazos que ha dejado la pandemia, en medio de la crisis global, ha sido la pronunciada alza de los precios en todo el mundo, incluso 80% de los territorios en el globo han reportado inflación histórica durante algún mes de la pandemia.
Luego de la caída económica que padeció el globo provocada por los confinamientos y demás medidas para contener el covid-19, los bancos centrales relajaron su política monetaria con bajas tasas de interés y demás estímulos económicos.
Esto trajo como principal consecuencia una inflación sostenida en la mayoría de las economías del mundo, presionando ahora a las mismas autoridades monetarias a retirar los estímulos y endurecer la política con el riesgo de afectar la recuperación económica.
Los precios están siendo presionados por varios eventos que están sucediendo, también, como rezagos que deja la pandemia, entre ellos, la escasez de oferta y la crisis en la cadena de suministros.
Debido a todo este fenómeno, muchos países están experimentando alzas en los precios en niveles que no se veían hace tres o cuatro décadas, al tiempo que las economías se están expandiendo como no lo hacían desde la Segunda Guerra Mundial por el efecto rebote.
Un ejemplo de esto último fue que el Reino Unido reportó la semana pasada un crecimiento económico en 2021 de 7,5%, el más alto desde 1941 y se convirtió en la economía avanzada de más rápida recuperación el año pasado.
A su vez, el país también presenta una tasa interanual de inflación de 5,4% en la más elevada desde marzo de 1992, aunque el Banco de Inglaterra ya empezó a reaccionar e inició el aumento de las tasas de interés. En su última reunión incrementó los tipos en 25 puntos básicos, aunque cuatro de los nueve funcionarios del banco central británico instó presiones para subirlas 50 básicos.
No es el único caso entre las economías avanzadas, la inflación de Estados Unidos llegó a 7,5% interanual, el mayor aumento desde febrero de 1982, impulsada por la escasez de suministros y trabajadores, las ayudas suministradas por el Gobierno, los tipos de interés ultrabajos y el fuerte gasto de los consumidores.
Lo mismo sucede en con los precios al consumo en la Zona Euro, en donde tocaron por segunda vez consecutiva en diciembre un nivel máximo desde que se tienen registros. En el viejo continente se viven condiciones parecidas para que se dé la inflación alta, el aumento de los precios de la energía, los cuellos de botella en la cadena de suministro mientras la economía se recupera de los confinamientos y las restricciones por la pandemia.
Incluso, la Ocde también informó recientemente que la inflación en el bloque aumentó a 6,6%, alcanzando su tasa más alta desde julio de 1991. En este caso, el aumento fue impulsado en parte por el IPC anual que vive Turquía.
Aún así, de cara al futuro cercano, los pronósticos sugieren que las presiones inflacionarias en el mundo se relajarán al final del año, aunque se mantendrán altas por un largo periodo, por lo menos en las economías avanzadas.
“No es una crisis. En este punto, todavía no veo ninguna señal de que la inflación se haya arraigado en la economía. La Fed todavía tiene espacio para diseñar un aterrizaje suave, pero debe comenzar a hacerlo”, dijo a Bloomberg el economista premio Nobel Paul Krugman.
Así mismo, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, coincidió en que subir las tasas ahora no reduciría los niveles históricamente altos de la inflación. “Eso no resolvería ninguno de los problemas actuales. Al contrario: si actuáramos ahora con demasiada precipitación, la recuperación de nuestras economías podría ser considerablemente más débil y se pondría en peligro el empleo”, manifestó Lagarde a Redaktionsnetzwerk Deutschland (RND).
Por otro lado, hay quienes defienden las subidas de tipos. Theodore Kahn, de Control Risks, comentó que “claramente la postura hawkish de la Fed contribuye a reducir las perspectivas de crecimiento de EE.UU. Pero, con una inflación de 7% en 2021, aumentar las tasas de interés es la medida correcta. Incluso, con una política más dura, se espera crecimiento de 4% para 2022”.
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