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El ritmo al que suben los precios de combustibles y alimentos es el más rápido desde hace casi 24 años, lo que provoca las manifestaciones
La tasa de inflación de Perú que se registró en marzo fue la más elevada desde agosto de 1998. El aumento de los precios se han reflejado más en los alimentos y los combustibles, lo que ha provocado disturbios masivos en los últimos días y una creciente desestabilización política en el gobierno del presidente Pedro Castillo.
Como en la mayoría de los países del mundo, las presiones inflacionarias en Perú se están dando a medida que se reactivaba la economía tras la crisis por la pandemia. Pero la guerra entre Rusia y Ucrania ha sido un detonante para los precios peruanos dada su dependencia a la importación de petróleo y de fertilizantes.
De acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo, del total de los fertilizantes importados por Perú, 35% proceden de Rusia y Bielorrusia.
Esto ha hecho disparar los precios de los alimentos a lo que se le suman los bloqueos de caminos por parte de los manifestantes, que han interrumpido el suministro de comida en varios puntos.
“Las expectativas inflacionarias seguirán altas, retroalimentando las presiones sobre los precios. Con todo, en el nuevo escenario base se tiene una inflación más alta en 2022 (5,0%) y 2023 (2,6%)”.
“Es probable que el impacto de las protestas sea inflacionario, pero algunas medidas gubernamentales con los precios de los alimentos y los combustible deben tener un efecto compensatorio”.
La producción de arroz en Perú está corriendo peligro y el grano, que es alimento básico para decenas de millones de familias en el país, ya está subiendo de precio.
El saco de arroz de 50 kilos, que estaba en unos US$29, ahora cuesta US$32, luego de que la Asociación Peruana de Productores de Arroz advirtiera un aumento del precio de fertilizantes esenciales, como la urea, que pasó de unos US$16 por saco a más de US$72.
Por ello, desde hace poco menos de dos semanas agricultores y camioneros iniciaron las protestas y bloquearon temporalmente varias vías, por lo que el gobierno de Castillo impuso un toque de queda en Lima, mientras los manifestantes se enfrentaban a la Policía.
El Estado ha tratado de reaccionar a las presiones inflacionarias con un aumento del salario mínimo de 10% y el recorte en los impuestos al combustible, lo que ayudó a frenar un poco las manifestaciones en algunos puntos del país.
El Congreso también aprobó la exoneración del impuesto general a las ventas (IGV) a los alimentos de la canasta familiar, como el pollo, huevos y la leche.
“Es probable que el impacto de las protestas sea inflacionario, pero algunas medidas gubernamentales relacionadas con los precios de los alimentos y el combustible podrían tener un efecto compensatorio”, aseguró Aaron Gifford, analista de deuda soberana de T. Rowe Price, en una nota recogida por Bloomberg.
Sin embargo, para Bbva Research las cotizaciones internacionales de alimentos y combustibles se mantendrán elevadas por más tiempo debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, lo afectará a Perú.
“En ese contexto, las expectativas inflacionarias seguramente seguirán altas, retroalimentando las presiones sobre los precios. Con todo, en el nuevo escenario base se tiene una inflación más alta en 2022 (5,0%) y 2023 (2,6%)”, dijo el economista jefe de Bbva Research para Perú, Hugo Perea.
A su vez, el analista también señaló un recorte en la proyección de crecimiento del país este año de 2,3% a 2%. Mientras para 2023 también la redujo desde 3% a 2,8%.
La agitación política hace tambalear al gobierno de Pedro Castillo
El presidente peruano Pedro Castillo apenas y sobrevivió a un segundo intento de juicio político en el Congreso, y solo días después tuvo que enfrentar una ola de protestas en las calles que avivaron los rumores de un nuevo juicio en su contra. La agencia calificadora Moody’s considera que Castillo, no terminará sus cinco años dirigiendo al país y que “será removido del cargo o renunciará”. También criticó los múltiples cambios del gabinete por el que han pasado 50 ministros en solo ocho meses.
Moscú, que ha advertido contra este tipo de acciones, intensificó su amenaza de una respuesta nuclear a los ataques convencionales.
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