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El líder libertario pospuso aumentos en los impuestos a los combustibles y los precios de los servicios públicos que juntos habrían sumado 1,2 puntos porcentuales a la inflación mensual
El presidente Javier Milei está frenando su programa de terapia de choque en un intento de conservar el apoyo popular en medio de la sombría realidad económica de Argentina, incluso si eso significa perturbar los mercados.
Este mes, el líder libertario pospuso aumentos en los impuestos a los combustibles y los precios de los servicios públicos que juntos habrían sumado 1,2 puntos porcentuales a la inflación mensual, según JPMorgan Chase & Co. Las tarifas de tren, fuertemente subsidiadas, han estado congeladas desde mayo, y el precio de los boletos de autobús no se ha movido desde abril.
Estos retrasos ponen de manifiesto el estrecho camino que queda por recorrer mientras Milei intenta arreglar una economía quebrada sin avivar la inflación, que ya es altísima. Se espera que una nueva lectura el viernes muestre que la tasa mensual de aumento de los precios al consumidor aumentó después de cinco caídas consecutivas.
“El gobierno se concentró tanto en lograr una desaceleración sostenida de la inflación que comenzó a dejar de lado sus otros objetivos”, dijo Nicolás Gadano, economista jefe de la consultora porteña Empiria. “Posponer más ajustes de precios significa que esos triunfos inflacionarios son un poco de pan para hoy, pero hambre para mañana”.
La moneda argentina también ejemplifica esa tensión. Desde una devaluación de 54% en diciembre, el gobierno ha rechazado los llamados a acelerar su depreciación mensual de 2% del tipo de cambio oficial del peso, conocida como crawling peg (o eliminar por completo los controles de capital), porque temen que un ritmo más rápido sólo haría subir más los precios. Como resultado, los exportadores están reteniendo su soja y la acumulación de reservas del banco central se ha detenido.
“Las tarifas energéticas son una fina armonía entre la reducción de subsidios y la inflación”, dijo el jueves el ministro de Economía, Luis Caputo, en una entrevista radial, reiterando que Argentina no volverá a devaluar el peso. “La prioridad es bajar la inflación”.
Caputo también defiende ferozmente el cambio de paridad móvil a puertas cerradas, a pesar de las crecientes presiones para devaluar la moneda. Cualquier movimiento cambiario afectaría la popularidad de Milei entre la clase media, la columna vertebral de su programa, según varias personas que se reunieron con el equipo económico en las últimas semanas.
Aunque los inversionistas y economistas elogian el trabajo de Milei hasta el momento (la inflación mensual se desaceleró a 4,2% en mayo desde 25,5% en diciembre, y el gobierno tiene un superávit presupuestario por primera vez desde 2008), advierten que esta situación tiene una especie de talón de Aquiles.
“La situación macroeconómica de Argentina no sigue una trayectoria estable, de modo que si continuamos así sin cambios, algo va a explotar”, dijo Ernesto Revilla, economista jefe para América Latina de Citigroup Inc. “No se puede dejar que el tipo de cambio se deprecie a un ritmo tan significativamente menor que la inflación durante más de un tiempo, porque eso empieza a generar presiones que es necesario resolver”.
El último viernes de junio, exultante tras la aprobación de su histórica reforma en el Congreso, Milei declaró en una entrevista televisiva matutina que Argentina estaba entrando en la siguiente fase de su plan monetario.
Horas más tarde, después del cierre de los mercados, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, se sentaron ante los periodistas en una conferencia de prensa en la que describieron un ejercicio técnico de balance , eludiendo las preguntas sobre el peso. Los bonos soberanos de referencia con vencimiento en 2035 cayeron aproximadamente 1,1 centavos por dólar el lunes siguiente.
“Los mercados tenían una pregunta distinta y no la respondieron”, dijo Juan Manuel Truffa, director de la consultora económica Outlier.
Con un ritmo lento y un tipo de cambio paralelo cada vez más débil, la brecha cambiaria no hace más que aumentar. Un peso artificialmente fuerte ha frenado, en consecuencia, los esfuerzos del gobierno por aumentar sus reservas extranjeras, lo que ha llevado a algunos en Wall Street a lamentar la falta de voluntad de Milei, por ahora, de ajustar su política monetaria.
En lo que va de mes, los bonos soberanos de Argentina se encuentran entre los de peor desempeño entre sus pares de mercados emergentes, según un índice de Bloomberg. Aun así, han generado retornos para los inversionistas de 39% desde que Milei asumió el cargo a fines del año pasado.
Las compras mensuales de dólares, una métrica clave para los inversionistas de renta fija, superaron los US$2.000 millones hasta mayo, pero el banco central dio marcha atrás y vendió US$84 millones hasta el 28 de junio. Este mes, sin embargo, ha habido un repunte, y las autoridades han comprado unos US$120 millones hasta el miércoles, según datos del gobierno.
“Realmente sólo hay una razón por la que nos interesa que Argentina recupere sus reservas y es para que pueda pagar su deuda externa. También hay mucha deuda pendiente”, dijo David Austerweil, subgerente de cartera de mercados emergentes de Van Eck Associates Corp.
Mientras tanto, las posibilidades de obtener nuevos fondos de un posible nuevo programa del Fondo Monetario Internacional parecen tan escasas como cuando se planteó la idea por primera vez a principios de este año como una forma de ayudar a levantar los controles cambiarios. Y en 2025, Milei se enfrentará a elecciones de mitad de mandato en las que necesitará obtener apoyo legislativo.
En la conferencia de prensa del 28 de junio, Caputo indicó que el gobierno congelaría las tarifas de electricidad y gas, contradiciendo a un alto funcionario de energía que había anunciado aumentos mensuales de precios apenas tres semanas antes. No obstante, las facturas de energía para la clase media aumentaron más del doble en junio.
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