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Sabadell y terceros, que se sientan concernidos por la operación, pueden personarse ante la Cnmc para exponer sus argumentos contrarios, al tiempo que Bbva también podrá exponer sus opiniones
La pelea entre Bbva y Sabadell por la oferta de compra que la primera entidad ha lanzado por la segunda ha entrado en una nueva etapa tras la decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (Cnmc) de analizar más en profundidad las posibles consecuencias sobre la competencia que podría provocar la toma de control de Sabadell por parte del banco de origen vasco. Es una nueva etapa que significa que Sabadell ha ganado una batalla, pero no la decisiva.
Lo que ha cambiado respecto a la situación anterior es que ahora Sabadell, y terceros que se sientan concernidos por la operación, pueden personarse ante la Cnmc para exponer sus argumentos contrarios, al tiempo que Bbva también podrá exponer sus opiniones.
La Cnmc ya ha llevado a cabo una parte relevante de su trabajo en los algo más de cinco meses que hace que se presentó formalmente la operación de adquisición para que fuera examinada por las autoridades correspondientes. A falta de la Cnmc y la Cnmv (esta última aún debe dar el visto bueno para que Bbva registre el folleto de la opa), las demás autoridades no han puesto objeciones a que se lleve a cabo el intento de compra.
Las autoridades de competencia han avanzado en el estudio, pero consideran que deben dar voz a quien puede ser comprado, y que en principio no quiere que ocurra, para analizar sus argumentos y, sobre todo, para evitar que en caso de que finalmente la operación sea aprobada los responsables del banco de origen catalán puedan alegar indefensión para tratar de revertir esa decisión.
Todo esto significa que los expertos de la comisión estudiarán lo que señale Sabadell y las razones que puedan alegar otros como los sindicatos, que se centrarán en lo referente a los posibles adelgazamientos de plantilla y en el respeto de las condiciones laborales existentes en el posible proceso de fusión de los dos bancos, si finalmente llegara a permitirse esa posterior operación a la que ahora se está estudiando.
Además, es muy probable que distintas organizaciones empresariales también presenten informes sobre las posibles repercusiones. En realidad, varias de ellas ya lo han hecho hace tiempo, posicionándose mayoritariamente en contra, con argumentos como el efecto que puede provocar que desaparezca un banco (en realidad, algo más que un nombre, porque la mayor parte de las oficinas y las plantillas seguirían existiendo y trabajando sobre el mismo territorio). ¿Quién echa de menos a la CAM , Bankia o Popular años después de haber desaparecido integrados en Sabadell, CaixaBank o Santander?
Al mismo tiempo, distintas comunidades autónomas, donde los posibles efectos negativos pueden ser mayores, deben hacer un informe preceptivo para que la Cnmc lo estudie.
En su comunicación informando del pase a fase dos la Sala de Competencia de la Cnmc señalaba lo anterior, y al tiempo deslizaba que espera que a pesar de ello la decisión definitiva (que puede ser positiva, con condiciones o no, o de oposición) puede adoptarse de manera rápida y, previsiblemente, antes de que se cumpla el plazo legal de tres meses.
Justificaba esta posibilidad basándose precisamente en el trabajo ya realizado por sus técnicos en función de la metodología propia y sobre la base de la información facilitada por el Banco de España y la experiencia del análisis de operaciones precedentes.
Experiencia que le llevó a descender hasta el nivel de los códigos postales para detectar posibles restricciones a la competencia, después de haber analizado globalmente qué ocurría con los productos y servicios que se prestaban y cuál podía ser el grado de dominio que pudiera producirse.
Todo indica que Sabadell propondrá algún análisis diferente, en línea con lo que ha venido argumentando en estos meses acerca del impacto que la compra puede suponer para sectores concretos (pymes, esencialmente) si desapareciera una de las entidades que más actividad desarrolla.
En este sentido, desde el banco señalan que hay cuatro grandes entidades que prestan servicio a las pymes a escala nacional, número que crece hasta cinco en algunas comunidades autónomas donde permanecen algunos de los bancos procedentes de las antiguas cajas de ahorros, y que estas empresas vienen a necesitar operar con dos o más entidades para garantizarse su no dependencia excesiva de un banco. Sería, en su opinión, pasar de cuatro a tres, lo que reduciría las opciones de las pymes.
No es lo mismo, pero cuando las autoridades de la competencia han tenido que resolver sobre posibles operaciones en el sector eléctrico o de las telecomunicaciones el nivel inferior del listón se colocó en el tres bajo la consigna de "tres mejor que dos".
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