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El líder de los católicos ofició de mediador en la recomposición de relaciones entre los antiguos enemigos de la Guerra Fría, un complicado proceso en el que estos dos puntos son los principales obstáculos.
“Queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación”, dijo Francisco durante la homilía de su última misa en Cuba, celebrada en el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, la patrona del país, en las afueras de la histórica ciudad de Santiago de Cuba.
Como en La Habana y Holguín, las dos paradas previas de la gira del Papa, en primera fila en la misa estuvo el presidente Raúl Castro, que en el 2008 sucedió a su hermano Fidel, quien gobernó sin interrupciones desde la revolución de 1959.
“Queremos ser una Iglesia comprometida con la vida, la cultura, la sociedad, no ‘borrándonos’ sino caminando con nuestros hermanos, todos juntos, sirviendo, ayudando”, agregó el primer Papa latinoamericano.
Opositores al Gobierno comunista de la isla no estaban muy felices con los discursos del Papa, sobre todo luego de que decenas de ellos fueron detenidos por agentes de seguridad del Estado para impedirles llegar a los eventos religiosos, según denuncias de grupos disidentes.
Situaciones similares ocurrieron en La Habana y Holguín en los días previos, señalaron otros grupos disidentes. El Gobierno cubano no hizo comentarios acerca de estas denuncias.
El embargo, pendiente
Luego de la misa, el Papa realizó un encuentro con las familias en la Catedral de Santiago. Una multitud quedó frustrada afuera del recinto en el que Francisco llamó a reforzar los lazos familiares. Posteriormente salió al balcón para bendecir a la ciudad.
“Permítanme que les dé la bendición, pero van a tener que pagar algo: les pido que recen por mí”, dijo bromeando, en una frase que ya se ha convertido en un clásico de sus discursos.
El Papa llegó a Washington para entrevistarse con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien junto a Castro sorprendieron al mundo en diciembre al anunciar el restablecimiento de las relaciones tras décadas de hostilidades.
No obstante, el Gobierno cubano ha aclarado que la reconciliación no será tal hasta que Estados Unidos no levante el embargo económico que pesa sobre la isla desde 1962, una decisión que está en manos del Congreso en Washington.
En la Virgen del Cobre muchos cubanos consideraban que el Papa había hecho mucho por Cuba al oficiar como mediador.
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