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La expresidente de Costa Rica dijo que hay que ser más transparentes en la entrega de datos sobre desigualdad
Medir el ‘Desarrollo Humano’ de los países es una tarea compleja que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) realiza hace 29 años (1990). La edición más reciente se lanzó ayer en Colombia y si bien mostró avances para el país, al ascender 11 casillas en el índice (pasando del puesto 90 al 79), la desigualdad sigue siendo una tarea pendiente en la región.
Una de las invitadas especiales para la presentación de este informe fue la expresidente de Costa Rica, Laura Chinchilla, quien aseguró que los resultados del informe son una respuesta a la ebullición social que vive actualmente América Latina.
¿Qué metas logró Colombia en el Índice de Desarrollo Humano?
Se muestran avances en áreas sensibles desde lo social, como la educación y la expectativa de vida. Sin embargo, hay algunos rezagos por atender como las desigualdades en el área económica, pero ese es uno de los grandes faltantes en general del modelo de desarrollo de Latinoamérica.
¿Colombia está entre los mejores de la región?
Podemos decir que Colombia se encuentra dentro del promedio. No está tan arriba como Chile, Argentina, Uruguay y Costa Rica, pero tampoco tan abajo como Perú y Ecuador. Se encuentra en una zona intermedia muy parecido al caso de México.
¿No contrasta estos buenos resultados con la actual situación de “ebullición social” que está viviendo Latinoamérica?
Algo de lo más importante que tiene este informe es que busca ir más allá de las formas más convencionales de aproximarse al análisis de la desigualdad.
Aunque en algunos países se avanzó, el tema de la distribución del ingreso sigue siendo un faltante en América Latina. De manera que parte también de la ebullición que vemos es porque sigue siendo una de las regiones más desiguales del mundo.
Cuando hablamos de ir más allá de los promedios, empezamos a comprender que muchas veces los agregados nacionales no necesariamente nos dan la fotografía más exacta de lo que está pasando al interior de un país. El informe, por ejemplo, analiza como a veces se expresan grandes desigualdades al interior de los países. Y es precisamente ahí en donde nosotros creemos radica mucho el malestar que no solamente en América Latina se está expresando, sino también en muchos otros países desarrollados, como el caso de Francia.
¿Cómo mejorar a partir del informe?
Se dedica un capítulo a la necesidad de mejorar la medición, las variables relativas al desarrollo humano, tratando de ir más allá de los promedios nacionales, de entender que hay desigualdades de tipo horizontal, por ejemplo, las que tienen que ver con hombres y mujeres en el mercado laboral.
El informe llama la atención sobre la necesidad de ir mejorando las estadísticas nacionales siendo más transparentes en el aporte de información.
Piñera redujo los impuestos, aumentó la pensión y el salario mínimo, eso suena a populismo, ¿esta es la mejor forma de gobernar en este momento?
Cada país debe buscar su propia mezcla de políticas de acuerdo a sus circunstancias y coyuntura. El informe no pretende dar una única receta para todos los países, da una especie de marco general orientador, donde lo fundamental es que se llama a atender de manera más integral las desigualdades. En ese sentido, cuando vemos a un presidente como el de Chile, respondiendo en varias frentes a la vez, nos parece que está reaccionando a esas preocupaciones de la nación, no se trata solamente de analizar un país por el éxito de su modelo económico, sino también de ver el impacto social. No diría que necesariamente es populismo.
¿Y eso reducirá la desigualdad económica en Chile?
Son medidas que los gobiernos toman en función de una preocupación. El informe presenta que si vamos a abordar la disminución de la desigualdad única y exclusivamente a través de la variable económica, no necesariamente impactaremos el desarrollo humano con la velocidad que se requiere. Generalmente cuando hablamos de impuestos a los ingresos, a la renta, es cuando ya los agentes económicos están en el mercado e insistimos en que existen una serie de necesidades que debemos atender antes de que la gente entre al mercado laboral.
¿A qué se refiere en que surge una nueva generación de desigualdades que favorece a los más ricos?
El informe destaca dos niveles de capacidades esenciales para poder garantizar el desarrollo humano, de la manera más equitativa posible: lo que son las necesidades básicas, y en lo que se ha concentrado mucho la agenda de desarrollo; y lo que llamamos las capacidades más avanzadas, muchas de ellas vienen de la mano de la evolución tecnológica. Entonces un poco lo que decimos es está muy bien haber conseguido igualar el acceso a la educación básica, posiblemente secundaria, pero cuando hablamos de la terciaria, vemos cómo las brechas se vuelven a abrir. Cuando hablamos del acceso a la tecnología, es muy probable que se esté garantizando tecnologías móviles, pero no estamos garantizando las condiciones del manejo de contenido para poder se exitosas. No basta con atender esa convergencia en las necesidades básicas, sino que tenemos que irnos moviendo hacia la capacidad de satisfacer necesidades mucho más avanzadas para no ir generando un rezago de los avances tecnológicos.
¿El avance tecnológico puede ser un arma de doble filo?
Hay dos grandes cambios que van reconfigurar el presente siglo: el cambio climático y el cambio tecnológico. Si no nos movemos mucho más rápido, esos dos cambios van a generar grandes vulnerabilidades. Habrá gente que llegará mucho más preparada para esos dos grandes shows. Ahí es donde tenemos que discutir no solo el acceso a la educación, sino la calidad de esa educación que se va a dar.
Otro de los mensajes es que es necesario desvincular el poder político del económico ¿cómo hacerlo?
En realidad, lo que el informe advierte es que de no trabajarse de manera más efectiva las inequidades que hoy tienen lugar, estas desigualdades van a ir impactando cada vez más al poder político. Veamos el caso más claro, que es el de la mujer, a pesar de que ha habido avances innegables, a favor de los derechos políticos de la mujer, aún tiene limitaciones para poder acceder a los puestos de elección popular. Es un cargo que 90% sigue estando ligado a los hombres.
El mundo no está caminando la senda que permitiría erradicar las desigualdades para 2030, ¿qué se puede hacer para corregir el camino?
Cuando analizamos algunos de los aspectos relacionados con los dos cambios, vemos aspectos positivos. América Latina es una de las regiones mejor posicionadas para avanzar hacia una matriz de energías limpias. Cuando vemos el tema tecnológico, América Latina ha tenido uno de los procesos más rápidos de penetración de banda ancha. Sin embargo, seguimos teniendo en los temas tecnológicos altos niveles de alfabetización digital, tenemos que prestarles más atención a los contenidos.
¿De quién es la responsabilidad?
Cada vez más la agenda de desarrollo llama a una intervención mucho más multisectorial para poder avanzar con más rapidez, cuando hablamos por ejemplo de tratar de cerrar brechas de desigualdad en el mercado laboral entre hombres y mujeres más allá de las leyes aprobadas, hace falta que el sector corporativo las acate con efectividad. O hablemos por ejemplo de las responsabilidades de avanzar en el cambio climático: los gobiernos han aceptado los compromisos globales, pero requieren también que la población haga su tarea y sea mucho más consciente en su consumo. Necesitamos también que las empresas hagan la reconversión de sus materias de energía. No solamente son los gobiernos quienes tienen que participar del alcance de las metas de la agenda 2030, sino también muchos otros sectores de la sociedad.
¿Estamos predestinados a ser pobres ante tanta desigualdad?
Desafortunadamente hemos visto que hay casos en que esa reproducción de las desigualdades (casi que intergeneracionalmente) se tiende a manifestar. El problema de la movilidad social ha sido endémico, de ahí las dificultades para hablar de cohesión social, del enojo ciudadano, que podamos entender que encuestas como el Latinobarómetro diga que 70% de los ciudadanos siente que se gobierna para los más ricos. Muchas recomendaciones de este informe son precisamente cómo romper con esas desigualdades en el ciclo de vida.
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