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Con más de 173.000 millones de barriles de reservas probadas de crudo, Canadá es el cuarto mayor productor de petróleo en el mundo
Uno de los hechos más llamativos alrededor de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP27, realizada en Sharm El Sheikh, Egipto, fue la inclusión de representantes de la industria extractiva en la delegación canadiense. Si bien en esta ocasión el primer ministro, Justin Trudeau, no asistió a dicho encuentro, el evento era de gran importancia para el país. Por primera vez Canadá participó con su propio pabellón de exposición. Allí, empresas líderes del sector petrolero tuvieron la oportunidad de hacer parte de una discusión en la que tradicionalmente están ausentes y son vistos como antagonistas.
Aunque este nuevo enfoque de la participación desencadenó la crítica de grupos ambientalistas y activistas climáticos, quienes argumentan que la industria responsable de la mayor parte de las emisiones del país no debería estar en un evento dedicado a la acción climática, la idea detrás de esta inclusión es justamente abordar la reducción de la huella de carbono junto a quienes más la impactan.
“Realmente no hay solución sin la industria. Sí, reconocemos que somos uno de los mayores emisores de Canadá, pero también es por eso que somos esenciales para la solución”, dijo Mark Cameron, vicepresidente de Pathways Alliance, una iniciativa creada por las seis compañías petroleras más importantes del país para luchar contra el Cambio Climático y que participó de la Cumbre en Egipto.
Justamente una de las soluciones presentadas por Pathways Alliance consiste en invertir en proyectos de captura y almacenamiento de carbono y otras tecnologías limpias, idealmente con el apoyo financiero de los gobiernos a través de préstamos, estímulos tributarios o desembolsos directos. En el marco del COP27 fue presentado un proyecto estimado en US$12.000 millones para ser desarrollado en el norte de Alberta, provincia que aporta cerca de 80% del petróleo a Canadá.
La diversidad de la delegación canadiense, liderada por el ministro de Ambiente, Steven Guilbeault, y en la que además de los representantes de empresas petroleras participaron parlamentarios, líderes sindicales y delegados de comunidades indígenas, es muestra de cómo en Canadá las políticas encaminadas a reducir la contaminación están conviviendo con el aprovechamiento de los recursos naturales.
Al tiempo que el país es el cuarto productor de petróleo del mundo, y la técnica del fracking es usada en 80% de los pozos nuevos, Canadá tiene uno de los impuestos al carbono más altos, prohibió los plásticos de un solo uso y genera cerca de 19% de su energía a partir de fuentes renovables. Todo esto en medio de una política de transición energética que espera llevar a cero las emisiones en 28 años. Ahora, para hacer más realista el cumplimiento de dicha meta, la idea es vincular a la industria extractiva en la formulación de soluciones, evitando, además, los efectos colaterales de cortar de un tajo el aporte a la oferta energética convencional.
“La solución más simplista sería detener la producción y renunciar al 10 por ciento del PIB de Canadá, pero la solución más constructiva es, ¿cómo usamos la tecnología para mantener esta industria, pero reducir las emisiones? El problema no es la energía; el problema son las emisiones de carbono”, concluyó Mark Cameron, de Pathways Alliance Cameron.
Con más de 173.000 millones de barriles de reservas probadas de crudo, Canadá es el tercer país con mayor potencial en este sector, solo superado por Arabia Saudita y Venezuela. De ahí que su eventual salida del mercado como proveedor de energías fósiles aumentaría la influencia de regímenes autoritarios sobre el resto del mundo, suponiendo riesgos futuros similares a los que vive Europa por cuenta de Rusia, y máxime ahora que países como Emiratos Árabes Unidos han anunciado que continuarán su abastecimiento de petróleo y gasolina por el tiempo que se necesite.
Desde el sector privado el llamado es a revindicar la importancia de contar con las energías convencionales y trabajar en una transición realista. “Dejemos de tratar a nuestro sector energético como un problema y comencemos a tratarlo como un socio. La energía canadiense puede reemplazar tanto la generación de electricidad con carbón como los combustibles de los regímenes despóticos. Una victoria para la seguridad global y un puente vital en la transición hacia las cero emisiones”, asegura Perrin Beatty, presidente de la Cámara de Comercio Canadiense.
Canadá es responsable por cerca de 1.25% de las emisiones a nivel mundial. Su compromiso a reducirlas entre 40% y 45% de aquí al 2030, frente a los niveles del 2005, y llevarlas a cero en 2050.
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