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Pese a los llamados al diálogo del Presidente, los saqueos y barricadas no cesaron durante la madrugada del lunes
El presidente chileno Sebastián Piñera aseguró que el país está "en guerra contra un enemigo poderoso" tras un fin de semana de protestas que dejó al menos siete muertos, fuertes pérdidas y restricciones de movimiento a la población civil que se extendieron a varias regiones del país.
Pese a sus llamados al diálogo para construir acuerdos en torno a las demandas planteadas en las manifestaciones, los saqueos y barricadas no cesaron durante la madrugada del lunes, en que rigió un toque de queda con militares y vehículos blindados en las calles.
A primera hora del lunes, las calles del centro de Santiago estaban plagadas de restos de barricadas carbonizados y escombros junto con un penetrante olor a humo y gases lacrimógenos, mientras los ciudadanos intentaban retomar parte de la rutina buscando transporte.
"Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, incluso cuando significa pérdida de vidas humanas", dijo el presidente en referencia a los actos vandálicos, en una declaración a la prensa tarde el domingo.
Sin embargo, el general Javier Iturriaga, a cargo de custodiar la capital bajo estado de emergencia y quien tiene la potestad de restringir la libertad de movimiento a los ciudadanos, dijo tajantemente el lunes que "no está en guerra con nadie".
La capital de Chile, un país mencionado como ejemplo de estabilidad económica y política en América Latina, no había estado bajo toque de queda desde hace más de 30 años, cuando aún regía la dictadura del general Augusto Pinochet.
El estado de emergencia se extendió a cuatro regiones más, además de la Metropolitana donde está Santiago, en donde también se registraron saqueos e incendios.
El mandatario chileno dio pie atrás el sábado en la medida que detonó las protestas, un alza del precio del transporte subterráneo, pero los manifestantes dieron cuenta en sus pancartas y gritos una serie de demandas estructurales de larga data sobre salud, educación y pensiones, en un país con altos indicadores de desigualdad.
El ministro del Interior, Andrés Chadwick, dijo el domingo que había siete fallecidos, aunque previamente distintas autoridades comunicaron la muerte de tres personas en incendios en locales saqueados y cinco personas en un incendio de una bodega de ropa interior. No entregó un detalle de la lista de víctimas fatales.
El estallido social y las olas de saqueos posteriores ocurren semanas antes de que Chile sea la sede de una cumbre de líderes de Asia-Pacífico (APEC) en la que el presidente estadounidense, Donald Trump, y el chino Xi Jinping firmarían un importante acuerdo.
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