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Después del debate contra Donald Trump, un Comité de los demócratas estudian preguntas ante un eventual cambio de la candidatura que dé con la salida de Biden
La actuación del presidente de Estados Unidos, Joe Biden en el debate del jueves está suscitando nuevas preguntas sobre si los demócratas tienen otras opciones en noviembre si el mandatario de 81 años ya no quiere o no puede hacer campaña electoral.
Dado que Biden ya se ha asegurado una presunta nominación, las perspectivas demócratas de un cambio de rumbo son cada vez menores.
Con voz ronca y resfriado, según sus ayudantes, Biden habló el jueves de forma entrecortada y a veces inconexa, una actuación que no hace sino renovar las dudas sobre su capacidad para servir cuatro años más. Biden dijo después a los periodistas que seguirá en la carrera.
David Axelrod, ex estratega de campaña del presidente Barack Obama, dijo que “se hizo más fuerte a medida que avanzaba el debate, pero para entonces, creo que el pánico se había apoderado de él”. “Y creo que se van a oír discusiones -que no sé si llevarán a algo-, pero va a haber debates sobre si debe continuar o no”. Pero entonces, ¿cuáles son las preguntas que se hacen los demócratas si se desarrolla la idea de un cambio?.
Sí. Más recientemente, el presidente Lyndon Johnson decidió no presentarse a la reelección para un segundo mandato completo en 1968, cuando arreciaban las protestas por la guerra de Vietnam. En un discurso en el Despacho Oval, Johnson anunció por sorpresa que “no buscaré, y no aceptaré, la nominación de mi partido para otro mandato como vuestro presidente”.
Pero eso fue a finales de marzo, muy tarde, incluso antes de que el calendario moderno de candidaturas estuviera tan cargado como hoy. A diferencia de Johnson, Biden ya se ha asegurado suficientes delegados para la nominación.
Sería difícil. Biden se enfrentó a una oposición mínima en las primarias de su partido y se ha asegurado el 99% de los delegados a la convención. Esos delegados serán elegidos en gran parte por su lealtad al presidente. En ausencia de circunstancias extraordinarias -y de un plan de respaldo- es poco probable que le retiren de la candidatura. Cualquier aspirante del puesto de Biden tendría que anunciar su candidatura antes de la votación formal, desafiando públicamente al titular en un intento de golpe de partido de alto riesgo.
Pronto. El Comité Nacional Demócrata ya había planeado adelantar la nominación de Biden mediante una votación telefónica antes de la convención para cumplir el plazo del 7 de agosto en Ohio.
La legislatura de Ohio, dirigida por los republicanos, ha ampliado ese plazo, pero el presidente demócrata, Jaime Harrison, ha dicho que el partido seguirá adelante con la votación anticipada de todos modos, convirtiendo la convención (que comienza el 19 de agosto) en una mera formalidad.
Es algo que podría pasar después de la Convención esperada por todos. La decisión de sustituirle la tomarían los miembros del DNC. Pero entonces el partido se enfrentaría a otro obstáculo: papeletas impresas con el nombre de Biden ya en ellas.
Las leyes varían de un estado a otro sobre cómo se contabilizaría el voto a Biden si ya no es el candidato, pero sus votos irían probablemente a su sustituto cuando se reúna el Colegio Electoral.
La vicepresidenta Kamala Harris es la heredera más lógica, pero no sería automático ese movimiento. Otros candidatos a la espera (que se mostraron a favor de Biden y siguen apoyándole públicamente) son el gobernador de California, Gavin Newsom, el gobernador de Illinois, J.B. Pritzker, y la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer.
Ninguno de estos candidatos ha obtenido mejores resultados frente a Trump que Biden, según una encuesta de Bloomberg News Morning Consult entre siete estados disputados por todos.
Este sería un problema para empezar en una desaventajada campaña electoral frente al expresidente Trump.
Las campañas presidenciales modernas son empresas enormemente costosas, y las consideraciones financieras desempeñarían un papel importante.
La campaña de Biden y su partido tenían US$212 millones en efectivo a finales de mayo, y ese dinero estaría a disposición de Harris en caso de que se hiciera con el primer puesto de la candidatura. Cualquier otro candidato tendría que empezar de cero.
La campaña de Biden y el Partido Demócrata ya han gastado unos US$346 millones intentando reelegir a Biden. Elegir a otro candidato podría requerir gastar aún más dinero para presentar un nuevo nombre a los votantes, y no se sabe si esté ese efectivo.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que está comprometido a ganar las elecciones de noviembre, dejando de lado los crecientes llamamientos de prominentes demócratas para que se haga a un lado tras su desastroso debate contra el republicano Donald Trump.
Biden, de 81 años, reconoció el viernes las limitaciones causadas por su edad y su vacilante actuación del día anterior contra Trump. “Les doy mi palabra: no me presentaría de nuevo si no creyera con todo mi corazón y mi alma que puedo hacer este trabajo”, dijo el presidente.
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