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Hoy el país despertó sin un liderazgo claro, un día después del primer asesinato de un jefe de estado haitiano en más de un siglo
La policía haitiana confirmo que mató a tiros a cuatro y arrestó a dos sospechosos más del asesinato del presidente, en tanto que los políticos rivales se disputan el vacío de poder que quedó tras la muerte de Jovenel Moïse.
Este jueves, el país despertó sin un liderazgo claro, un día después de que un grupo de atacantes irrumpiera en la residencia oficial de Moïse y llevara a cabo el primer asesinato de un jefe de estado haitiano en más de un siglo.
La policía dijo el miércoles por la noche que había matado a cuatro hombres y arrestado a otros dos sospechosos de participar en la redada nocturna que conmocionó a la nación y sacudió a la región. Las autoridades indicaron que también liberaron a tres policías que habían sido tomados como rehenes por la pandilla.
Carl Henry Destin, un juez haitiano que visitó la escena del crimen, le dijo a Le Nouvelliste, un periódico local, que los asaltantes ingresaron alrededor de la 1 a.m. del miércoles a la casa de Moïse y ataron a una criada y a otro miembro del personal de la casa. Al presidente le dispararon al menos 12 veces.
Por el momento, el primer ministro interino, Claude Joseph, que asumió el puesto hace menos de tres meses, tiene el control de la nación de 11 millones de personas. Joseph habló con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, en una llamada el Miércoles, pero su control del poder está siendo desafiado.
Según la Constitución de Haití, Moïse debería haber sido reemplazado por el jefe de la Corte Suprema —o el juez de más alto rango—, quien tiene que ser “investido temporalmente con los deberes del presidente” por la Asamblea Nacional. Pero el presidente del Tribunal Supremo murió recientemente por covid-19 y el país no ha tenido una legislatura en funcionamiento desde 2020.
Para complicar más las cosas, el día antes de su asesinato, Moïse nombró a Ariel Henry para ocupar el puesto de primer ministro, aunque nunca prestó juramento.
Henry le dijo a Le Nouvelliste que él, no Joseph, es el primer ministro, pero que estaba a favor del diálogo para evitar agravar más la situación en el país.
A pesar del historial de disturbios e inestabilidad, Haití no había experimentado el asesinato de un jefe de Estado en más de 100 años, dijo el embajador de Haití en Washington, Bocchit Edmond, en una reunión de emergencia de la Organización de Estados Americanos (OEA). Edmond dijo en una entrevista telefónica que, en las circunstancias actuales y sumamente inusuales, Joseph es el líder legítimo del país.
De mantenerse Joseph en el poder, dependerá de él decidir si la nación, dominada por la violencia de las pandillas, los secuestros, las protestas en las calles, puede seguir adelante con las elecciones presidenciales y legislativas programadas para el 26 de septiembre.
Mientras tanto, continúa la búsqueda del resto de los asesinos, según la policía. En un país de habla francesa y criolla, al menos parte del grupo hablaba inglés y español.
Los asesinos se identificaron a sí mismos como agentes de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA), una estratagema que supuestamente les ayudó a pasar la seguridad en la calle estrecha y fuertemente vigilada que conducía a la residencia de Moïse en las afueras de Puerto Príncipe. Estados Unidos aclaró que la DEA no tuvo nada que ver con el incidente.
La esposa de Moïse, Martine, también recibió un disparo y fue evacuada médicamente a Florida en condición estable pero crítica. La identidad y los motivos de los asesinos, y su nacionalidad, aún no están claros.
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