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Vinculación con Mauricio Macri terminó jugándole en contra a la firma
Avianca fue una de las primeras empresas que anunció su llegada a Argentina, a inicios de 2016. En febrero último, solicitó la apertura de su proceso preventivo de crisis. Su vinculación a Mauricio Macri -adquirió Macair Jet, la aérea de la familia del Presidente- terminó jugándole en contra. En sospecha por “conflicto de intereses” no accedió a reglas con las que sí juegan sus competidores, según un conocedor de su operación.
La empresa, que opera como Avian, tenía un ambicioso plan; 12 aviones en el corto plazo para vuelos domésticos y regionales, más de 100 rutas y había acordado con el Gobierno de Tucumán para instalar allí uno de sus hubs. En marzo de 2016, anunció la compra de Macair por US$10 millones. Adquirir una firma que operaba chárters le allanaba el camino para iniciar operaciones regulares en menor plazo.
En mayo de 2017, le autorizaron 16 rutas de la primera audiencia. Surgieron las primeras denuncias por presunto favoritismo. Avian ya había firmado la compra de 12 turbohélices ATR 72- 600 (72 plazas), por US$264 millones.
Levantó vuelo en noviembre de 2017, llegó a operar cinco rutas y estaba por iniciar sus vuelos a San Pablo en febrero, con un A320 que había traído de ese país, alquilado a su “hermana” brasileña. Debió devolverlo en enero y cancelar la ruta. Hoy, cuenta sólo con dos ATR y opera dos rutas (a Mar del Plata y a Santa Fe). Llegó a tener 500 empleados; cuenta con 142. Vende pasajes hasta julio y nadie sabe hasta cuándo operará.
Para sortear la tormenta financiera posdevaluación, las aéreas, cuyos costos son dolarizados, recurren a sus accionistas.
Pero el de Avianca está en crisis (detonada por la quiebra, en diciembre, de su operación en Brasil) y, a cuatro meses de haberlo pedido, todavía no obtiene su proceso preventivo. No es la única pista que no le dio el Gobierno. Los empleados de Avianca están afiliados a los gremios tradicionales. Otras low cost tienen sus propios sindicatos. Opera en Aeroparque, más costoso que El Palomar, todavía no inaugurado cuando la empresa empezó a funcionar.
Recibió menos rutas que sus rivales en la primera audiencia y, además, obtuvo la certificación IOSA, de Iata, la asociación global de aerolíneas, que la habilita a alianzas internacionales. Otras, en cambio, vuelan sin ese costoso estándar de calidad.
El accionista, en crisis
El empresario boliviano-colombiano Germán Efromovich controla Synergy Group, dueño de Avianca Brasil y Avianca Argentina. Además, es el principal accionista de la colombiana Avianca Holding.
Enfrenta los peores meses de su carrera en el mundo aerocomercial. En diciembre, y ante grandes deudas con proveedores y concesionarios de aeropuertos de Brasil, Avianca Brasil se declaró en quiebra, para proteger el embargo de parte de su flota. De todos modos, y tras varias idas y vueltas, el Gobierno brasileño suspendió el mes pasado todas las operaciones de la aérea. Su flota está por ser vendida, posiblemente, a Latam y Gol, una propuesta que tiene el respaldo de un acreedor importante: Elliott Management.
En Colombia, Efromovich fue apartado de las decisiones sobre Avianca Holdings, donde Synergy controla el 78,1% de las acciones, tras incumplir un acuerdo de cobertura por un préstamo de US$456 millones a United Airlines. Esta aérea decidió que será administrada por Kingsland, socio minoritario.
En el medio de todo esto está Avianca, que necesita respaldo financiero para seguir operando.
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